El precio del petróleo ha alcanzado máximos no vistos desde noviembre de 2022. La escalada, superior al 24% en los últimos tres meses, ha llevado a diferentes expertos a prever que el coste de esta materia prima podría alcanzar los 100 dólares antes de que termine el año. El mencionado incremento puede tener varias implicaciones para la economía.
“En primer lugar, se puede generar una nueva presión inflacionaria, ya que los costes de energía se trasladan a otros sectores de la economía, aumentando los precios al consumidor”, explica José Cruz, analista de Activotrade.
Es decir, el encarecimiento del petróleo, y por tanto de sus productos derivados como carburantes y combustibles, provocaría un aumento de la inflación. Esto se debe a que el incremento podría filtrarse desde la tasa general a la subyacente, a pesar de que esta última no tiene en cuenta ni los alimentos frescos ni la energía, por ser ambos elementos volátiles.
Inflación
“Aunque la energía no se incluye directamente, el petróleo es una importante materia prima para la producción de bienes y servicios. Pensemos, por ejemplo, en la omnipresencia del plástico, que se fabrica en un 90% a partir de fuentes fósiles. Por tanto, la subida de los precios del petróleo repercutirá en la inflación subyacente”, indican los economistas de la gestora Schroders, aunque su impacto no será muy elevado.
El incremento de los precios al consumidor “podría llevar a un aumento en los costos de vida y una reducción del poder adquisitivo de los consumidores”, continúa Cruz. Del lado de las empresas, estas “podrían enfrentar mayores gastos operativos, lo que podría afectar sus márgenes de ganancia”.
“Para los países importadores de petróleo [su subida] representa una preocupación, ya que aumenta su factura energética y restringe recursos disponibles para inversiones y gasto público en otros sectores”, añade Franco Macchiavelli, responsable de análisis de Admirals España.
También es una preocupación para los bancos centrales, instituciones cuyo mandato principal es mantener la escalada de los precios estables en torno al 2%. Pero el encarecimiento del petróleo “influirá de forma negativa en el control de la inflación en todo el mundo occidental, ya que, al final, buena parte de la actividad económica depende del crudo y de sus combustibles derivados”, advierte Antonio Castelo, analista de iBroker.
Por tanto, considera Castelo, el aumento de los precios del petróleo “puede” afectar a las decisiones de política monetaria que en el futuro tomen la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) o el Banco Central Europeo (BCE). “Podrían desde realizar alguna subida de tipos adicional, caso de que repunte con fuerza la inflación, hasta mantener las tasas elevadas, sin iniciar descensos, durante más tiempo”, subraya.
De hecho, la escalada del precio del petróleo hasta los niveles actuales -en torno a los 93 dólares por barril en el caso del Brent europeo y hasta los 90 en el del West Texas estadounidense- ya ha puesto en alerta a las autoridades monetarias. Algunos miembros del BCE han mostrado su preocupación al respecto.
Todo ello, en el caso de los países importadores de petróleo. Por el contrario, los estados productores podrían beneficiarse al obtener mayores ingresos por exportaciones, en detrimento de los compradores, “siempre y cuando gestionen estos recursos de manera adecuada”, apunta Macchiavelli.
“Además, esta situación puede generar mayor volatilidad en los mercados, influir en políticas fiscales y monetarias, incentivar la inversión en energías alternativas y renovables, y afectar el comercio internacional al cambiar los términos de intercambio entre países”, añade.
100 dólares
Pero ¿puede el petróleo alcanzar los 100 dólares por barril? Los analistas de Bank of America han señalado la posibilidad de que alcance dicho nivel antes de que termine el año, mientras que los expertos de Goldman Sachs esperan que el Brent se mantenga en el rango de entre los 80 y los 105 dólares el próximo ejercicio. El intervalo estimado por los expertos de UBS también para 2024 es de entre 90 y 100 dólares.
Alcanzar los 100 dólares en los próximos tres meses supondría una subida extra del 7,5%. El repunte que debería producirse hasta diciembre es similar al que acumula el Brent sólo en lo que va de septiembre. En el tercer trimestre, es decir, desde junio el aumento es del 24,5%.
[Bank of America prevé que el precio del petróleo suba a 100 dólares antes de 2024]
La razón de esta evolución se encuentra en que en los últimos meses la demanda ha sido mayor que la oferta. Por el lado de la oferta, Leticia Poole, profesora de Economía de la Universidad Europea, destaca “la política de recortes de producción de Arabia Saudí y Rusia junto con la falta de reacción estadounidense, que se ponía en marcha en cuanto el barril superaba los 60 dólares”.
Por el lado de la demanda, apunta “al impresionante crecimiento en los últimos meses debido a varias causas, como son la reactivación china, que en ese agosto 2023 ha consumido 11,2 millones de barriles al día, más de 2 millones de barriles adicionales a los que consumía en 2022”, la recuperación del turismo, que por primera vez desde 2019 opera sin restricciones por el coronavirus, además de por el incremento de las necesidades de la industria química.
¿Y después?
Por lo tanto, “de mantenerse constantes estos factores”, Macchiavelli no descarta “una llegada a 100, sin embargo, la verticalidad de las últimas subidas exige cierto saneamiento tendencial, pero sin cambiar la tendencia predominante”.
Aunque pueda llegar a los 100 dólares por barril, Castelo considera que será muy difícil que el petróleo pueda mantenerse en dicho nivel “ya que las previsiones sobre la economía global para 2024 y 2025 son de menor crecimiento que el previsto y, aunque los países productores sigan controlando los niveles de producción, es muy probable que el crecimiento económico se vea reducido”.
A menor crecimiento económico, menor demanda de crudo. En cuanto a la oferta, Poole señala que en los próximos meses Arabia Saudí podría decidir "aumentar su producción y con ella aumentar sus ingresos en la medida en que el incremento de volumen vendido exceda de la pérdida de ingresos por barril derivado se una reducción de su precio”.