Preocupación a corto plazo, pero tranquilidad a largo. Ese es el sentimiento que reina entre los inversores internacionales a medida que se conocen más datos de la crisis de Evergrande, el gigante chino del inmobiliario. Si bien es cierto que la prima de riesgo en el mercado de bonos corporativos se ha disparado y la cotización bursátil de la promotora se ha desplomado, todo parece indicar que, con la información de la que se dispone hoy día, no se vivirá un nuevo colapso global al estilo Lehman Brothers.
Para comprender las implicaciones de Evergrande sobre el tablero mundial de los mercados, hay que mirar con lupa pero también con prismáticos. La prima de riesgo entre el mercado de high yield chino -esto es, los bonos ‘basura’ o de alto rendimiento- y el mercado de deuda high yield mundial se encuentra en su punto más alto desde 2011, con 720 puntos básicos, es decir, tres desviaciones estándar de la media histórica (250 puntos básicos).
En los niveles actuales, 1.080 puntos básicos de diferenciales para el índice high yield chino y 812 puntos básicos para el high yield asiático, los mercados estarían pronosticando una tasa de impago del 15,5% y del 12%, respectivamente, en los próximos 12 meses para estas dos zonas. Suponiendo una tasa de recobro del 30%. La cosa se pone fea.
Sin embargo, este diferencial es difícilmente justificable por el distinto potencial de crecimiento económico entre China y el resto del mundo. Según Paul Gurzal y Akram Gharbi, responsables de Crédito en La Française AM, las previsiones de crecimiento de China para 2021 siguen siendo superiores a la media de los países desarrollados: 8% frente a un 6%.
“La intención del gobierno chino no es provocar una oleada de quiebras incontroladas, sino eliminar las empresas morosas para una mejor asignación de los recursos a lo largo del tiempo. Una política bautizada como ‘las tres líneas rojas’. En China, los impagos son supervisados por el gobierno central según las prerrogativas políticas, económicas y sociales. La reciente recapitalización de la gestora de activos Huarong es un ejemplo perfecto de ello”, recuerdan.
A esto hay que sumarle el todavía acentuado localismo de quienes invierten en activos chinos. Los riesgos de contagio financiero en los mercados mundiales de un impago de Evergrande, que ya no está abonando los intereses de las emisiones más cercanas, son “limitados”, considera Paul Lukaszewski, responsable de Deuda Corporativa para Asia-Pacífico de Aberdeen Standard Investments.
“La exposición financiera a la deuda y las acciones de Evergrande se concentra principalmente en China. Incluso el mercado chino de bonos offshore (extranjeros) es único, ya que los inversores nacionales representan el 80% o más de las tenencias de los bonos denominados en dólares emitidos por empresas chinas”, pone en contexto para tranquilizar a la comunidad inversora.
Para que el contagio llegue a los mercados financieros mundiales, sería necesario que los efectos de la situación de Evergrande de segundo y tercer orden desencadenasen una crisis interna mucho mayor en China, algo que Aberdeen Standard considera “improbable”.
El gobierno chino, al rescate
Evergrande es una de las mayores inmobiliarias chinas, y por ello la estimación de su pasivo financiero y comercial es tan elevado, unos 300.000 millones de dólares (algo más de 255.000 millones de euros), lo que viene a ser casi el 30% del PIB español o el 2% del PIB chino. Pero el mayor problema no es Evergrande en sí misma, que ya lo es, sino el efecto contagio que puede provocar al secarse el grifo de la financiación a las otras inmobiliarias.
“Estas se verían obligadas a vender activos inmobiliarios para hacer frente a los vencimientos de deuda imposibles de refinanciar, por lo que los precios caerían abruptamente por exceso de oferta y falta de compradores por las negativas expectativas sobre la evolución de los precios”, apunta Hernán Cortés, cogestor del fondo Olea Neutral y socio fundador de Olea Gestión.
