El 'día D' para el default de Rusia: Putin suspenderá pagos por primera vez al no poder acceder a sus dólares
El mercado apuesta al 90% por el impago. Hay 155.000 millones en juego en manos de inversores extranjeros. En 1998 ya dejó de pagar con Yeltsin.
16 marzo, 2022 03:03Noticias relacionadas
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De ser uno de los países más solventes del mundo a convertirse en un 'paria' para la comunidad internacional. Eso es lo que ha conseguido Vladímir Putin con la invasión de Ucrania. El país euroasiático, entre la espada y la pared por las sanciones occidentales, el desplome del rublo y el cierre de la bolsa de Moscú, afronta hoy su 'día D'. Vence el pago de un cupón de deuda soberana por valor de 117 millones de dólares (unos 107 millones de euros) que no puede pagar en la divisa americana por tener congeladas las reservas, ni en rublos, una moneda que no aceptarían los acreedores.
El mercado apuesta ya en un 90% por la probabilidad de que la quiebra de Rusia se produzca. Los inversores cuentan con ello, pero parece que el mayor golpe se lo llevarán los propios ciudadanos rusos.
Basura. Más allá de calificativos personales, ese es el nivel al que las principales agencias de calificación han rebajado el rating de Rusia y algunas de sus principales compañías. El último impago (o default, en la jerga financiera) ruso se produjo en 1998, cuando gobernaba Boris Yeltsin. Pero nada tuvo que ver con la casuística actual.
Por aquel entonces, fue la crisis financiera asiática de 1997 la que estuvo en el origen de la caída de la Federación de Rusia. El detonante del posterior 'efecto vodka' fue el declive en los precios mundiales de las materias primas y la energía. Ahora, sin embargo, el petróleo, el gas natural o el trigo son los que se aprecian a un ritmo vertiginoso por una guerra en la frontera oriental de Europa que toca el bolsillo de medio planeta.
Lejos queda la solvencia rusa de antes de la agresión a Ucrania, un país el de Putin con poca deuda y grandes exportaciones de petróleo y gas. Como suele ocurrir en estos casos, se abre un periodo de gracia de 30 días en los que Rusia deberá devolver a sus acreedores el principal del bono. En dólares, no en rublos, algo que sería considerado igualmente una quiebra a ojos de la normativa internacional.
Los inversores mundiales poseían activos rusos por un valor aproximado de 170.000 millones de dólares (155.000 millones de euros) y las participaciones extranjeras en acciones rusas ascendían a 86.000 millones de dólares (78.500 millones de euros) a finales de 2021, según Vontobel. En el peor de los escenarios, este montante sería lo que podría volatilizarse en cuestión de días si Rusia impaga su deuda y otros activos se valoran a cero.
Pese a lo delicado del momento, la situación es controlable. Como puntualizaba Morningstar al comienzo de la invasión, la bolsa moscovita apenas supone un 0,3% de los fondos de inversión europeos. Y la cantidad anterior equivale más o menos al PIB de países como Perú, Grecia o Kazajistán, lo que no motivaría un shock global, como sí lo fue la quiebra de Lehman Brothers.
"Afortunadamente, la exposición a Rusia en los fondos de inversión globales es residual, y esto se quedará en un evento más de volatilidad en los mercados, lo que en nuestra opinión se acerca más a la oportunidad de compra que al apocalipsis", considera Salvador Díaz, director de Inversiones de Altair Finance.
Y es que el más que probable incumplimiento de pago de este miércoles no será una sorpresa para el mercado. Los seguros de impago que maneja el mercado, los famosos credit default swaps (CDS), asignaban este martes una probabilidad de default del 90% en la deuda pública que vence este 16 de marzo. Y el efecto contagio ya se deja notar en los bonos de Lukoil y Gazprom, que han visto como su rating ha pasado de investment grade (alta calidad crediticia) a CCC (especulación con un riesgo de impago muy alto) y sus cotizaciones ya se mueven en niveles de default.
Los rusos se llevan lo peor
Es conocido el chiste que hizo Ronald Reagan en 1983, cuando la URSS empezaba a agonizar. El presidente de EEUU bromeó con que los soviéticos tuvieran 10 años de espera para poder adquirir -si es que lo adquirían- un automóvil. "¿Por la mañana o por la tarde?", pregunta el cliente. "Dentro de diez años, ¿qué más da?", contesta el vendedor. "Bueno...", dice el hombre, "es que el fontanero tiene que venir por la mañana".
