Por Yolanda González
ING realizó un estudio con la intención de identificar qué tipo de inversores estarían dispuestos a esperar para obtener un beneficio a largo plazo. Los participantes tenían que hacer frente al siguiente dilema: quedarse con 10.000 euros en ese instante o esperar 5 años y cobrar 15.000. Por cada año de espera, se conseguía una rentabilidad cercana al 8,5%. El rendimiento a largo plazo era significativo.
Sin embargo, un 54% decidió quedarse con el dinero en ese mismo momento. Analizando el resultado por grupos de edad, resultó que cuanto más mayores eran los entrevistados crecía el porcentaje de quienes descartaron la espera. De esta forma, un 58% de las personas entre 55 y 64 años se quedaba con los 10.000 euros. Cifra que llegaba al 69% en el caso de los mayores de 64 años.
EL INTERÉS COMPUESTO
Para generar una mayor rentabilidad, el estudio de ING subraya que son necesarios los siguientes ingredientes: tiempo, que el dinero esté en movimiento y superar la inflación. Elementos que cobran importancia cuando se plantea qué compensa más a nuestros ahorros: una tasa de interés simple o una de interés compuesto.
Con la primera, la tasa de interés no se suma al capital inicial. Lo que quiere decir que, si tienes 1.000 euros al 20%, tardarás cinco años en duplicar la cantidad inicial. Como la tasa de rentabilidad es constante, es decir, que los intereses no se capitalizan, cada año obtendrás un beneficio de 200 euros.
En cambio, con el interés compuesto, las ganancias que se obtienen cada año se van capitalizando. Si aplicamos el mismo ejemplo, 1000 euros con una tasa del 20% anual, la cantidad de dinero obtenida al cabo de cinco años será de 2488 euros. Reinvertir el beneficio obtenido cada año es posible gracias al interés compuesto.
TIEMPO
A quien madruga, Dios le ayuda. Y en el mundo de la bolsa, conviene despertarse bien pronto. De acuerdo con los expertos, la rentabilidad será mayor y el riesgo menor cuanto antes se empiece a invertir.
Es una cuestión matemática. Si se invierten 200 euros desde los 25 años en un fondo que ofrece una rentabilidad media del 7,5% anual, con un 2,5% de inflación, al llegar a los 65 se tendrían 297.712 euros.
Si atrasamos la edad a la se comienza a invertir hasta los 40 pero duplicamos la cantidad invertida, siendo esta de 400 euros mensuales, la cifra obtenida es menor. Al llegar a la edad de jubilación se habrían acumulado 235.248 euros.
El estudio de ING Bélgica ilustra de esta forma que introducirse cuanto antes en el mundo de la inversión hace más que la relación riesgo-beneficio sea más favorable. Quien consigue mayor rentabilidad es quien comienza a invertir poco a poco pero pronto.