El dólar alcanza los 6,93 yuanes, su cambio más alto del año contra la moneda china
- La divisa estadounidense da otro paso hacia la línea roja de los 7 yuanes
- El mercado sigue pendiente de las tensiones comerciales entre EEUU y China
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Mientras parte del mercado sigue escrutando cada gesto, cada palabra de la Reserva Federal (Fed) para detectar si el banco central de EEUU tiene pensado de verdad bajar los tipos de interés tan pronto como el mes que viene, otros confines quedan ajenos a esa posibilidad y continúan centrados en 'lo suyo'. En este caso, ese 'lo suyo' no es otra cuestión que la disputa comercial entre EEUU y China y la influencia que está ejerciendo en un pulso clave, el que mantienen el dólar norteamericano y la divisa china, el yuan.
Este lunes, para estrenar la semana, el 'billete verde' da otro paso al frente y alcanza los 6,93 yuanes. De hecho, ha llegado a estirarse hasta los 6,935 yuanes, su cambio más alto desde finales de noviembre. De este modo, la debilidad del yuan acerca un poco más a la divisa norteamericana a los 7 yuanes, una 'línea roja' que elevaría todavía más la tensión entre ambas potencias en caso de ser alcanzada.
Aunque la posición oficial de Pekín consiste en que el comportamiento del yuan es ajeno a las negociaciones comerciales, lo cierto es que la divisa del gigante asiático ha reanudado sus caídas, tras unos meses de estabilidad, después de que el presidente de EEUU, Donald Trump, calentara de nuevo la cuestión comerial hace un mes. Desde entonces, el dólar se ha apreciado un 3% contra la moneda china, un ritmo demasiado alto para lo que es habitual entre ambas divisas.
Tanto la evolución del tipo de cambio del yuan contra el dólar como las propias especulaciones en torno a la tensión comercial están sujetas a la esperada reunión que, según lo previsto, Trump y el presidente chino, Xi Jinping, celebrarán a finales de junio en Japón. El mercado espera esta cita con dos sentimientos encontrados. Por un lado, el deseo de que ayude a calmar las diferencias entre Washington y Pekín. Por otro, el miedo a que, lejos de arreglar nada, constate que el mundo debe prepararse de verdad para una auténtica batalla comercial.