El miedo a la crisis bancaria se reduce y los inversores, que en las últimas semanas habían buscado el refugio en activos como el oro o el bitcoin, vuelven a las bolsas. Este incremento del apetito por el riesgo ha afectado especialmente al metal precioso, que se mantiene, al menos por ahora, lejos de sus máximos históricos.
Fue el pasado 17 de marzo -antes de que UBS terminase comprando Credit Suisse- cuando el oro superó los 2.000 dólares por onza por primera vez en casi un año. Se aproximaba así a los máximos históricos que alcanzó en agosto de 2020 cuando, ante la incertidumbre provocada por la pandemia, tocó los 2.075 dólares por onza.
Como ya hicieron tras el estallido de la Covid-19, los inversores han buscado refugio en el oro ante las turbulencias del sector bancario. De hecho, el metal precioso ha acumulado cuatro cierres semanales en positivo y en lo que va de año su precio ha aumentado un 8,7%. Ahora ronda los 1.985 dólares por onza.
Raquel Herrero, analista de operaciones con metales preciosos de Coininvest, recuerda que el oro “se ha comportado como el metal refugio contra la inflación” y “suele adaptarse muy bien, manteniendo un valor razonablemente estable, cuando atravesamos contextos cambiantes y hay una situación inestable”. Y aunque el metal precioso “no ofrece rentabilidad inmediata”, sí “ha demostrado ser una buena opción a largo plazo”.
A pesar de todo ello, la fiebre del oro ha perdido intensidad en las últimas sesiones, tras subir con fuerza por la crisis bancaria desatada tanto en Estados Unidos como en Europa, por la quiebra del banco estadounidense Silicon Valley Bank y los problemas de Credit Suisse y, en menor medida, de Deutsche Bank.
Sin embargo, las aguas del sector financiero parecen haberse calmado después de que, el pasado lunes, First Citizens se hiciera con los activos, depósitos y préstamos de Silicon Valley Bank. La operación ha provocado cierta recuperación de la banca en bolsa, a uno y otro lado del Atlántico, y el repunte de la mayoría de los principales índices.
Calma
Mientras que las bolsas han subido, la volatilidad en los mercados se ha reducido, tal y como demuestra el comportamiento de los principales índices que miden esta variable. El VIX, referenciado al S&P 500 y conocido como el índice del miedo, ha caído por debajo de los 20 puntos. De esta forma, ha recuperado niveles previos al 10 de marzo, día en el que se conoció la caída de Silicon Valley Bank.
Aunque el VIX es la referencia general, los mercados europeos cuentan con el VDAX, que mide la volatilidad de los derivados de las acciones que cotizan en el Dax, el selectivo de la Bolsa alemana. De la misma forma que el anterior, este indicador también se encuentra por debajo de los 20 puntos, también niveles previos al 10 de marzo.
La bolsa española cuenta con dos índices para medir la volatilidad del Ibex 35. Uno de ellos es el VIBEX, que fue lanzado por Bolsas y Mercados Españoles (BME) en 2018. Aunque también ha registrado descensos en las últimas jornadas todavía no ha bajado hasta niveles previos a los problemas bancarios.
A pesar de que esta relativa calma ha truncado la consecución de nuevos máximos históricos por parte del oro, Ned Naylor Leyland, experto en metales preciosos y gestor de Gold&Silver fund de Jupiter AM, no descarta este objetivo.
Tipos
“Parece probable que, a medida que la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) se vea obligada a mantener una serie de pelotas en el aire simultáneamente, se produzca un debilitamiento del dólar y una subida del oro”, cuyo comportamiento está relacionado a la evolución de los tipos de interés.
“A medida que el oro supere los 2.100 dólares en los cierres semanal y mensual”, cree que “podríamos ver un gran impulso hacia el metal dorado, así como hacia su hermano menor, la plata, más rebelde y volátil, e incluso las poco apreciadas acciones mineras también se beneficiarían”.
Por ahora, según datos de Refinitiv, los inversores se decantan de forma mayoritaria por que el banco central estadounidense no elevará los tipos de interés en la reunión que mantendrá a principios de mayo. Al mismo tiempo, las posibilidades de un alza de 25 puntos básicos son del 40%.
Esas previsiones podrían modificarse con la publicación del índice de precios al consumo personal (PCE, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos correspondiente a febrero. Esta referencia, que se publicará el viernes, es la favorita de la Fed para medir la inflación.
El índice general subió al 5,4% interanual en enero, una décima por encima del dato de diciembre. La tasa subyacente, que excluye de su cálculo los precios de los alimentos y la energía por su mayor volatilidad, también se incrementó una décima, hasta el 4,7%.