¿Fin al ciclo de subidas de tipos?
Las esperadas comparecencias de la Reserva Federal (Fed) y el Banco Central Europeo (BCE) la semana pasada se saldaron sin sorpresas. Las dos instituciones anunciaron sendas subidas de tipos de igual cuantía, pero con una interpretación diferente que voy a intentar desgranar.
La Fed muy posiblemente ha llegado al tope del ciclo de subidas que empezó hace apenas doce meses, algo que históricamente ha llevado entre dos y tres años. Y lo hace confirmando que su estrategia sigue anclada en el objetivo de bajar la inflación sin agitar en exceso los mercados.
Es un hecho que los precios aflojan después de una histórica falta de previsión en 2021 que le llevó a negarla y luego a rectificar con un ritmo de subidas de tipos no visto en décadas, generando un problema moral pues sabemos que la Fed no da puntadas sin hilo, o lo que es lo mismo, en esta versión 2.0 que desarrolló Greenspan actúa con un ojo puesto en Mr. Market.
Analizar la decisión del BCE es más complejo pues en esencia tiene el mismo hilo argumental que su homónimo americano solo que sin un objetivo tan definido. La inflación sigue alta en términos absolutos y relativos, lo que ha sorprendido negativamente en el año con una pauta que no invita mucho al optimismo.
Siendo el endeudamiento menos acusado que el de Estados Unidos, la necesidad de llevar la inflación a niveles altos no está tan clara en la mente del BCE si no es por un crecimiento potencial tan bajo (lo que los economistas llamamos output gap). Y es que una vez pasado el factor de impulso de la pandemia se ha vuelto a la senda débil y descendiente que apunta a las mismas preocupantes tasas previas a la última recesión.
La necesidad de llevar la inflación a niveles altos no está tan clara en la mente del BCE si no es por un crecimiento potencial tan bajo.
Desde aquí los próximos pasos de ambas instituciones parecen más predecibles que a principios de 2023. Bajar mucho la inflación no parece que sea el objetivo para unas economías que siguen acusando un problema de falta de crecimiento nominal que no requiere de tipos altos.
La Fed además tiene un argumento válido para justificar que el ciclo se ha agotado pues la crisis abierta en la banca regional apunta a un próximo movimiento de alivio en las tasas que va a llegar mucho antes de lo esperado. En Europa, quizás por eso de la apariencia, se esperan al menos dos subidas más para desde ahí replicar el proceso del otro lado del Atlántico no sea que la divisa se descontrole y posibilite importar inflación volviendo a la casilla de salida.
¿Realmente necesita la economía tipos altos?
Subir los tipos de interés ha tenido por objetivo controlar un anhelo de la Fed desde que en 2020 cambiase su Consensus Statement, que no fue otro que salir de la deflación en la que se instaló la economía americana post GCF.
Todo bien hasta que la pandemia provocó un espectacular cambio en los hábitos de compra y una posterior fiebre consumista que, en contra de una opinión pública que todavía cree que la inflación es causa de la energía, llevó al descontrol de los precios de bienes y servicios.
La inflación es buena para España, Francia o Italia, las economías más endeudadas y deficitarias en sus cuentas.
En Europa, donde las cosas siempre se cuentan para peor, la inflación sí tuvo un efecto añadido por la crisis energética. El problema es además político, pues la inflación es buena para España, Francia o Italia, las economías más endeudadas y deficitarias en sus cuentas, porque a la vez que les permite ir repagando sus deudas les da crecimiento nominal.
Este es el gran dilema moral, crecer generando inflación alta pero controlada. La cuestión es que cuando se actúa con torpeza y no se consiguen los objetivos, estos niveles de precios hacen que la población se empobrezca lo que acelera lo que vengo anunciando, que es la gran nueva crisis que se atisba para Europa en forma de estallido social.