Los depósitos bancarios ofrecen poco más del 0%. La bolsa cae un 7% en 2018. Los fondos de inversión, los más y los menos conservadores, arrojan pérdidas en la mayoría de los casos. El euríbor sigue en negativo y el Banco Central Europeo (BCE) no tiene previsto subir los tipos de interés ¿hasta al menos durante el verano de 2019¿. Y, con datos del Banco de España (BdE), la vivienda ofrece rendimientos del 10%. Más en concreto, y según ha publicado en septiembre, en el segundo trimestre la rentabilidad de la vivienda, incluyendo el rendimiento del alquiler y la subida de los precios, se situó en el 10,9% -ver tabla-.
Así, con un rápido `pim, pam, pum¿, se gestan las condiciones para que España aloje un nuevo `boom¿ inmobiliario. Tanto por el apetito de los inversores, a los que les brillan los ojos con ese rendimiento de doble dígito que contrasta con el 0,1% que, según los datos del BdE, se puede rascar con los depósitos y con las caídas de la bolsa, con el Ibex dejándose un 7% en 2018 -casi un 8% al cierre del segundo trimestre-, como por la tentación que supone la financiación, con las entidades bancarias reabriendo el grifo del crédito para intentar generar más negocio y con los tipos de interés oficiales en el 0% y el euríbor a 12 meses todavía en el -0,16%. El hambre y las ganas de comer, juntos, otra vez.
Para un país con tanta querencia al `ladrillo¿, como es España, estos ingredientes lanzan un poderoso incentivo en favor de la inversión en vivienda, bien para comprar y esperar a que se revalorice para llevarse la correspondiente plusvalía, bien para comprar y alquilar aprovechando el `boom¿ que esta opción está protagonizando en nuestro país, en particular en las grandes ciudades. Sí, existen otras alternativas de inversión, pero la propia riqueza financiera de las familias expone claramente el perfil español.
Según los datos del BdE, el 40% de esa riqueza está en efectivo y depósitos, el 40% en acciones y fondos y el 17% en seguros y pensiones. Y si los depósitos no rinden, la bolsa está en `números rojos¿ y los fondos tampoco están en su mejor año, la sensación general es que sólo queda una salida: la del `ladrillo¿. Hay más alternativas, pero de difícil encaje en el perfil del ahorrador e inversor habitual.
AÚN LEJOS DE LOS MÁXIMOS¿ PERO NO ES LO MISMO
Los rendimientos actuales, aunque superiores al 10%, aún siguen lejos de los existentes en los años de la burbuja. Entre 1998 y 2007, la rentabilidad superó el 12% y entre 2000 y 2005 rebasó el 20%, con picos por encima del 23%.
`Pero es que, precisamente, esos rendimientos eran `hijos¿ de un `boom¿ que desembocó en una crisis histórica. Por este motivo, fuentes del mercado aconsejan que conviene moverse con prudencia y no dejarse llevar por unos 'premios' que llegaron a superar el 20% en un contexto muy concreto. Matizan que una cosa es diversificar la cartera en activos o sociedades inmobiliarias para acceder a un `extra¿ de rentabilidad ¿según el BdE, la rentabilidad solo del alquiler se sitúa en el 4,1%-, y otra muy distinta volcar las inversiones en el `ladrillo¿, porque la reciente crisis puso de manifiesto que la vivienda también puede bajar. La vivienda, como inversión, generó pérdidas entre 2008 y 2013 y en 2012 llegaron a ser superiores al 10%.
- Decálogo básico de supervivencia para la próxima crisis