El lado más oscuro de la industria de los fondos cotizados (ETF, por sus siglas en inglés) comienza a ver la luz en Europa gracias a la entrada en vigor de MiFID II. Las cifras de este año, primero en el que la normativa comunitaria ha estado vigente, desvelan operaciones hasta ahora desconocidas por más 1,3 billones de euros. Un montante que lleva a cuadruplicar las cifras públicas hasta ahora.
Al cierre del año pasado, la liquidez visible del mercado de ETF en Europa se quedaba por debajo de los 440.000 millones de euros, según datos de BlackRock, uno de los mayores proveedores de estos productos de inversión a escala global. Este año, las obligaciones de comunicar operaciones con activos cotizados fuera de los mercados con acceso directo para inversores minoristas apuntan a los 1,75 billones de euros, según adelanta Stephen Cohen, responsable de este segmento de mercado en la gestora estadounidense.
Estas cifras dan argumentos a las voces que apuntan a los fondos cotizados como aceleradores silenciosos de la creciente volatilidad de los mercados y sin capacidad real de maniobra para el pequeño inversor. En este sentido, los rápidos cambios de posición entre distintos ETF compuestos por cestas de activos muy diferentes entre sí están señalados como multiplicadores de ventas y compras masivas e indiscriminadas en momentos de fuertes bandazos de cotización.
No obstante, incluso sin tener en cuenta los volúmenes que ahora han salido a la luz gracias a las nuevas normas de transparencia e información, la negociación ha subido un 29% en Europa este año que ya toca a su fin. Varios gestores confirman que, en toda la región y también en España, su uso se ha multiplicado especialmente en los últimos meses en carteras de todo perfil y tamaño para cubrir y compensar otras posiciones y como herramienta para ganar o restar rápidamente exposición a un sector o activo concreto.
"Los ETF se están convirtiendo en una herramienta muy agresiva para alterar muy rápidamente la distribución de activos en cartera"
A pesar de la oscuridad en la que se mueve el grueso de la inversión en ETF -hasta que se informa de los cruces fuera del mercado regulado a los repositorios autorizados-, Cohen defiende que “los volúmenes de negociación contribuyen a demostrar que el mercado de ETF dispone de la profundidad suficiente como para realizar operaciones eficientes tanto a pequeña como a gran escala”.
La creciente búsqueda de estos ETF como un ingrediente más de la cartera ha provocado que varios de estos productos de BlackRock se hayan colocado como el activo más negociado en Europa. Y hasta en tres ocasiones. Dos veces, a finales del pasado agosto, un fondo cotizado de la casa estadounidense de réplica del índice EuroStoxx. En julio, uno vinculado a la cotización del oro movilizó en un solo día 150 millones de dólares, más del doble que el segundo título con volúmenes más gruesos el mismo día.
EL OBSTÁCULO DE TRASPASAR CON PARADA EN HACIENDA
La obligación de tributar por cualquier traspaso entre ETF en el mercado español, porque la ley nacional los equipara a las acciones de compañías cotizadas y no a los fondos de inversión al uso, ha hecho que, sin embargo, en España sean menos los inversores particulares que vienen recurriendo a estos movimientos de cartera. Así explican algunos gestores que el volumen acumulado de negociación de estos productos en las plataformas oficiales de BME haya menguado un 31,7% hasta noviembre, según los últimos datos disponibles facilitados por la sociedad rectora de las bolsas españolas.
Por su parte, a pesar de este obstáculo, para los inversores institucionales sigue resultando una herramienta más eficiente que otras en cuanto a coste en un escenario en el que además la gestión delegada de carteras está adquiriendo un protagonismo mayor y mayor. En esta misma línea, Luciano Díez-Canedo, presidente y director general de UBS Gestión, explicaba en un reciente foro de la industria que los ETF se están consolidando como “una herramienta muy agresiva para alterar muy rápidamente la distribución de activos, acudir hacia donde hay más valor y desligarse lo más posible del mal comportamiento de los índices”.
Este creciente uso por parte de los gestores e inversores profesionales ha ido desarrollándose, además, de la mano de la gestión pasiva. El auge de estas estrategias en Europa ha multiplicado también la contratación y negociación en fondos cotizados. Sin ir más lejos, en España, la gestora líder en este segmento está a punto de cerrar el año con el doble de patrimonio y de clientes que cuando lo empezó.
Todos estos factores para el incremento de la negociación han dado lugar a otro más: la caída de los costes, lo que hace más atractiva su contratación. En el caso de la gama europea de iShares, la rama especializada en ETF del gigante BlackRock, los diferenciales han caído un 14% este año, pero hasta un 24% en los dos últimos.
A pesar de estas cifras, la brecha entre inversores institucionales y particulares es evidente, puesto que para los segundos la propia norma europea limita el número de activos elegibles y las prácticas del mercado los vetan en plataformas alternativas. En este sentido, desde la industria se aboga para que el incremento de visibilidad lo sea también de disponibilidad con iniciativas como la creación de un ‘registro consolidado’ que centralice los datos de negociación de las distintas plataformas.