Sergi Torrens

Fundador de quieroaseroarme.me

 

De partida debo decir que la intención es buena, la estrategia mala, el modo de obtener el beneficio funesto, y para colmo tú pagas pero no lo disfrutas (¡recuerda que tú eres el colateral!). Hay una estrategia alternativa, pero antes me gustaría que viéramos el por qué contratar un seguro de vida no es la mejor idea.

 

Lo primero que hay que tener presente es la esperanza de vida en nuestro país. Este valor no para de crecer año tras año y el ritmo no es nada modesto, de hecho desde el 2000 ha subido en casi 5 años tanto en hombre como en mujeres. Actualmente, según los últimos datos del INE, la esperanza en hombres es de casi 81 y en mujeres 86. Las proyecciones para 2031 son 83,2 y 87,7, para llegar a los 88,7 y 91,6 en 2065.

De aquí saco una reflexión sencilla: más años de vida, más años pagando el seguro de vida.

Recuerda que anualmente tendrás que renovar el seguro, y si no lo haces, todo lo pagado en años anteriores no sirve de nada, independientemente del número de años que lleves abonando la prima anual.

Como ejemplo, es lo mismo que sucede con un seguro de coche, la prima que pagas cubre las contingencias de los 12 siguientes meses a su contratación. Por tanto, pasados esos doce meses, vencido el contrato, ya no tienes cobertura sobre el vehículo. Si quieres mantenerlo asegurado tienes que renovar o contratar una nueva póliza.

Lo mismo sucede con el seguro de vida, cubre los doce siguientes meses desde su contratación, si todo va bien sobrevivirás esos doce meses, y deberás volver a pagar la prima anual si quieres seguir con la estrategia de dejar en herencia el importe que tienes en mente.

Pero hay dos motivos que no lo hacen tan sencillo. Por una parte, los seguros de vida aumentan la prima a pagar a medida que nuestra edad se acerca a la esperanza de vida, y el aumento es exponencial los últimos años.

Pero por otra parte, las aseguradoras limitan la contratación del seguro de vida habitualmente a los 80 años aunque lleves toda la vida pagándolo. Dicho de otro modo, la última vez que te permiten renovar la póliza de vida es el año que cumples 80 años. Por tanto, o te mueres antes de esa edad o tu estrategia se va al garete. ¡No me negaréis que esto no es funesto!

Hay una mejor estrategia para esto: combinar seguro de vida y un PIAS.

Os la cuento con un ejemplo:

Nuestro buen samaritano quiere dejar 100.000€ en herencia a sus hijos, cuenta con una edad de 45 años, y tiene capacidad para destinar 200€ al mes para ahorrar.

El plan será ahorrar 200€ al mes en un PIAS (Plan Individual de Ahorro Sistemático) haciendo constar como beneficiarios a sus hijos tanto en el PIAS como en el seguro de vida. De tal forma que, en caso de fallecimiento, ellos recibirán tanto el importe ahorrado en el PIAS, como el capital asegurado con la póliza de vida, que en conjunto deberán sumar 100.000€.

Por tanto, a medida que el importe acumulado en el PIAS crece, la cantidad que debemos asegurar con el seguro de vida es menor, y en consecuencia, la prima que pagaremos por él también. Siguiendo con el ejemplo, si nuestro amigo ha ahorrado 20.000€ en el PIAS, sólo deberá asegurar 80.000€ con el seguro de vida. Cuando sean 30.000€ bastará asegurar 70.000€, y así sucesivamente.

Si ponemos como supuesto que nuestro ahorrador obtiene una rentabilidad anual del 4% del capital aportado al PIAS, podemos ver en la tabla siguiente la evolución tanto del ahorro (primera columna), los intereses que le generan ese año los ahorros acumulados (segunda columna), para finamente ver el capital a asegurar con la póliza de vida para alcanzar un total de 100.000€ en cada año.

Fijaros que a los 70 años ya dispone del importe que quería, por tanto, ya no hace falta ni seguir ahorrando, ni seguir pagando un seguro de vida. ¡Esto es todo un alivio!, ya no hace falta que nuestro buen samaritano muera antes de los 80 años (recuerda que es la edad límite para contratar una póliza de vida) para asegurarnos que sus hijos hereden los 100.000€.

Pero hay dos ventajas más para nuestro amigo. Ahorrará dinero en primas para el seguro de vida. Y además podrá disfrutar del dinero ahorrado mientras viva, sin que su valor disminuya (¿¡Cómo!?...).

Llegados a los 70 años, con los 103.948€ ahorrados, sin tener que pagar impuestos por todos los intereses generados, podrá contratar una renta vitalicia. Es decir, que mensualmente recibirá una renta por ese ahorro hasta el final de sus días.

Si, por ejemplo, consigue una renta vitalicia al 4%, recibirá mensualmente 346€ de por vida con la ventaja fiscal que los impuestos se limitan al 1,52% de la renta percibida.

Por supuesto, la renta vitalicia tendrá como beneficiarios a sus hijos con la intención que reciban los 100.000€ a su muerte. Y así será, llegado el momento sus hijos heredarán el capital con el que se constituyó la renta vitalicia.

Una estrategia redonda: consigues el objetivo, pagas menos primas, aprovechas las ventajas fiscales y obtienes una ingreso extra mensual que puedes disfrutar ¿ ¡en vida!

Este tipo de solución tiene varias aplicaciones, la expuesta es una muy común. Otra muy habitual se da cuando los herederos recibirán principalmente inmuebles como herencia, la idea ayudarles con algo de liquidez con la que puedan cubrir los gastos e impuestos derivados de la herencia de los inmuebles.

Otra aplicación es dejar una herencia fuera del núcleo familiar, ya que los seguros no entran dentro de la masa hereditaria, y el beneficio lo adquiere no por vía sucesoria sino en virtud de una relación contractual aleatoria establecida en su día por el causante-tomador del seguro con la aseguradora.

Hay muchas aplicaciones, pero lo más importante es encontrar la que tú necesitas. La planificación financiera siempre debe ser personalizada.