El impacto con el que golpeó a las bolsas la invasión rusa de Ucrania, que comenzó hace ya dos meses y medio, está lejos de terminar. Las bolsas europeas y Wall Street están experimentando una fuerte corrección de la que no se ve aún el final, y los expertos apuestan por la cautela: lo mejor en este escenario sería comprar acciones de calidad, bonos de corta duración y oro como activo refugio.
Está ocurriendo por toda Europa, pero también al otro lado del Atlántico. En lo que va de año, el Ibex 35 ha perdido un 6,6%. Una fuerte caída que, con todo, no es la mayor en Europa. El DAX alemán se deja un 14,7% desde que comenzó este año, mientras que el CAC francés corre una suerte similar (-14,5%). Por su parte, el FTSE británico, que suele desmarcarse del resto de Europa, cae únicamente un 2,2% en lo que va de año.
En Estados Unidos, la situación es incluso peor. El índice de referencia, el S&P500, retrocede un 16,7%, mientras que el Nasdaq lidera los desplomes con un descenso del 27,8%.
Miedo al golpe económico
Un fuerte castigo tras el que se esconde el miedo y la incertidumbre de los inversores por la situación económica que ha dejado la invasión rusa de Ucrania tras el golpe que supuso la pandemia.
Por una parte, las compañías deben afrontar un escenario de elevada inflación que todavía no ha tocado techo. En la zona euro, la inflación llegó al 7,5% en marzo, aunque la subyacente se mantuvo en el 3%. En EEUU la cosa va más rápida: la inflación fue del 8,5% ese mes y la subyacente se quedó muy cerca, en el 6,5%.
Por otra, los bancos centrales han comenzado ya a transitar por la senda de la normalización monetararia, lo que se traduce en una serie de subidas de los tipos de interés que no están sentando nada bien a los inversores. Un camino que ya está asentado en Reino Unido y en EEUU, donde ya se han decidido al menos dos incrementos del precio del dinero en las últimas semanas. Y con rotundidad, son subidas no vistas desde, al menos, la pasada crisis.
El Banco Central Europeo (BCE), consciente de que la inflación subyacente de la zona euro, pese a ser elevada, no acelera aún al ritmo de la estadounidense, todavía está esperando para hacer lo propio. En los próximos meses pondrá fin a su programa de compra de activos y solo después comenzará con las subidas de tipos. Algo que podría ocurrir ya en julio.
Todo esto en un contexto en el que las previsiones de crecimiento de las distintas economías no dejan de recortarse y el temor a la estanflación (crecimiento bajo y elevada inflación) sobrevuela Europa desde hace semanas.
"Los inversores están aterrorizados por el ciclo de subidas de tipos sin precedentes de la Reserva Federal y la liquidación del balance general y el severo pronóstico de estanflación del Banco de Inglaterra, de una inflación del 10% y una recesión para finales de este año en una economía del G7", resume Ben Laidler, estratega de mercados globales del bróker eToro.
En pocas palabras, como añade el experto: "Los riesgos son múltiples en EEUU, Europa y China, mientras que las valoraciones proporcionan poco apoyo general todavía".
Además, como explica Francisco Quintana, director de Estrategia de Inversión de ING, acometer subidas de los tipos suele lastrar el crecimiento económico y, además, "tampoco ayuda a las bolsas ni a la renta fija, que son los dos grandes componentes de una cartera de inversión".
De hecho, en abril las bolsas y los bonos mundiales cayeron alrededor del 3% (-3,1% la bolsa mundial y -2,9% los bonos), mientras el oro volvió a actuar como valor refugio y repuntó más de un 3%. Con todo, Quintana advierte de que estos números "serían bastante peores sin la fortísima depreciación del euro o, lo que es lo mismo, la apreciación del dólar, que ha sido de aproximadamente un 5% este mes".
Compañías de calidad y oro
Así las cosas, la gran pregunta que se hacen los inversores es qué hacer con su cartera ahora que están en el ojo del huracán. En opinión de Francisco París, fundador de Eagle Hill Investments y asesor del fondo Olimpo, dentro de los índices bursátiles un inversor debería centrarse en “aquellas compañías que no estén excesivamente endeudadas, que tengan un crecimiento constante de sus beneficios y que sean empresas con modelos de negocio únicos, que posean una ventaja competitiva con respecto al resto de las compañías”. Esto es, en “compañías de calidad”.
Rafael Peña, cofundador de Olea Gestión y cogestor del fondo Olea Neutral, propone un esquema de inversión con un horizonte temporal de, “mínimo, tres años”. Su guía pasa por tener una exposición a “renta variable en los mínimos según el perfil de riesgo, y lo mismo con el dólar”.
Acto seguido, construir carteras de renta fija empezando por los plazos cortos según se ejecute el final de la política ultraexpansiva (QE, por sus siglas en inglés) del BCE. Mantener exposiciones a oro como elemento protector contra la inflación y “la eventual caída de las criptomonedas” e invertir en deuda emergente en “los países que sean capaces de controlar su inflación”, resume Peña.
Aun con todo en contra, el escenario central que maneja Olea no es de recesión mundial. "A partir de aquí, si la inflación remite y el mercado entiende que los bancos centrales no están detrás de la curva, encontraremos valor en renta fija y variable (han mejorado las valoraciones por las caídas) y deberíamos ver el final del conflicto de Ucrania para ver la recuperación total dentro del año", establece el gestor.
La última incógnita reside en el bloqueo que sufre el mayor puerto del mundo por la política china de Covid cero. En cuanto al cierre de las cadenas de suministro en Shanghái, desde Eagle Hill esperan que se vaya recuperando conforme se levanten los confinamientos en el gigante asiático.
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