La posición oficial, expuesta principalmente por el Banco Central Europeo (BCE) e incluso por la Reserva Federal (Fed) estadounidense, es que el riesgo de que la Eurozona entre en recesión resulta remoto. Los datos, sin embargo, insisten desmentir esas observaciones.
Este viernes, las cifras de actividad manufacturera de las dos grandes economías de la Eurozona apuntan en una misma dirección, que no es otra que la de contraerse. En marzo, las lecturas de actividad manufacturera de Alemania y Francia se sitúan claramente por debajo de los 50 puntos que marcan el umbral entre la expansión (por encima de 50) y la contracción (por debajo). La de Alemania se hunde hasta los 44,7 puntos, por debajo de los 47,6 esperados y la cifra más baja desde 2012. La de Francia también ha estado por debajo de lo previsto al caer hasta los 49,8 puntos, peor que los 51,9 previstos. El índice de actividad compuesto (combina los datos manufactureros y del sector servicios) para Alemania desciende de los 52,8 a los 51,5 puntos, por debajo de los 52,7 esperados y el de Francia, de 50,4 a 48,7 puntos, también inferiores a los 50,7 esperados.
Los preocupantes síntomas que traslada la actividad empresarial dejan su huella en el euro. La divisa europea, que esta semana llegó a superar los 1,14 dólares después de conocer que la Fed ha descartado subir los tipos de interés este año, vuelve por sus andadas bajistas. Se deprecia un 0,8% y cae hasta los 1,129 dólares, con un mínimo diario en los 1,127 dólares.
Esta recaída prolonga la debilidad que está acompañando a la 'moneda única' durante 2019. Aunque su depreciación no está siendo abrupta, sí es constante. Si no reacciona, en marzo caerá por tercer mes consecutivo contra el dólar. Hasta la fecha pierde un 1,5% de su valor contra el 'billete verde' en 2019.