Christine Lagarde, presidenta del BCE.

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La tribuna

¿Deberíamos cambiar el objetivo de inflación?

4 agosto, 2023 03:14

Desde los años 90, los bancos centrales fijan o han fijado el objetivo de inflación en el 2% porque esta cifra se asocia a la estabilidad de precios y a que un objetivo más bajo no es deseable debido al riesgo de deflación asociado a una variación demasiado pequeña de los precios. A los banqueros centrales no les gusta la deflación porque puede cambiar profundamente el comportamiento y penalizar el crecimiento y el empleo.

En un antiguo informe, la Comisión Boskin afirmaba que la inflación medida por el IPC era en general algo superior a la "inflación real". Esta diferencia se situaba en torno al 1,3% hasta 1996. A partir de entonces, elegir un objetivo demasiado bajo significaba correr el riesgo de entrar en deflación. Entonces se pudo optar por el objetivo del 2%. Sin embargo, no existe ninguna base teórica que permita identificar una tasa de inflación óptima tendente a esta cifra mágica.

Por ello, Olivier Blanchard, economista francés y ex economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), sugiere que los bancos centrales cambien su objetivo de inflación para fijarlo en el 3% en lugar del 2%. Su argumento puede resumirse en que el principal riesgo de persistencia de la inflación pasa por los salarios, mientras que las otras fuentes de inflación pueden disminuir (como los efectos del plan de estímulo de Biden) o invertirse (como el precio de la energía).

Pero los asalariados no quieren ver su poder adquisitivo reducido permanentemente y pueden reclamar a lo largo del tiempo a riesgo de provocar efectos de persistencia. Blanchard advierte también que los bancos centrales, al no querer desviarse de este objetivo del 2%, corren el riesgo de penalizar permanentemente al mercado laboral.

En efecto, si los salarios son la primera fuente de persistencia, reducir significativamente su evolución significa forzar a la economía a entrar en recesión para invertir el impulso demasiado robusto del mercado laboral. Por lo tanto, o bien hay que soportar este riesgo de persistencia de una inflación un poco más alta durante más tiempo, o bien hay que hacer todo lo posible para converger rápidamente hacia el objetivo del 2% y recuperar cierta normalidad.

En EEUU y en la zona euro, la creación de empleo es fuerte y la tasa de paro está en su nivel más bajo. Invertir esta dinámica sería penalizador

En un artículo escrito en 2015, con Larry Summers y Eugenio Cerruti, Blanchard concluía que toda recesión tiene un coste a largo plazo y por eso hay que evitar correr este tipo de riesgos. Así que luchar a toda costa para romper finalmente el mercado laboral es un arbitraje que podría llevar rápidamente a los bancos centrales a tipos de interés más altos que los observados actualmente. En Estados Unidos y en la zona euro, la creación de empleo es fuerte y la tasa de paro está en su nivel más bajo. Invertir esta dinámica sería penalizador.

Sin embargo, esta es la posición reiterada por Christine Lagarde la semana pasada durante el seminario del Banco Central Europeo en Sintra. El BCE comparte la idea de que la persistencia vendrá de los salarios pero, en lugar de acomodarse, ve la obligación de una política restrictiva a largo plazo, con la esperanza de no provocar una recesión mayor.

Por su parte, Blanchard sugiere que, en lugar de seguir este camino, quizá sea mejor vivir con una inflación más alta y ganar flexibilidad de ajuste ya que, si la inflación es permanentemente más alta y durante un periodo prolongado, los bancos centrales se sentirán rápidamente agobiados con un objetivo del 2%. Por eso sugiere un 3%, mientras que un 4% podría tener efectos más marcados sobre el consumidor y, al abogar por el 3%, indica que no es una cifra muy diferente del 2% y que el cambio no disgustaría al consumidor.

Tenemos que tener en cuenta que la economía cambia radicalmente con la transición energética. Y los bancos centrales también deben tenerlo en cuenta. Por ello, cambiar el nivel del objetivo de inflación es una forma de adaptarse a este nuevo entorno sin perder credibilidad.

***Philippe Waechter es economista jefe de Ostrum AM (Natixis Investment Managers)

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