Igual que ha ocurrido en el pasado, los rusos sufrirán severamente en sus carnes la quiebra dado que el inversor ruso medio tiene un 95% de su cartera concentrada en el mercado doméstico, como vienen a coincidir distintas estadísticas de Charles Schwab, Macrobond, la Federación Mundial de Bolsas, el FMI o el Banco Mundial. Comparativamente, los españoles no llegan ni al 50% de su cartera expuesta a los activos ibéricos.
En los alrededores de Rusia, en cambio, otros países emergentes verán pasar de lejos esta crisis. "Las primas de riesgo emergentes ya han ido incorporando todos estos acontecimientos a sus cotizaciones", señala David Ardura, director de Inversiones de Finaccess Value. Incluso, en esta ocasión algunos países están mostrando una gran descorrelación con lo que está ocurriendo en Rusia. "Por ejemplo, en Latinoamérica las bolsas de Argentina y Brasil suben un 2% y un 4% en el año", subraya Díaz, de Altair.
En sentido amplio, la bancarrota rusa "parece algo muy asumido por el mercado", y habría que añadirle todo lo demás: "La inflación, el sesgo más restrictivo de los bancos centrales, los tipos más altos, el impacto sobre el crecimiento o los resultados empresariales", a juicio de Ardura, de Finaccess.
De hecho, en lugar de ser un momento para vender, históricamente los periodos de mayor incertidumbre han sido cuando los inversores más arriesgados han obtenido mejores rentabilidades.
Los bancos, poco preocupados
Todo el mundo mira el efecto del posible default en la banca, pero su afectación en el sector financiero será relativamente pequeña. Esto es así porque los bancos europeos tienen poca deuda del país en sus balances, principalmente porque Rusia no es una gran economía desarrollada como lo puede ser Alemania y, por tanto, sus bonos no suscitan tanto interés.
"La deuda exterior rusa no es significativa comparada con la de otros países. El impacto se notará sobre todo en los fondos de inversión o de pensiones que hayan invertido en deuda pública rusa", explica Antoni Cunyat, profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, a EL ESPAÑOL-Invertia. Y eso solo ocurrirá en los fondos temáticos de Rusia, mercados emergentes o la Europa del Este, aclaran desde Altair Finance.
Es por eso que Cunyat considera que el impacto sobre la banca de una cascada de impagos de deuda rusa sería pequeño, pues "no es lo mismo que si dejara de pagar China o Alemania", si bien "el sistema financiero muchas veces reacciona en cuanto a variables psicológicas". "Obviamente, hay un riesgo de transmisión al sector financiero, pero es más psicológico que real", añade el profesor de la UOC.
Con todo, algunos bancos europeos sí tienen bonos rusos en sus balances, aunque sea a un nivel marginal. Es el caso de entidades como Société Générale (según un informe de JPMorgan, dispone de unos 1.200 millones en bonos), ING (116 millones en su cartera de trading y 220 millones como otro resultado global, según la misma fuente), Intesa Sanpaolo (59 millones en deuda rusa en el negocio bancario y otros 67 millones en el asegurador) o UniCredit (1.200 millones a través de su filial).
Para Xavier Brun, director del Máster en Finanzas y Banca de la UPF-BSM, puede existir un impacto sobre la banca, pero en todo caso sería "limitado". Principalmente, "el problema que tiene el banco es si tiene deuda rusa en balance", añade.
La derivada del valor en bolsa
Sin embargo, más allá del impacto en balances existe una segunda derivada en la repercusión que puede tener sobre la banca y es la depreciación de su valor. Como explica Brun, las entidades con exposición a Rusia ya están sufriendo un severo castigo bursátil, no tanto por la deuda que tienen el balance como por su exposición a través de sus inversiones en el país. Estas se ven afectadas por la depreciación del rublo y "contablemente valen un 30% o 40% menos" que antes de la invasión por esta circunstancia.
En todo caso, para Brun solamente podrán conocerse las consecuencias negativas de este default sobre las economías occidentales "cuando se abra el melón del apalancamiento del sistema frente a Rusia", es decir, cuando se activen los CDS. Un impacto difícil de estimar en estos momentos, pues "son contratos bilaterales entre los bancos".