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Las alarmas han saltado y los inversores han corrido a la búsqueda de refugio para sus carteras. Los flujos del mercado dan buena cuenta de esta estampida, pero esta vez han dejado de lado uno de los activos a los que solían acudir en episodios como este. Cuando el miedo a la recesión aprieta, el bitcóin no parece tan seguro como se presumía.

En lo poco que va de este turbulento mes de agosto, el bitcóin ha perdido un 6% de su valor, medido este en su cambio frente al dólar estadounidense. La criptomoneda por antonomasia ha caído en picado desde los 10.800 hasta perder los 10.200 dólares. Un comportamiento único entre aquellos activos a los que inversores y gestores venían desviando su patrimonio en los últimos episodios de tensión del mercado.

Los analistas coinciden en señalar que estas últimas turbulencias tienen dos diferencias significativas con las que se habían venido produciendo en los últimos meses. En primer lugar, el salto de la guerra comercial al terreno de las divisas. Después, por cronología, aunque no por importancia, la inversión de la curva de tipos en EEUU.

El primer factor ha sido la consecuencia de la decisión de China de dejar caer el yuan hasta los siete dólares estadounidenses por primera vez en más de una década. Y como respuesta al anuncio de nuevos aranceles a productos chinos, cuya imposición ha quedado pospuesta por el momento hasta mediados del próximo diciembre. Un vuelco que provocó un fuerte impacto en otras muchas monedas y también en las digitales, que en su mayoría no tienen valor propio sino el referido a su canje con monedas nacionales.

La inversión de la curva de tipos en EEUU ha supuesto el paso de las advertencias de algunos indicadores macro a la activación de todas las alertas

Por lo que se refiere a los tipos de la deuda soberana estadounidense, los expertos hablan del paso de especulaciones a verdaderas señales de alerta. En este sentido, el giro de la curva de rentabilidades ha sido antesala de recesión en las últimas siete ocasiones en las que este fenómeno se ha producido. Y lo mismo en nueve de las últimas 12. La alarma es, por tanto, mayor que la sola fragilidad a la que ya habían apuntado los índices de actividad PMI, los de producción industrial o incluso algún que otro PIB negativo.

Estos mismos ingredientes que son los que han provocado que el bitcóin esta vez no haya entrado en el radar para la búsqueda de abrigo son los que han dado lugar a una revalorización del 6% en el oroactivo refugio por antonomasia. Y, lo que es aún más significativo, se ha roto al alza por primera vez en seis años la dura resistencia de los 1.500 dólares por onza, que se había quedado muy lejos de cualquiera de las últimas escapadas alcistas del preciado metal.

La subida ha sido muy similar en la plata. El segundo metal más preciado y negociado se ha apuntado una subida de precio del 5,8% en lo que va de este turbulento mes de agosto. Si el periodo de control se extiende al pasado mes de junio, cuando marcó su último mínimo de consideración, el rebote roza el 20%. Por primera vez en más de un año, la materia prima se cotiza a más de 17 dólares por onza. Una tendencia que además ha animado la contratación de derivados complejos, como los CFD.

MÁS Y MÁS BONOS EN RENTABILIDAD NEGATIVA

Sin embargo, los verdaderos protagonistas de la última búsqueda desesperada de refugio inversor son los bonos. Muy especialmente los soberanos emitidos por los estados con finanzas más saneadas. El último informe de flujos de inversión de Bank of America da buena cuenta de este éxodo, pues solo en esta semana en la que se ha producido la inversión de la curva de tipos han entrado 16.000 millones de dólares en el mercado de renta fija, de los cuales 4.700 millones han ido a parar a papeles soberanos, una cifra semanal que supone la novena más alta de toda la historia.

No es de extrañar, por tanto, que en medio de este clima se haya producido una subida generalizada de precios en estos títulos de deuda y la consiguiente caída de tipos de interés. Sin ir más lejos, los bonos españoles a diez años han cerrado por primera vez en la historia una semana por debajo del 0,1%. Más concretamente, en el 0,095% -aunque en mínimos intradía se ha llegado a ver el 0,023%-, lo que supone un retroceso de nada menos que 19 puntos básicos con respecto al arranque de agosto. Desde que empezó el año, el desplome alcanza los 133 enteros.

El volumen de bonos en tipos negativos a escala mundial ha alcanzado esta semana los 15,8 billones de dólares, de los que un billón ya son corporativos; dos cifras de récord histórico

Aun con todo lo anterior, la referencia clave de la deuda española todavía no ha catado los tipos negativos. Un territorio al que cada vez se han apuntado más emisiones, pero en el que el ‘bund’ alemán marca la delantera, ya con mínimos en el 0,727%. Al ecuador de agosto, ya son 15,8 billones de deuda en tipos negativos, de los cuales un billón es de emisores corporativos. Récord histórico en ambos casos.

Y mientras todo esto ocurre, y las manos fuertes del mercado muestran cada vez más un sesgo conservador en sus carteras y preferencias de inversión, el bitcóin se queda de lado. Cuando a comienzos de mes todo parecía apuntar a que podrían reeditarse los máximos históricos por encima de los 13.000 dólares por cada criptomoneda, los ánimos se han desinflado y han devuelto el cambio al entorno de los 10.000 ‘billetes verdes’.

Los analistas técnicos consultados explican que esta cota indica que la huida inversora de la criptomoneda está muy lejos de igualar lo que se ha producido en otros activos, como monedas de economías emergentes y bolsas. Sin embargo, esta vez el digital está muy lejos de acercarse al brillo que están logrando acumular los lingotes de siempre.

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