Aunque todavía cerca del 50%, los inversores extranjeros redujeron en 2021 su inversión en la Bolsa española. Por el contrario, la tenencia de acciones nacionales por parte de las familias del país se mantuvo estable en el 17,1%, según datos de Bolsas y Mercados Españoles (BME).

A cierre del pasado ejercicio, los no residentes controlaban el 48,8% de la capitalización bursátil de las empresas cotizadas españolas, 1,1 puntos menos que el año anterior y 1,4 puntos por debajo del récord histórico que se alcanzó en 2019.

Los principales inversores dentro del grupo de los extranjeros son los denominados institucionales, es decir, gestoras de fondos de inversión y de pensiones, fondos soberanos, compañías de seguros, fondos de capital riesgo e incluso bancos de inversión e intermediarios que mantienen carteras de acciones.

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En lo que va de siglo los inversores extranjeros han aumentado en más de 14,5 puntos su peso en la Bolsa española, desde el 34,3% de 1999 al 48,8% de 2021. Si tomamos como referencia el año 2007, previo al estallido de la crisis financiera mundial, los extranjeros han aumentado su participación en 12 puntos porcentuales a lo largo de casi tres lustros.

Este periodo de tiempo ha estado marcado por sucesos negativos de diversa índole y gran envergadura: la crisis financiera, la crisis de deuda soberana en la eurozona y la pandemia mundial causada por la covid-19, que ha dado paso a una crisis energética de ámbito mundial.

Familias

La participación de las familias españolas en la propiedad de acciones cotizadas de empresas españolas se ha mantenido estable en el 17,1% al cierre del año 2021, después de la subida de un punto porcentual experimentada en 2020 y que rompió una racha de cinco años consecutivos de caída.

El dato de 2020 y 2021 es el segundo más bajo de la serie histórica elaborada por el servicio de estudios de la Bolsa española que ya alcanza 30 años. La elevada presencia de inversores individuales o familias ha sido históricamente uno de los rasgos diferenciales de la Bolsa española y se llegó a alcanzar máximos del 33,6% en 1999.

La etapa de crecimiento más próxima a la actualidad se produjo durante los años posteriores a la crisis financiera y económica que se inició en 2008, cuando las familias se convirtieron en un puntal importante del mercado aumentando su cartera de acciones cotizadas.

"El aumento de la actividad minorista detectada sobre todo en los mercados estadounidenses -pero también en Europa- a raíz de las fuertes caídas del mes de marzo de 2020 en plena crisis pandémica, no ha tenido continuidad en 2021", apuntan desde el gestor del mercado español.

La fuerte recuperación experimentada por las cotizaciones parece haber llevado sobre todo a recogidas de beneficios”, añaden. En España, por ejemplo, la suma de accionistas de las cinco principales entidades cotizadas se redujo en más de 213.000 titulares a cierre de 2021 frente al término del año anterior.

Más allá de inversores extranjeros y familias, las empresas no financieras controlan el 20,9% de las cotizadas españolas, una décima porcentual menos que un año antes. Las instituciones de inversión colectiva, seguros y otras instituciones financieras no bancarias elevan su peso hasta el 7%, frente al 6,4% anterior.

Las Administraciones públicas poseen el 2,7%, dos décimas menos, y los bancos y cajas, un 3,5%. Este dato supone un crecimiento de ocho décimas porcentuales e implica el máximo desde 2015.