¿Por qué el Ibex 35 es un índice rezagado?
En las últimas semanas he comentado la sucesión de máximos históricos que se han dado en las bolsas de todo el mundo. No sólo son los índices de los mercados desarrollados, como pueden ser la bolsa americana, la alemana o la japonesa; los récords de cotización se ven también en Argentina, la India, Taiwán y otras muchas bolsas menores de países emergentes.
Pero ¿y España? ¿Hay algún motivo por el cuál nuestro país está a una eternidad de sus máximos de todos los tiempos? Esta media afirmación es lo que voy a analizar en la columna de esta semana.
Habría que retroceder hasta noviembre de 2007 para ubicar el nivel más alto jamás alcanzado por el Ibex. Si medimos la diferencia punto a punto con la cotización de hoy queda un muy largo trecho por recorrer de nada menos que 5.640 puntos, o lo que es lo mismo, tendría que subir desde los 10.305 puntos actuales un 55% para batir ese hito histórico.
El Ibex con dividendos
Sin embargo, como mencionaba antes, es una verdad a medias. Entre otros muchos ajustes, nuestro índice se calcula en base a la capitalización ponderada ajustada de cada uno de sus 35 componentes, y entre esos ajustes, están los dividendos que pagan las compañías que, como bien se sabe, se "descuentan" del precio de la acción.
Ese ajuste llevado al retorno total se mide a través del total return. De esta forma, el Ibex NR con dividendos sí está marcando máximos. Comparando noviembre de 2007 con el último precio disponible -34.562,1 puntos- la diferencia es superior a 13.000 puntos.
El Ibex es un índice de los que yo llamo ingrato a la hora de compararse. Es muy binario, o se le bate con facilidad o cuesta un mundo.
En el tema de los dividendos habría que comparar entonces si los mismos se perciben sin impuestos, ajustar los costes que se aplican al cobro, y lo más importante, su reinversión o no comparado con el coste de oportunidad. Pero dejándolo de lado, el Ibex es un índice con muchos otros ángulos que van más allá de su evolución en el tiempo.
Como gestor, y hablo desde una profunda experiencia, el Ibex es un índice de los que yo llamo ingrato a la hora de compararse. Es muy binario, o se le bate con facilidad o cuesta un mundo. Una rentabilidad por dividendo del 5% como la actual obliga a un gestor de carteras a obtener rendimientos muy elevados para poder batir ese diferencial y además ser remunerado a través de una comisión de gestión.
Aun seleccionando buenas compañías y manteniendo una ratio de acierto del 50%, una mala distribución de pesos puede hacer imposible superar ese diferencial de entre el 5% y el 7% que hay que generar para batir al Ibex.
Y esto tiene otra lectura. El Ibex es un índice bancarizado y con mucho peso en compañías reguladas o con influencia del estado. Estos sectores pueden pagar un año o dos, pero no es recurrente.
Es muy complicado que nuestro índice represente a España en las carteras de inversores internacionales. Eso no quita que haya excelentes compañías y buenísimas ideas, pero la imagen de nuestro mercado es en general bastante regular.
La pobre distribución de pesos; la baja profundidad de mercado; la casi nula representatividad en sectores demandados, como por ejemplo la tecnología, o la eterna losa que suponen los escándalos de algunas compañías, como puede ser el caso de Grifols.
En España no hay un Sillicon Valley igual que no hay Nvidias sino envidias (el odio de la izquierda a Amancio Ortega lo demuestra).
Y no estamos hablando de la prima de riesgo implícita por contar con compañías que están controladas o influenciadas por el gobierno (Telefónica, Indra, Enagas, Redeia). También hay considerables agravios comparativos o trato injusto (Repsol).
Lo de Talgo puede ser otro escándalo en esa injerencia pública que está por resolver como lo ha sido lo sucedido con algunas empresas energéticas como Atalaya Mining o Berkeley Energía, o incluso Ence por su vertiente de generación.
Un inversor foráneo no se plantea invertir en España por la oportunidad que supone el Ibex. España es un país donde las garantías jurídicas son cuestionables y donde hay un grado de intervencionismo que se escuda en que nuestros vecinos. Francia es un caso igualmente paradigmático, también lo hace.
En España no hay un Sillicon Valley igual que no hay Nvidias sino envidias (el odio de la izquierda a Amancio Ortega lo demuestra). Nuestra política energética es un disparate como lo son los incentivos para no perder lo que en su momento fue una pujante industria manufacturera. España es un país de servicios que no cotiza en nuestra bolsa más que de manera puntual.
Si se plantea invertir en el Ibex, que sea por su capacidad de seleccionar y encontrar las escasísimas ideas que hay. De otra forma, dudo que sea por una apuesta de valor porque el Ibex, ni en términos absolutos ni relativos, debe representar un peso relevante en las carteras de inversión.