Imagen de archivo del presidente de la Fed, Jerome Powell, durante una rueda de prensa.

Imagen de archivo del presidente de la Fed, Jerome Powell, durante una rueda de prensa. Fed / EP

BLUE MONDAYS

¿Está el mundo preparado para soportar tipos al 7%?

2 octubre, 2023 02:42

En una entrevista con el Times of India publicada el pasado martes, Jamie Dimon advirtió del dolor que se avecina si la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) tiene que seguir aumentando las tasas de interés para enfriar la inflación.

Los comentarios del CEO de JP Morgan se sumaron al actual nerviosismo de Wall Street que ha sido alimentado en gran parte por la preocupación de que la Reserva Federal mantenga altas las tasas de interés por más tiempo. Conviene recordar que desde principios del año pasado, la Fed ha elevado de forma fulgurante el precio del dinero desde casi cero a poco más del 5%.

Sea un escenario catastrófico o no lo que hay que entender es que, de momento, seguimos en lo que se podría llamar un escenario base que pasa por un enfriamiento de las expectativas de inflación con una economía con el motor en modo crucero automático. Si se contrasta la opinión de Dimon con lo que piensa el mercado hay una diferencia notable. Atendiendo al mercado de futuros, las pocas posibilidades de que las tasas lleguen al 7% son inexistentes.

Lo primero es entender qué factores podrían impulsar los tipos de interés hasta ese umbral. El más claro sin duda pasa por un shock de oferta como el causado por un precio del petróleo por encima de 150 dólares el barril, siguiendo una simple regla que nos dice que por cada 10 dólares de subida del barril se generan 0,3 puntos de inflación.

Otro argumento podría ser un repunte sincronizado en los precios de la alimentación como consecuencia de factores climáticos extremos como la actual sequía que sufren los principales países productores.

Atendiendo al mercado de futuros, las pocas posibilidades de que las tasas lleguen al 7% son inexistentes

Con cualquiera de esos escenarios tendríamos una vuelta a índices de precios anormalmente elevados por lo que los bancos centrales estarían obligados a reaccionar de forma contundente con el consiguiente riesgo de descarrilamiento económico.

Es cierto que hay precedentes de que esa relación no tiene porqué darse. Suecia es el ejemplo más claro. Con una inflación descontrolada en el 9% subió 100 puntos básicos el precio del dinero de una tacada y la economía siguió creciendo en los trimestres posteriores solo que a tasas muy finas y bordeando siempre la recesión.

No hay recetas mágicas, pero tipos mucho más altos en un mundo que nada en la deuda y con problemas estructurales de diversa índole lo que es evidente es que un 7% -incluso el 6%- marcaría un antes y un después.

La carga financiera asfixiaría a la mitad de las empresas y a un tercio de la población. El consumo caería drásticamente y la inversión simplemente se desvanecería. A los bancos ya les daría igual su margen de intereses o si tocan o no los depósitos ya que estarían centrados en salvar su balance como una barca que hace agua por todos lados.

El consumo caería drásticamente y la inversión simplemente se desvanecería

Todo ello sin mencionar la tremenda debacle del mercado de deuda y la consiguiente penalización de las bolsas.

Dimon quizás ha exagerado con su visión maniqueísta de una estanflación pero el riesgo de que suceda realmente es otra cosa diferente porque, si algo nos ha enseñado este siglo, es que lo peor puede pasar aun siendo imposible.

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