Ni el comunicado del Banco de Inglaterra ni el del Gobierno de Reino Unido sirvieron para frenar las caídas de la libra. Las peores previsiones anticipan que la divisa británica perderá la paridad frente al dólar en noviembre y, a partir de ahí, seguirá perdiendo valor respecto a la moneda estadounidense.
Se esperaba que el lunes interviniera el Banco de Inglaterra y así lo hizo. La institución emitió un comunicado en el que informó al mercado que en su próxima reunión programada analizará “la caída de la libra esterlina y actuará de manera apropiada”. Además, subrayó que “no dudará en aumentar los tipos de interés tanto como sea necesario” para controlar la inflación.
En paralelo, Kwasi Kwarteng, el ministro británico de Economía, informó que el próximo 23 de noviembre presentará un plan fiscal “a medio plazo” en el que ofrecerá más detalles sobre sus políticas.
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Ni una cosa ni la otra sirvió para frenar las caídas de la libra, que previamente había tocado mínimos históricos. El mercado esperaba con atención que el Banco de Inglaterra mediase en el desplome de la divisa anunciando una nueva subida de tipos de interés y no que emplazase cualquier decisión a su próxima reunión, que se celebrará el 3 de noviembre.
Antes de abrir las bolsas europeas este lunes, la libra esterlina experimentó un flash crash -como se conocen a los periodos cortos pero de fuertes caídas- y en tan solo 20 minutos se hundió hasta rozar la paridad con el dólar. Se llegó a cambiar a 1,03 ‘billetes verdes’.
La confianza en la viabilidad económica del país se veía afectada tras el comunicado del pasado viernes por parte del Gobierno de Liz Truss, que anunciaba un significativo plan de recortes de impuestos, el mayor desde el año 1972.
La posibilidad de que los recortes fiscales no hayan terminado -tal y como indicó Kwarteng este fin de semana- echó más leña al fuego.
“La reacción de esta noticia por parte del mercado ha sido devastadora”, apuntan los analistas de Activotrade, quienes advierten de que “este desplome demuestra la falta de confianza de los mercados en el Reino Unido y un debilitamiento significativo de su fortaleza financiera”.
Y las perspectivas para la libra esterlina no son muy halagüeñas. Los analistas de Nomura esperan que pierda la paridad frente al dólar a finales de noviembre. Los expertos de la entidad nipona no se frenan ahí y pronostican que la moneda británica se cambiará a 0,975 ‘billetes verdes’ a finales de año y a 0,95 en el primer trimestre de 2023.
Bonos
De la misma manera que la moneda, los bonos británicos también experimentaron el lunes fuertes movimientos, a la baja en el precio y -por la relación inversa entre ambos componentes- al alza en rentabilidad. La escalada alcanzó los 50 puntos básicos, el mayor incremento diario desde que hay registros de deuda británica.
El interés exigido a los bonos ingleses a cinco años superó el lunes el 4,6%, mientras que el de la deuda británica a 10 años escaló hasta rozar el 4,3%, niveles no vistos desde septiembre y noviembre de 2008, respectivamente.
Desde que empezaron a circular los rumores sobre la respuesta del Gobierno de Truss a la crisis energética, la rentabilidad del bono a 10 años ha escalado más de 84 puntos básicos, según los datos de la gestora Schroders. “Es probable que el enorme estímulo fiscal adicional haga subir la inflación más que el crecimiento, lo que será menos útil para el erario, pues llevará a un mayor endeudamiento”, indican estos expertos.
A algunos inversores también les preocupa que las agencias de calificación puedan rebajar la nota crediticia de Reino Unido, lo que podría llevar a algunos tenedores de bonos del Estado a verse obligados a vender parte o incluso la totalidad de sus tenencias.
Alertas
“Esto puede suceder con el tiempo, y dependerá del Gobierno defender su nuevo enfoque de la fiscalidad en los próximos meses. Y, lo que es más importante, si el crecimiento y el aumento de los ingresos fiscales no materializan, el responsable de Economía tendrá que estar preparado para dar un giro y preparar algunas medidas de austeridad”, indican desde la misma firma.
Las alertas sobre la situación ya llegan desde el otro lado del Atlántico. Según ha señalado Raphael Bostic, presidente de la Fed de Atlanta, los nuevos planes fiscales de Reino Unido reflejan una creciente incertidumbre sobre la dirección económica del país que podrían generar una mayor tensión sobre la economía de Europa y Estados Unidos.
"La pregunta clave será qué significa esto para, en última instancia, debilitar la economía europea, que es una importante consideración para el desempeño de la economía estadounidense", ha subrayado el banquero central en una entrevista con el Washington Post.