Estación marítima de extracción de petróleo.

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Estas son las petroleras que están al borde de la quiebra pese al rebote del crudo

La caída del precio del petróleo ha hecho temblar a multitud de pequeños productores en Estados Unidos. 

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El petróleo ha logrado zafarse de sus recientes y profundos mínimos. Sin embargo, la remontada está muy lejos de suponer un alivio para muchas compañías del sector, especialmente para aquellas que combinan un fuerte endeudamiento con la necesidad de precios más elevados para asegurar la rentabilidad de su negocio. Y el abismo de la quiebra persiste.

Desde la industria se apunta a los pequeños productores estadounidenses como los más perjudicados potencialmente por este descalabro. Y es que, aunque el barril americano WTI ha recuperado un 140% desde los -40,32 dólares que llegó a tocar a comienzos de esta semana, los 17 a los que ahora cotiza todavía están lejos de los entre 30 y 40 ‘billetes verdes’ que requieren para que su extracción por métodos de fracking deje algún beneficio.

Sin embargo, la amenaza de la quiebra financiera va mucho más allá de estos. Su debilidad escala en la cadena del sector y suma dificultades añadidas a las que ya tenían algunas compañías de mayor tamaño, varias de ellas cotizadas, por su propio nivel de apalancamiento. El recorte de ingresos trae más estrecheces de liquidez, más dificultades para afrontar la amortización de deudas y, por tanto, la posibilidad de recortes de rating o la exigencia de que se aporten más garantías que respalden los préstamos concedidos.

Las más endeudadas

De entre todas las cotizadas estadounidenses vinculadas al petróleo, las más endeudada es Tetra Technologies, con una ratio de deuda neta sobre valor en libros del 94,5%. En otras palabras, la deuda de esta compañía especializada en equipamiento para explotaciones productoras de crudo es casi tan alta como lo que sus propios libros de contabilidad dicen que vale.

Este elevado riesgo que colocaría a la compañía al borde del abismo financiero con cualquier movimiento en falso no ha pasado desapercibido para los inversores, pues su cotización ha menguado un 88% en lo que va de año. Los castigos más abultados han tenido lugar precisamente en las últimas semanas, cuando los precios del barril de petróleo caían sin remedio hasta entrar en negativo.

Castigo en bolsa

Otras nueve cotizadas estadounidenses tienen un balance tan endeudado que alcanza al 60% de su valor en libros. En la lista hay algunas poco conocidas para el común de los inversores europeos, pero otras más reconocidas, como Apache Corp alcanza una ratio del 71,3%.

Es la tercera en la lista de las más apalancadas, pues la aventaja Equitrans Midstream, con un 89,2% de endeudamiento. Esta se dedica al negocio de los oleoductos, imprescindibles en la red de distribución de la materia prima en EEUU, pero amenazados de unos flujos cada vez menores si los pozos paran de bombear para contener el descalabro de precios.

Las siguientes en la lista son Oneok (67,1%), Par Pacific Holdings (66,9%), Core Laboratories (66,2%) y Archrock (63%). Más cerca del 60% de endeudamiento neto están Williams Companies (61,9%), Denbury Resources (61,1%) y Gulfport Energy (60,6%). De todas estas, la que mejor lleva sus riesgos financieros es William Companies, pues ‘solo’ pierde un 26% desde que empezó el año. Su negocio son también los oleoductos y tuberías de transporte.

El riesgo para estas compañías es más que evidente a la luz de los últimos episodios en la cotización del petróleo, pero no solo eso. Según un reciente informe de la agencia de rating S&P, entre ella y sus principales colegas internacionales propinaron un total de 38 recortes de calificación crediticia al sector solo en la segunda quincena de marzo. Entre los señalados, nombres de la lista anterior como Apache Corp y Gulfcorp.

Tijeretazo al rating

Un reciente informe de Fidelity señala que de hecho en la actual crisis “el sector energético es el que más riesgo de deterioro corre”. Los cálculos de la gestora señalan que “alrededor de 60.000 millones de dólares de deuda investment grade emitida por empresas que operan en los primeros eslabones de la industria energética ya han sido degradados hasta high yield”. Y avisan: "90.000 millones [están] en riesgo intermedio".

Más allá de certificar el riesgo que pende sobre el sector, estos recortes se traducen en un incremento de costes de financiación casi inmediato. Y tanto para sus papeles de deuda en circulación como también para la emisión de otros nuevos o la búsqueda de refinanciación de préstamos pendientes de vencimiento.

Esta es en realidad la espada de Damocles que pende sobre estas compañías: “No es el apalancamiento elevado lo que mata a las empresas, sino la falta de liquidez”, señala Fidelity. Y la gestora advierte de que en el sector “el problema podría continuar el próximo año”, ya que son más los vencimientos previstos para entonces en el sector y las coberturas frente al precio del barril son más escasos. 

La agencia alemana Scope Ratings lanzaba esta misma semana un estudio en el que enumeraba diferentes vías por las que las compañías petroleras de todo el mundo podrían contribuir a reequilibrar sus balances y asegurar liquidez ante los retos que puedan estar por venir. Y Moody’s ya ha advertido de que estos riesgos escalan hacia la banca, especialmente en países especialmente dependientes de este ‘oro negro’ como Kazajistán y Uzbekistán.

Fiasco en dos años

La cadena de transmisión de riesgos está activada desde esos pequeños propietarios de unos pocos pozos de perforación cada uno que se endeudaron en extremo para lanzarse a un negocio que hace solo un par de años parecía asegurado. Entonces, el barril americano cotizaba en torno a los 70 dólares. Un precio que otorgaba un margen más que sobrado sobre los costes del fracking.

Desde el sector señalan que en Europa, la situación no deja de ser preocupante pero también “es distinta”. En este sentido, los productores son de mayor tamaño, están más diversificados en su negocio y geografías y los descalabros del WTI están lejos de replicarse en el Brent de referencia en el Viejo Continente. Además, el sistema de distribución es completamente diferente, normalmente a través de buques, y no por oleoductos de flujo casi constante como en EEUU.