Los grandes gestores de fondos han cambiado su estrategia de inversión respecto a las bolsas europeas. Mientras que la sobreponderación de Reino Unido en las carteras se ha desplomado en plena crisis política del país, la infraponderación de la renta variable alemana se ha reducido drásticamente.
Así se desprende de la última encuesta realizada por Bank of America entre los grandes inversores del Viejo Continente. La situación contrasta con anteriores sondeos y con el posicionamiento que muchas casas de análisis han ido comunicando a lo largo de todo el año y, especialmente, tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia.
El británico es “el principal mercado de valores con mejor comportamiento este año, con una valoración barata, con un enfoque global y una combinación de materias primas y acciones defensivas”, explicaban este verano los analistas de eToro.
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El FTSE 100 -el principal indicador de la Bolsa de Londres- cae en torno a un 6% en lo que va de ejercicio. Es el segundo mejor selectivo europeo después del PSI-20 lisboeta, cuyo descenso ronda el 2,5%, beneficiado también por su exposición a las materias primas y la energía.
El cambio de sentimiento de los gestores de fondos, según refleja la encuesta de Bank of America, ha tenido lugar en plena crisis política en Reino Unido, desencadenada por la propuesta de recortes fiscales del recién estrenado Gobierno de Liz Truss.
Las mencionadas medidas provocaron una pérdida de confianza en los mercados de tal magnitud que la libra esterlina alcanzó mínimos históricos frente al dólar el pasado 26 de septiembre -al desplomarse hasta los 1,068 ‘billetes verdes’-, mientras que la rentabilidad del bono británico a 30 años llegó a superar el 5%.
Ante esta situación, el Banco de Inglaterra se vio obligado a intervenir y comprar gilts -como se conocen a los bonos británicos- a largo plazo, ya que se hizo evidente que la velocidad de las rentabilidades de la deuda había causado problemas a algunos fondos de pensiones. Pero el apoyo de la institución tenía fecha de caducidad: el 14 de octubre.
Marcha atrás
A punto de cumplirse el plazo, Truss no tuvo más remedio que tomar nuevas medidas. Convocó al ministro de Economía, Kwasi Kwarteng, quien se encontraba en Washington para una reunión del Fondo Monetario Internacional (FMI), para informarle de su despido tras permanecer en el cargo solo 38 días.
Acto seguido, el exsecretario de Sanidad, Jeremy Hunt, fue nombrado nuevo ministro de Economía y el pasado lunes informó de que el Ejecutivo británico eliminará todas las medidas fiscales y limitará las ayudas para reducir la factura energética a empresas y hogares.
Aunque los mercados reaccionaron positivamente, tanto la libra como los intereses de los gilts no han vuelto a los niveles anteriores a la crisis. Y los analistas de Schroders no esperan que lo hagan a corto plazo. “Dada la volatilidad y la fragilidad del Gobierno británico, los inversores exigen, con razón, un descuento en los activos británicos para compensar el riesgo adicional y la incertidumbre en las políticas que anuncian (y de las que luego se retractan)”, explican estos expertos.
Y la historia podría no haber terminado aún, ya que los rumores siguen sugiriendo que el Partido Conservador podría destituir a Liz Truss para reforzar su posición ante la opinión pública para las próximas elecciones generales, que deben celebrarse antes de enero de 2025.
Crisis energética
Los mercados de apuestas dan una probabilidad de dos tercios a que la conservadora se vea obligada a abandonar el cargo antes de que acabe el año, según los datos recogidos por la misma gestora.
Por el contrario, y teniendo en cuenta los resultados de la encuesta de Bank of America, la infraponderación de Alemania se ha reducido en un momento en el que la caída anual del Dax -el principal índice de la bolsa germana- es del 20%. Entre los grandes indicadores europeos, solo el descenso del FTSE MIB italiano -del 22%- es superior.
El comportamiento de la bolsa alemana refleja la incertidumbre que envuelve a sus perspectivas económicas. El propio Gobierno alemán espera que el país entre en recesión económica en 2023. Será entonces cuando -según sus previsiones- el producto interior bruto (PIB) caiga un 0,4%.
La nueva predicción es una revisión a la baja del pronóstico de primavera y se debe en buena parte a las repercusiones económicas de la guerra en Ucrania y, especialmente, a la interrupción de los suministros de gas rusos, tal y como recogía la agencia Efe.
Por su parte, el Fondo Monetario Internacional (FMI), en su informe de perspectivas predijo este martes que la economía alemana caerá en 2023 un 0,3%, tras un crecimiento del 1,5% en este año. El organismo considera que Alemania es el más afectado de los países industrializados por la crisis energética actual.