Napoleón Bonaparte una vez dijo que aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla. Los últimos eventos en el mercado energético muestran que el mundo no ha aprendido nada de la crisis de la electricidad de California ni de las crisis del petróleo de 2000, 1990 y 1979.
La carrera por reducir las emisiones de CO2 ha llevado a muchos países apostar por las energías renovables o de menor contaminación. El único problema está en que esta estrategia ha acabado provocando la nueva crisis energética, que seguramente irá empeorando a medida que bajen las temperaturas.
¿Cómo acabamos en esta situación? El cambio climático ha reducido la producción de las turbinas eólicas, mientras que las antiguas plantas nucleares de Europa se están eliminando gradualmente o son más propensas a cortes, lo que hace que el gas sea aún más necesario. Los bajos niveles de agua en el río Paraná, por otro lado, están obligando a las centrales hidroeléctricas de Brasil a depender de otros combustibles para la generación.
Como resultado del incremento de los precios de energía, algunos productores de fertilizantes en Europa se vieron obligadas a cerrar parcialmente las plantas o reducir de la producción, algo que podría acabar provocando un aumento de los costes para los agricultores, que está incrementando la inflación mundial de los alimentos.
Si las fábricas chinas continúan experimentando una escasez de energía, los precios mundiales del acero y el aluminio también podrían aumentar. Algunos pronostican que, en el peor de los casos, un shock en el suministro de energía podría afectar duramente a la economía más grande de Asia justo cuando la crisis de Evergrande envía ondas de choque a su sistema financiero.
El deseo del gigante asiático de ser más sostenible hizo que el gobierno chino cortara la luz de forma intermitente en fábricas y zonas residenciales. Como resultado, numerosas fábricas y productores de metal se han visto obligados a reducir la producción debido a la presión de Pekín. Incluso las trituradoras de soja, que procesan la cosecha en aceites comestibles y alimento para animales, recibieron la orden de cerrar esta semana en la ciudad de Tianjin.
El resultado de estas restricciones podría ser una escasez de todo, desde textiles hasta componentes electrónicos que podrían enredar las cadenas de suministro y consumir las ganancias de una gran cantidad de empresas multinacionales. En este contexto, no debería sorprendernos que Goldman Sachs haya recortado el pronóstico de crecimiento económico de China para 2021 al 7,8%, desde el 8,2%.
La mayor amenaza para la economía china es que las políticas gubernamentales limitarán significativamente el potencial de la industria energética para aumentar la producción para satisfacer el aumento de la demanda. Las restricciones de energía se extenderán e impactarán en los mercados globales.
***Igor Kuchma es analista de Trading View.