Monedas de bitcoin semienterradas.

Monedas de bitcoin semienterradas. Unsplash Omicrono

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El bitcoin y el oro: por qué son más complementarios que enemigos para el inversor

Ambos productos pueden complementarse en una cartera, pues el metal aporta solidez y así compensa la volatilidad de la criptomoneda.

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La inversión en oro físico y bitcoins puede parecer excluyente. Varios expertos los han presentado como dos productos enfrentados a la hora de componer una cartera de inversión. Sin embargo, desde Degussa, la compañía de referencia en Europa en el comercio de oro físico de inversión y otros metales preciosos, subraya que en realidad se trata de opciones complementarias.

Esta complementariedad nace de las notables diferencias que entraña cada uno de estos productos. El director de Degussa en España, Tomás Epeldegui, señala que “la solidez del oro compensa la volatilidad de las criptomonedas”. Unas características contrapuestas que han quedado más que en evidencia en los últimos tiempos.

El experto enumera hasta cuatro características comunes compartidas por ambos productos y otras cuatro diferencias que hacen perfectamente compatible la inclusión de ambos productos en su cartera.

Diversificación: El denominador común de quienes invierten en oro físico y en bitcoin es la diversificación. Es cumplir con la premisa básica de no poner todos los huevos en la misma cesta al componer una cartera.

Productos alternativos: En ambos casos, la inclusión de bitcoin y oro físico persigue la búsqueda de inversiones alternativas a los activos tradicionales, como las acciones, los bonos o los inmuebles.

Escasez: Tanto la criptomoneda como el metal son escasos. Se estima que existen unas 190.000 toneladas de oro circulando por el mundo, según datos del Consejo Mundial del Oro. Además, el Instituto de Geología de EEUU estima que solo quedan por extraer unas 50.000 toneladas de la tierra. Por su parte, la emisión del bitcoin está limitada desde su nacimiento a 21 millones de unidades.

Refugio en pandemia: La irrupción de la pandemia de la Covid-19 impulsó tanto el valor refugio del oro físico como el incremento de la demanda de bitcoins. En agosto de 2020, el metal marcó los precios más altos de su historia, mientras que el bitcoin ha marcado su cotización más elevada en abril de este año.

Diferentes y complementarios

Por lo que se refiere a las diferencias, el directivo de Degussa señala a características como su liquidez, estabilidad y revalorización. Es en estos puntos en los que subyace buena parte de la complementariedad de ambos productos.

Liquidez: El oro físico es valorado "en todas las partes del mundo", por lo que es fácilmente convertible en cualquier divisa e incluso puede ser un medio de pago, asegura Epeldegui. Además, el volumen diario negociado es superior al de cualquier bolsa europea. Mientras tanto, la concentración de los tenedores de bitcoin facilita bruscos movimientos de precio y su conversión en monedas de curso legal exige pasar por un intermediario o varios y el pago de comisiones.

Volatilidad: El oro físico "ha demostrado tener riesgo bajo a lo largo del tiempo y ser un seguro para los momentos en que surge un imprevisto", según el experto. Una característica que contribuye a reducir la volatilidad del conjunto de la cartera. En sentido opuesto, la volatilidad del bitcoin es una de sus características más significativas.

Tranquilidad: El hecho de que el oro sea un bien físico ofrece la tranquilidad de tenerlo controlado, en el bolsillo, por así decir. Mientras tanto, el bitcoin es totalmente digital. "Quien invierta en él debe estar preparado para afrontar grandes subidas, pero también enormes bajadas en cuestión de horas", advierten desde Degussa.

Revalorización: Además de ayudar a mantener el poder adquisitivo, el oro físico se revaloriza en torno a un 5%-10% anual de forma consistente, según diversos estudios. La rentabilidad que ofrecen las criptomonedas puede ser más elevada en función del punto de entrada, pero a cambio de asumir un riesgo mucho mayor.