El sector representa actualmente un 16% del PIB chino. “Esta historia ya nos resulta familiar a todos los españoles. El gobierno chino no tiene más opción que velar porque el proceso sea ordenado, ayudando a la reestructuración de la deuda de las inmobiliarias más solventes, facilitar a la banca la liquidez necesaria para que fluya el crédito hipotecario y crear un banco 'malo' para la colocación de activos inmobiliarios de difícil salida”, asimila el gestor español.
Misma opinión tienen en Federated Hermes: “En lugar de permitir un colapso caótico hacia la bancarrota, muchos analistas predicen que los reguladores diseñarán una reestructuración de los pasivos de 300.000 millones de Evergrande que mantenga el riesgo sistémico al mínimo”. Todas las miradas se dirigen ahora hacia Xi Jinping. Aunque “nada es seguro”, matizan.
El Ibex 35 está tranquilo
Al contrario que otros índices, el Ibex 35 no tiene un gran margen de beneficios en lo que llevamos de 2021. Tras las bajadas de este lunes, el selectivo español está más cerca del nivel de cierre del año pasado (8.073 puntos) que de los máximos del 15 de junio (9.310). Y, desde luego, está lejos de los niveles prepandemia que otras bolsas ya superaron hace semanas.
La esperanza es que, pasada la habitual volatilidad bajista de septiembre, durante el último trimestre del año, normalmente el más alcista, nuestro índice pudiera recuperar terreno. Entonces, ¿podría estropear la quiebra de Evergrande este planteamiento?
“En la bolsa, no hay nada asegurado, pero solo lo dañará en la medida en que pueda afectar a la tendencia bursátil global, y los cimientos de los parqués a día de hoy parecen bastante fuertes”, asevera Droblo, analista bursátil de Invertia. La bolsa lleva un 2021 muy alcista porque la reactivación económica se une a unos bancos centrales que inyectan liquidez barata al sistema. Y a unos gobiernos que han recurrido a un alto nivel de gasto público que ha evitado el aumento del desempleo y de las quiebras empresariales típico de una crisis económica tan dura como la desencadenada tras Lehman.
En cuanto a la inmobiliaria china, la más endeudada del mundo, “por suerte, aunque el contagio está existiendo ya, no tiene la envergadura necesaria para afectar tanto como sí lo haría una empresa occidental”, cree el analista de Invertia. Prueba de ello es que el desplome bursátil de Alibaba y Tencent, que ha provocado que ninguna cotizada china esté entre las diez más importantes del mundo, no ha cambiado la tendencia bursátil global de la renta variable.
La relación directa entre los valores del Ibex y Evergrande no existe. De hecho, según Morgan Stanley, ni una sola de las 50 cotizadas europeas más expuestas a China es española. Lo que sí hay es una llamada de atención enorme sobre la complacencia en los mercados de crédito y deuda.
Si se daña al mercado de renta fija, es el sectorial bancario el que más consecuencias negativas en su cotización puede tener. Y bancos es justo lo que más tiene el Ibex. Sin embargo, en el desplome de este lunes no se vio al Ibex bajando más que los demás índices, más bien al contrario.
La energía castiga más
Volviendo al gigante asiático, por muy grande que parezca la sombra de Evergrande, el sector inmobiliario es una pequeña parte del mercado de valores de China. Supone alrededor del 2% de peso en los índices de referencia de MSCI China A y del 3% en MSCI All China.
Según Allianz Global Investors, “aunque estos acontecimientos reafirman nuestra opinión negativa sobre el sector inmobiliario en su conjunto, no esperamos un impacto de base más amplio. De hecho, en todo caso, esto planteará la necesidad de una cierta relajación monetaria y fiscal que debería ser de apoyo para los mercados de valores a medida que nos acercamos a los últimos meses del año”, pronostica la gestora.
Para Ignacio Fuertes, socio y director de Inversiones en Rentamarkets, “tiene mucho más impacto en el mercado las consecuencias no deseadas del experimento monetario y económico al que nos enfrentamos [política monetaria no convencional y más presión regulatoria], como es el aumento brutal de los precios de la energía, que el caso concreto de Evergrande”. Palabra de gestor.