Lleva meses sobre la mesa. Avisando. Y ahora su voz cada vez resulta más audible porque está empezando a producirse. El fenómeno conocido como 'curva invertida', que emerge cuando la rentabilidad de la deuda pública a corto plazo es mayor que la de la deuda a largo plazo, está comenzando a ser una realidad en Estados Unidos.
Este viernes, y pese a que desciende ligeramente, el rendimiento de las letras a tres, seis o doce meses se sitúa en torno al 2,45% o muy poco por encima. En paralelo, el de los títulos a 10 años baja con mayor intensidad para recular hasta el 2,44%. Aunque la rentabilidad de los bonos a dos años todavía está por debajo de la de sus 'hermanos mayores', puesto que se encuentra en el 2,34%, la figura de la 'curva invertida' se hace visible ya en los tramos más cortos.
Y eso siempre inquieta. ¿El motivo? Uno sencillo: la 'curva invertida' ha precedido las siete últimas recesiones sufridas en EEUU.
Aunque este fenómeno lleva meses avisando, va cobrando forma esta semana tras los anuncios realizados por la Reserva Federal (Fed). El banco central de EEUU ha ido más lejos con sus decisiones de lo que el mercado esperaba, y entre las consecuencias figura un apreciable descenso del rendimiento de los bonos a 10 años, que se encuentran ya en su nivel más bajo desde finales de 2017 y por debajo del 2,5% cuando en octubre estaban el 3,2%.
En su segunda reunión del año, terminada este miércoles, la entidad presidida por Jerome Powell trajo novedades relevantes sobre los tipos de interés y sobre la normalización de su balance. Por un lado, descartó elevar los tipos este año, cuando hasta ahora manejaba la opción de aumentarlos dos veces. Y por otro, comunicó que dejará de reducir su balance a finales de septiembre, cuando se mueva en torno a los 3,5 billones de dólares. Antes de la crisis no llegaba al billón de dólares.
Estos cambios dejaron la sensación de que la Fed teme una desaceleración mayor que la recogida en sus nuevas previsiones, que pasan por un crecimiento del 2,1% para este año frente al 2,3% que estimaba en diciemmbre, y que por eso ha decidido adoptar una posición mucho más cauta. El mercado, al menos, así lo ha interpretado, hasta el punto de que baraja que el próximo movimiento de la entidad no consistirá en subir los tipos, sino en bajarlos, reacción que es la que explica que la 'curva invertida' susurre ya en la deuda pública estadounidense.