No sé si casi nadie es capaz de ver que tenemos todos los ingredientes dentro de la olla para gestar un techo de mercado de largo plazo, o que realmente es que no quieren verlo y prefieren exprimir al máximo a la vaca antes de que se choquen con la realidad de un mercado, que ya lleva mucho tiempo anunciando que se encuentra en un final de ciclo.
También son muchos los analistas que están culpando a la inflación como la causa de la caída que estamos viendo en el sentimiento del consumidor, cuando realmente lo que está ocurriendo es que el estado de ánimo social se está literalmente desmoronando debido a la grieta que la inyección monetaria generada por la pandemia de la Covid-19 está provocando entre una sociedad ultra rica y la clase obrera.
La primera se hace más ultra rica aún, mientras que la segunda se ha volcado de cabeza sobre las acciones de crecimiento, las nuevas salidas a bolsa y el mercado de criptomonedas y comienza a darse cuenta del error que ha cometido de la manera más cruel posible.
Y es precisamente este estado de ánimo social lo que está impulsando a la baja el sentimiento del consumidor. Y lo que es peor, estamos solo ante el principio porque muchos de ellos todavía están atrapados en su mundo de burbuja y, por lo tanto, son completamente inconscientes del problema que les viene encima. Para cuando lo descubran, será demasiado tarde.
De hecho, las cosas pueden ir a peor porque está comenzando a reinar la desorientación entre los analistas. Como prueba el caso de Goldman Sachs, que hace unos días se mostraba muy duro anunciando que veían hasta siete subidas de tipos de interés en el presente año después del duro dato de inflación, para días después hablar abiertamente de una posible recesión, por lo que dejaron a todos los inversores muy dubitativos.