Dos días después pero actuó. El Banco de Inglaterra sacó el miércoles la artillería para contener la escalada de la deuda británica y el desplome de la libra. El objetivo de la institución es que los inversores no crean que la situación de la economía de Reino Unido es similar a la de un país emergente, una comparación que analistas y pesos pesados del mercado ya han hecho.

Al más puro estilo del expresidente del Banco Central Europeo (BCE) Mario Draghi en 2012, el Banco de Inglaterra lanzó el mensaje de que hará todo lo que sea necesario para estabilizar la situación de las finanzas británicas, que se han visto alteradas por el anuncio de bajada impuestos del Gobierno de Liz Truss.

Ese "whaterver its takes" se traduce como compras de deuda pública inglesa a largo plazo hasta el próximo 14 de octubre. Las adquisiciones se sumarán a la subida de tipos de interés de su reunión prevista para el próximo 3 de noviembre, tal y como la institución dejó entrever el pasado lunes.

Efecto

El efecto fue inmediato: la rentabilidad de la deuda del país bajó con fuerza y la libra recuperó terreno frente al dólar. “El Banco de Inglaterra está actuando como una especie de amortiguador para el alto volumen de emisión de deuda futuro requerido por el Gobierno para financiar los amplios recortes de impuestos anunciados la semana pasada”, advierten los analistas de Scope Rating.

En su opinión, la credibilidad de la institución presidida por Andrew Bailey “depende de que las compras de bonos se lleven a cabo durante un tiempo limitado y se retiren tan pronto como los mercados se hayan estabilizado”.

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La libra esterlina alcanzó el pasado lunes su mínimo histórico frente al dólar al hundirse hasta los 1,035 ‘billetes verdes’. En parte, el desplome estuvo propiciado por la preocupación por la rebaja fiscal, pero también a un verano de incertidumbre política tras la dimisión del ex primer ministro Boris Johnson y las dificultades económicas que ha acarreado el brexit.

Las mismas preocupaciones que han provocado la debilidad de la moneda británica también se han reflejado en el mercado de bonos de Reino Unido, donde los precios de los bonos han caído bruscamente, haciendo subir las rentabilidades con fuerza. El interés del papel inglés a 30 años llegó a superar el 5% por primera vez desde 2002.

Pérdida de confianza

La pérdida de confianza y la falta de financiación del proyecto han hecho que la libra esterlina caiga en picado. Muchos analistas abogan por que la libra se sitúe en la paridad, o en un nivel inferior, con respecto al dólar estadounidense”, subrayan los expertos de Schroders.

A pesar de que la actuación del Banco de Inglaterra ha servido para tranquilizar al mercado al menos a corto plazo, en la gestora británica Jupiter AM consideran que el instituto emisor “se queda corto”.

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La situación de la deuda británica y de la libra "se ha convertido en algo similar a una crisis de deuda de mercados emergentes, cuando los inversores extranjeros pierden la confianza en un gobierno local y venden tanto los bonos como la moneda al mismo tiempo", apuntan los mismos expertos.

No han sido los primeros en comparar la situación de Reino Unido con la de una economía en vías de desarrollo. Deutsche Bank advertía a principios de septiembre que el país podría enfrentarse a “una crisis monetaria típica de los mercados emergentes”.

Emergentes

La libra se ha depreciado un 20% frente al dólar desde que empezó el año. La caída es inferior a la pérdida de valor de la lira turca -que roza el 28%-, pero superior a la de la rupia india (8,7%). Por el contrario, el real brasileño se ha apreciado un 4,2% frente a la moneda estadounidense.

Otras personalidades del mundo de la economía y la inversión también han comparado la situación de Reino Unido con la de una economía emergente.

Así lo hizo el miércoles Ray Dalio, fundador del hedge fund Bridgewater. En su cuenta de Twitter señaló que el Gobierno británico está "operando como el gobierno de un país emergente". Una opinión compartida por el exsecretario del Tesoro de Estados Unidos, Larry Summers.

En este contexto, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la agencia de calificación Moody’s han aumentado la presión sobre Reino Unido para que dé marcha atrás en su nueva estrategia económica.

"Dadas las elevadas presiones inflacionistas en muchos países, incluido Reino Unido, no recomendamos paquetes fiscales grandes y no focalizados en este momento, ya que es importante que la política fiscal no trabaje en dirección contraria a la política monetaria”, advirtió el organismo internacional.

También en un comunicado contundente, Moody's señaló que los grandes recortes fiscales eran "negativos desde el punto de vista crediticio" para Reino Unido, con el riesgo de un aumento estructural de los costes de financiación que podría debilitar la economía.

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