"Si alguna vez se erige una estatua para honrar a la persona que más ha hecho por los inversores estadounidenses, la elección debe ser Jack Bogle". Quien se expresa en estos elogiosos términos es Warren Buffett, posiblemente el inversor más famoso del mundo y uno de los más emblemáticos de siempre. Y a quien dedica ese halago es a John (Jack) Clifton Bogle, un inversor no menos famoso ni legendario que el 'oráculo de Omaha' que esta semana ha fallecido a los 89 años.
Todos en la industria financiera le definen como uno de los grandes pioneros de la historia en el mundo de la inversión. Un vanguardista. No lo ocultó. Lo demostró en el nombre con el que bautizó a su gestora: Vanguard. Según recogen en la propia página web de la firma, cuando la creó en mayo de 1975 Bogle hablaba del 'Experimento Vanguard'. Casi 44 años después, ese experimento es un gigante de la industria financiera que gestiona más de 5 billones de dólares, solo por detrás de los 6 billones de BlackRock.
Ese espíritu fue el que le empujó a lanzar en 1976 el primer fondo indexado, el 'First Index Investment Trust', que se ponía al alcance de los inversores particulares. Como suele ocurrir en estos casos, fue criticado y menospreciado por la industria financiera de la época. El tiempo reveló que Bogle acertaba con sus ganas de derribar los muros y las convenciones de esa industria. Ahora, ese fondo, rebautizado como 'Vanguard 500 Index Fund', gestiona más de 400.000 millones de dólares.
La novedosa propuesta de Bogle se asentaba en dos principios. El primero, la imposibilidad de batir al mercado de manera consistente, con lo que era más acertado vincularse a él con fondos replicaran a los índices bursátiles. Esta premisa, trabajada ya durante su investigación doctoral en Princeton y basada en una rentabilidad anual del S&P 500 próxima al 10% durante el siglo XX, le convirtió en el padre de la hoy billonaria gestión pasiva.
En cuanto al segundo principio, igualmente revolucionario para la industria de la inversión, la necesidad de abrir el mundo de los fondos a los pequeños inversores con productos de bajo coste. Eso que luego se denominó como 'capitalismo popular' o 'democratización de la inversión' dio sus primeros pasos gracias a Bogle. De ahí el elogio de Buffett sobre la contribución de Bogle a los inversores estadounidenses.
Por todo ello, 'Fortune' consideró hace 20 años al fundador de Vanguard como uno de los cuatro gigantes de la inversión del siglo XX. Y en 2004 otra revista, 'Time', lo incluyó entre las 100 personas más importantes e influyentes del mundo.
SU 'CASITA', SUS HIJOS Y SUS NIETOS
Pero ni siquiera todos estos logros sirven para entender la auténtica dimensión de Bogle. Casado desde 1956 con Eve Sherrerd y padre de seis hijos, abuelo de 12 nietos y bisabuelo de seis biznietos, su intención de contribuir de verdad a fomentar la cultura de la inversión y el ahorro en la sociedad quedó plasmada en un hecho insólito en la gran industria de la gestión: Vanguard es una institución sin ánimo de lucro, una suerte de cooperativa en la que el objetivo es el bienestar y la rentabilidad de los 'cooperativistas' -los partícipes-.
"Tenemos una bonita casa pequeña. Tenemos abrigo cuando llueve, nieva o hace viento. Los niños y los nietos están bien"
Bogle no rivalizaba con los Bill Gates, Jeff Bezos o el propio Buffett en la lista de los más ricos de 'Forbes'. Las cifras sobre su fortuna bailan, oscilan entre los 10 y los 80 millones de dólares, alejadas en cualquier caso de los miles de millones de los mayores patrimonios. Pero es que no lo pretendía. Su felicidad era otra. "No soy un billonario como Abby Johnson [presidenta de Fidelity], que se supone que tiene una riqueza de 15.400 millones. Ni siquiera sabría qué hacer con una suma como esa. Tenemos una bonita casa pequeña. Tenemos abrigo cuando llueve, nieva o hace viento. Los niños y los nietos están bien", reconocía en una entrevista concedida a 'ThikAdvisor' a finales de noviembre.
Se mantuvo al frente de Vanguard hasta 1996 y permaneció cuatro años más como presidente de honor de la firma. Desde entonces ha seguido vinculado a los mercados, expresando sus opiniones, y se ha dedicado a tareas filantrópicas. Y también a escribir, porque en su histórica huella también figuran sus artículos y sus libros, como 'La batalla por el alma del capitalismo', 'El pequeño libro para invertir con sentido común' o 'Cómo invertir en fondos de inversión con sentido común'. Alma y sentido común. Siempre le guiaron. Y siempre quedarán en su legado.