El Banco Central Europeo (BCE) parece haberlo conseguido. Y sin usar la ya famosa -aunque a la vez desconocida- herramienta para evitar la fragmentación financiera de la eurozona. Solo el anuncio de su intervención, en caso de ser necesario, ha servido para que las rentabilidades de los bonos y las primas de riesgo hayan bajado considerablemente.

Un claro ejemplo es el bono español a 10 años. El interés exigido a la deuda de España a largo plazo se ha reducido hasta el 2,3%. No se veía un nivel similar desde hace más de un mes.

Lo mismo ha sucedido con la prima de riesgo de España -el sobrecoste que el país debe asumir para financiarse respecto Alemania, considerado el emisor más seguro y, por tanto, de referencia en Europa-. Ahora se acerca a los 105 puntos básicos.

Primas de riesgo

El 14 de junio, la sesión previa a la reunión que mantuvo de urgencia el BCE para tratar las condiciones del mercado, el interés del bono español a 10 años superó el 3% por primera vez desde 2014. La prima de riesgo, por su parte, alcanzó los 140 puntos básicos, una cota a la que no llegaba desde la primavera de 2020.

Los mercados amanecieron la mañana del día 15 de junio con la noticia de que los miembros del Consejo de Gobierno del BCE se daban cita. El encuentro terminó con una rueda de prensa de su presidenta, Christine Lagarde.

En ella, la francesa anunció la flexibilidad en la reinversión de los vencimientos de su cartera de deuda correspondiente al programa contra la pandemia (PEPP, por sus siglas en inglés), así como la aceleración en el diseño de "un nuevo instrumento antifragmentación" dirigido a calmar las tensiones en los mercados de deuda soberana.

Desde entonces, el interés exigido al bono español se ha reducido en 90 putos básicos, hasta ese 2,3%, mientras que la caída de la prima de riesgo ha alcanzado los 35 puntos. Lo mismo ha sucedido con las rentabilidades y los diferenciales de los países del entorno.

El descenso más significativo ha sido el de la prima de riesgo de Grecia. El diferencial heleno se ha reducido en unos 125 puntos básicos en menos de tres semanas. Ahora se sitúa en los 215 puntos básicos.

También se ha reducido de forma considerable la prima de riesgo de Italia. Ha pasado de superar los 250 puntos básicos a transitar por los 200, en tanto que el interés exigido al bono transalpino a 10 años ha caído por debajo del 3,5%.

El caso de Portugal es similar al de España. De la misma manera, el diferencial luso se ha relajado cerca de 30 puntos básicos -hasta los 106-, con el bono en el 2,4%.

Antifragmentación

Desde el anuncio oficial, Lagarde ha dado pocos detalles sobre la herramienta antifragmentación. "Será una medida eficaz, proporcionada y dentro de nuestro mandato", indicó ante el comité de Asuntos Económicos del Parlamento Europeo. "Cualquiera que dude de esa resolución estará cometiendo un grave error", subrayó.

La semana pasada, durante el foro que el BCE celebra en Portugal de manera anual, subrayó que el próximo programa de compra de bonos mantendrá la presión sobre los Estados para que mantengan sus presupuestos en orden. Es decir, el nuevo plan vendrá con algunas condiciones para los países que se beneficien de él.

En un reciente informe que evaluaba todos los pasos dados por la institución europea, los expertos de Bank of America mostraban sus sospechas de la existencia de "grandes diferencias entre los miembros del Consejo de Gobierno sobre lo que desencadenaría el uso de la flexibilidad de reinversión, y cómo podría ser la herramienta antifragmentación".

Sobre este asunto, en el banco privado Julius Baer apuntan que "lo que más preocupa es la disonancia pública entre los distintos miembros del BCE. Por un lado, están los más hawkish -como se conoce en inglés a los 'halcones', aquellos con una postura más dura- que cuestionan la necesidad de actuar".

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En el otro lado se encuentran "los representantes de los Estados miembros más débiles, que instan a establecer un límite máximo formal para el diferencial entre los rendimientos de los bonos alemanes" y los de los países periféricos.

La voz más discordante hasta ahora ha sido la de Joachim Nagel, el presidente del Bundesbank. No tiene nada claro que el BCE deba crear un nuevo instrumento para controlar las primas de riesgo de los países altamente endeudados.

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A su juicio, son los Gobiernos de Madrid y Roma los que deben tomar medidas para cuadrar sus cuentas, mientras que la institución europea debe concentrarse en combatir la inflación desbocada, que en junio marcó un nuevo récord histórico del 8,6%

Por el contrario, otros halcones del BCE, como el belga Pierre Wunsch y el holandés Klass Knot, han respaldado la promesa de Lagarde de luchar contra la fragmentación financiera. Las discusiones se centran en si subir los tipos 25 o 50 tipos básicos en la reunión que el instituto emisor celebrará en julio.