En junio de 2014, el Banco Central Europeo (BCE) introdujo por primera vez tipos de interés negativos, obligando a las instituciones financieras a pagar intereses por el exceso de los fondos que depositan en sus arcas. De esa manera, se buscaba empujar las instituciones financieras a incrementar los préstamos a empresas y consumidores.
Además de abaratar los créditos en general, la política de tipos de interés negativo pretendía bajar el precio del dinero, devaluando la moneda. Como resultado, las exportaciones de este país deberían obtener una ventaja competitiva y aumentar la inflación al elevar los precios de importación.
Seis años después, podemos decir que las tasas de interés negativas han provocado una disminución directa de los márgenes de interés y, por lo tanto, una disminución de la rentabilidad por parte de los bancos. Debido al entorno de tipos de interés significativamente más negativo, los costes de la cobertura de tipos de interés han aumentado. En Suiza, por ejemplo, UBS anunció que impondría una tasa de interés negativa a los clientes que depositen más de dos millones de francos suizos.
Los ejemplos de Noruega y Japón, por el otro lado, apuntan a que los tipos de interés negativos no garantizan un aumento de la inflación ni de la velocidad de circulación del dinero. Junto con ello, los bajos tipos de interés obligan a los pequeños inversores a arriesgar en bolsa. Asimismo, crean el exceso de deuda empresarial.
Y es que, desde 2008, la emisión global anual de bonos corporativos ha promediado 1,8 billones de dólares estadounidenses. Esto es el doble del promedio anual entre 2000 y 2007. Lo más peligroso ha sido que el entorno de tasas de interés bajas ha permitido a las empresas aumentar sus índices de apalancamiento y aún mantener una calificación 'BBB'.
Solamente en España, la deuda al borde del bono basura ('BBB-') ha crecido el 44% en la pandemia. Si las agencias de rating comienzan a rebajar masivamente los grados de emisiones de deuda, aumentaría los costes de endeudamiento de las empresas, limitando sus márgenes de inversión.
De acuerdo con el estudio de S&P Global, los depósitos han inundado el sistema bancario, dejando a los gerentes bancarios con preguntas sobre la estabilidad de la liquidez y pocas opciones atractivas para poner el efectivo a trabajar.
La pregunta es si los tipos negativos realmente traerán los efectos deseados y terminarán los problemas para el sistema financiero
A pesar de ello, la crisis de coronavirus hizo que más bancos centrales aplicasen una política monetaria expansiva, bajando los tipos a mínimos cercanos a cero.
Al principio de la pandemia, el Banco de Inglaterra y la Reserva Federal de EEUU (Fed) redujeron los tipos de interés a mínimos históricos. Esto ha provocado preguntas sobre si los dos países entrarán en territorio negativo para estimular aún más la economía. La pregunta es si esto realmente traerá los efectos deseados y terminará en más problemas para el sistema financiero.
***Igor Kuchma es analista de Trading View.