La 'era de los tipos negativos' sigue dejando consecuencias sin precedentes en la deuda pública española. Este jueves, el Tesoro Público adjudicó obligaciones con vencimiento en julio de 2066 a un interés medio del 1,447%. El Reino de España nunca había pagado tan poco por endeudarse a tan largo plazo. Aunque es sobre todo un vistazo a un pasado no tan lejano el que muestra el carácter extraordinario de esa rentabilidad.
La primera vez que el Tesoro se atrevió a salir al mercado para emitir deuda a medio siglo fue hace justo cinco años, a comienzos de septiembre de 2014. Lo hizo, como suele hacer cuando estrena una referencia y sobre todo cuando se trata a un plazo tan largo, con una colocación privada. Le permitió captar 1.000 de euros en títulos con vencimiento en octubre de 2064, que se adjudicaron con un cupón del 4%. Aunque, principalmente, lo que le permitió esa maniobra fue comprobar que España, poco más de dos años después de estar contra las cuerdas en los mercados, porque en julio de 2012 el rendimiento de los bonos a 10 años rozó el 8% y la prima de riesgo tocó los 650 puntos básicos, era capaz de endeudarse a plazos así sin pagar un interés excesivo. Vamos, que esa operación sirvió como prueba de toque.
Con este precedente, el organismo emisor fue ya más ambicioso en mayo de 2016. Creó una nueva referencia a 50 años, con títulos con caducidad en julio de 2066, que sacó al mercado con una colocación sindicada con la que se encontró con una demanda de 10.436 millones de euros y captó ya 3.000 millones de euros. Había apetito, por tanto. Y unos tipos aún más bajos, puesto que estos títulos se colocaron con un cupón del 3,45% y una rentabilidad del 3,49%.
"El 'efecto arrastre' de los tipos negativos se siente también en los intereses de la deuda a más largo plazo. Y por delante esperan más medidas expansivas que reforzarán este contexto"
Durante ese año, el de 2016, los tipos negativos comenzaron a extenderse de verdad por la deuda pública mundial, y la española no fue una excepción, puesto que el Tesoro empezó a financiarse a intereses inferiores al 0% en las subastas de bonos a dos y tres años desde el verano de 2016.
Tras esa operación inaugural de mayo de 2016, el Tesoro había vendido más títulos con vencimiento en julio de 2066, ya dentro de su calendario habitual de subastas, en cinco ocasiones más. Saldó todas ellas con un interés medio inferior ya a ese 3,49% inicial. Hasta este jueves, cuando los subastó de nuevo, ya a un interés inferior al 1,5%. O lo que es mismo, menos de la mitad del último precedente, porque en noviembre de 2018 los adjudicó al 3,03%, y todavía más por debajo de aquel 4% tentativo de septiembre de 2014, cuando el Tesoro se puso a prueba.
CADA VEZ MÁS BAJOS
El importante descenso de la rentabilidad a un plazo tan largo en los últimos meses se debe al efecto arrastre de los tipos negativos, cada vez más presentes en la deuda española. Este año, primero alcanzaron a los bonos a seis años, algo que hasta ahora no había ocurrido, y ahora llegan ya hasta los bonos a siete años, que lucen una rentabilidad del -0,07%.
Y todo indica que esta tendencia irá a más, sin descartar que se alargue también hasta los bonos a 10 años. En agosto, de hecho, su rendimiento llegó a caer hasta el 0,03%, aunque ahora se mueve en el 0,24%. Eso sí, por delante espera el Banco Central Europeo (BCE), que el próximo jueves celebrará una reunión en la que, como poco, reducirá todavía más los tipos, cuando los oficiales ya están en el 0% y los de la facilidad de depósito se encuentran en el -0,40%. Una nuevo descenso situará a los primeros directamente en negativo, algo sin precedentes en la Eurozona, y a los segundos aún más en negativo. Tampoco se descarta, además, que la entidad presidida por Mario Draghi reactive las compras netas de activos en el mercado, interrumpidas en diciembre de 2018. Es decir, una nueva remesa de estímulos con capacidad para llevar más abajo los rendimientos de la deuda española y consolidar la 'era de los tipos negativos'.
En este contexto, en el que el Tesoro está aprovechando para alargar la vida media de la deuda española y abaratar los costes de financiación, el organismo emisor se ve con un margen mayor para maniobrar. Y así lo está haciendo. Este jueves, Nadia Calviño, titular del Ministerio de Economía, del que depende el Tesoro, anunció que las emisiones netas de deuda pública se reducirán este año a los 20.000 millones de euros. En un principio, la suma prevista para este año ascendía a 35.000 millones de euros. Además, las emisiones brutas descenderán de los 200.000 millones, algo que no ocurría desde 2011.
Con estas medidas, el Tesoro reducirá la factura de los intereses, que en 2019 se situará por debajo del 2% del Producto Interior Bruto (PIB), y aligerará en parte la proporción de la deuda pública, todavía cerca del 100% del PIB español.