El primer ministro británico, Boris Johnson, lo dijo bien claro en cuanto llegó a Downing Street a finales de julio. Su misión será culminar el Brexit de una vez por todas "cueste lo que cueste". Y si tiene que ser con un divorcio caótico, sin acuerdo con la Unión Europea (UE) y por tanto expuesto a un impacto económico de consecuencias imprevisibles, será.
Por si había dudas, confirmó su posición este miércoles con una maniobra que añade aún más polémica y confusión al adiós británico. El primer ministro pidió a la Reina Isabel II que suspendiera la actividad en el Parlamento hasta el 14 de octubre. La intención de esta petición es clara: como durante los últimos meses el Parlamento ha ido retrasando y torpedeando la salida definitiva de la UE, Johnson quiere desactivarlo para que esta vez nada trunque la ejecución del Brexit en la fecha marcada, el 31 de octubre.
La Reina, con la que Johson se reunió, aprobó su plan, que embrolla aún más el asunto y que abre una crisis institucional sin precedentes en la política británica. Y que, sobre todo, desemboca en que el Brexit duro sea cada vez menos una opción remota y cada vez más una opción real.
Este nuevo escenario dispara los temores económicos, puesto que se da por hecho que el impacto de una salida por las bravas será considerable, y las conjeturas, puesto que resulta imposible calcular con precisión el calibre que alcanzará ese impacto. "El choque en la economía sería instantáneo", avisó sin tapujos el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, en una entrevista en la BBC a comienzos de agosto, cuando el "cueste lo que cueste" de Johnson ya estaba sobre la mesa.
Entre los principales focos de atención, la libra esterlina. En realidad, lo ha venido siendo desde que el referéndum del 23 de junio de 2016 dio paso con su resultado al 'culebrón' del Brexit, salpicado por las continuas dimisiones políticas en Reino Unido, las tensiones entre Bruselas y Londres, las negociaciones interminables, los acuerdos y desacuerdos y las prórrogas para evitar una final caótico. Hasta ahora. Porque Johnson está decidido a que el último capítulo, el que ponga el final, sí lo sea.
"En diciembre de 2008, en los momentos más duros de la crisis, el euro se apreció hasta las 0,98 libras. Pero no fue más allá. Ahora, el hito de la paridad será puesto a prueba en caso de un Brexit duro"
En estos más de tres años, la libra ya ha notado la profunda incertidumbre que ha envuelto a la salida de la Unión Europea. Como señala Ann-Katrin Petersen, estratega de inversión de Allianz Global Investors, "la libra esterlina es un barómetro clave de la incertidumbre del Brexit: cuanto más incierto es el entorno político del Reino Unido, más débil se muestra la libra, y viceversa". Y como desde aquel 23 de junio todo ha sido incertidumbre, la huella en la divisa británica es bien visible. Desde entonces, se ha depreciado un 18% contra el dólar estadounidense, hasta los 1,22 dólares, y un 16% contra el euro, hasta los 1,10 euros.
NINGÚN EXPERTO LO VE, PERO...
Centrando el foco en el euro, en este periodo ha pasado de cambiarse a 0,765 libras a hacerlo a 0,907 libras, aunque este mes ha llegado a superar incluso las 0,93 libras. Estos niveles, combinados con los avisos de la profunda crisis que Reino Unido atravesará en caso de que finalmente se produzca el Brexit duro y las medidas contundentes que el Banco de Inglaterra lanzará de inmediato para intentar contenerla, alimentan una pregunta: ¿alcanzará el euro la paridad con la libra?
Por el momento, ninguno de los cerca de 40 analistas de los que Thomson Reuters recaba previsiones lo ve de aquí a 12 meses. Sin embargo, las advertencias se suceden. "Este escenario [el Brexit duro] desata las perspectivas de una profunda recesión de la economía y el consiguiente ajuste de la política monetaria, factores determinantes para una aguda depreciación de la libra esterlina", advierte Olivia Álvarez, analista de Monex Europe.
En el caso del euro, si esa aguda depreciación llega al 10% arrojaría la consecuencia histórica de la paridad, algo que todavía no ha sido visto. Los momentos más duros de la crisis financiera estuvieron cerca de provocarlo, puesto que el euro llegó a estirarse hasta las 0,98 libras a finales de diciembre de 2008, pero no fue más allá.
Casi 11 años después, no anda lejos, aunque le queda un trecho. La última palabra la tendrá el Brexit y cómo se ejecute. Boris Johnson está dispuesto a que sea por las bravas. "Cueste lo que cueste". Aunque cueste una crisis.