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El euro tenía las de caer. Y está cayendo. La divisa europea acelera su debilidad contra el dólar estadounidense en 2019 siguiendo la estela de enfriamiento y dudas que desprende la economía de la Eurozona. 

Este jueves, sin necesidad de que se publicaran nuevas y preocupantes estadísticas, simplemente prolongando los descensos del miércoles, alentados estos sí por un mal dato de la confianza empresarial alemana, la 'moneda única' ha marcado su cambio más bajo contra el 'billete verde' desde mayo de 2017.

Ha llegado a depreciarse hasta los 1,1116 dólares, para luego moverse en torno a los 1,113 dólares. Camina así hacia su cuarto mes consecutivo de descensos contra el dólar y en lo que va de año pierde ya cerca de un 3% de su valor contra la moneda norteamericana. 

"La economía europea, débil, fría, no está para subidas de tipos ni medidas similares. Más bien todo lo contrario. El mercado lo sabe. Y el euro lo nota"

Cada vez más lejos quedan los 1,25 dólares que llegó a marcar en febrero de 2018 y los más de 1,20 dólares que logró mantener hasta finales de marzo. De hecho, fue hace un año cuando empezó a retroceder de verdad contra el dólar. Antes, y precisamente desde el verano de 2017, se había envalentonado después de que a finales de junio de aquel año el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, diera por desterrado el riesgo de deflación y aludiera a que las fuerzas reflacionistas estaban de nuevo en marcha

El mercado interpretó esas palabras como el primer paso hacia la normalización de las condiciones monetarias, incluidas las subidas de los tipos de interés. De ahí que el euro se animara desde entonces y llegara hasta esos 1,25 dólares. 

Pero primero en 2018 y ahora en 2019, esa posibilidad ha ido posponiéndose. Los tipos siguen en mínimos históricos, con los oficiales en el 0% y los de la facilidad de depósito en el -0,40% desde marzo de 2016, y el BCE ha aclarado que como pronto subirán "a finales de este año", aunque el mercado da por hecho que no lo harán hasta 2020... si suben. La economía europea, débil, fría, no está para subidas de tipos ni medidas semejantes. Más bien todo lo contrario. El mercado lo sabe. Y el euro lo nota. 

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