Es la cruda realidad. Gestores y asesores españoles llevan años intentando convencer al cliente de que ya no existe el activo cien por cien seguro y menos aún en un entorno de tipos de interés en mínimos que han dejado tiritando la rentabilidad de todo tipo de carteras. El mensaje es claro: asumir algo de riesgo ya no es solo vital para alcanzar mayores rendimientos, sino también para evitar incurrir en pérdidas por el efecto de la inflación. 

En este escenario, la banca ha desarrollado nuevos productos y servicios con los que el cliente pueda salir de los tradicionales depósitos bancarios hacia otro tipo de activos más rentables. Y, de paso, las entidades logran generar ingresos que ya no aporta el negocio típico bancario.

Se trata de herramientas que buscan adaptarse a los distintos perfiles del ahorrador, pero muy enfocadas a los conservadores al incluir un asesoramiento que hasta hace poco estaba limitado a los patrimonios elevados. El último en sumarse a esta tendencia ha sido ING, con el reciente lanzamiento de su servicio Inversión Naranja. La entidad ofrece a través de este servicio una cartera con siete fondos para siete perfiles de riesgo, invirtiendo desde un 10% hasta un 90% de su cartera a la renta variable. Para hacerlo más atractivo a los clientes reacios al cambio, la entidad no ha establecido ningún importe mínimo inicial, aunque sí cobra una comisión del 0,99%. 

Hace justo un año, Banco Santander marcaba el camino al resto del sector con el lanzamiento de SO:FIA. Con esta herramienta, la entidad pretende llegar “al inversor más sofisticado y al que se inicia en esta actividad”, a través de una plataforma que, además de las funciones de bróker, incluye el acceso al servicio Santander Orienta, que permite determinar los productos óptimos para los distintos perfiles de riesgo a través de un asesoramiento digital. 

REBAJA DE PRECIOS

La rebaja de precios en estos servicios de inversión también ha sido generalizada para atraer a los ‘inversores novatos’. Por ejemplo, Bankinter lanzó su gestor digital Popcoin en julio de 2018, con el que los clientes pueden comprar una selección de fondos (realizada por el equipo de análisis del banco) desde solo 1.000 euros con un coste fijo anual del 0,6%. 

Este servicio se asemeja a la oferta de gestión de carteras con la que otras entidades buscan convertir a sus clientes en inversores más allá de los depósitos bancarios. Bankia, por ejemplo, lanzó Gestión Experta en abril de 2018 con acceso a cuatro carteras de fondos con distinta volatilidad máxima y exposición a renta variable, según el perfil del ahorrador, con importes mínimos a partir de 10.000 euros.

El interés comercializador por este producto ha supuesto para la entidad la captación de 2.200 millones de euros, según los últimos datos del banco a cierre de 2018. 

CaixaBank también decidió acercar el servicio de gestión discrecional de carteras al pequeño ahorrador con su herramienta Smart Money, con la que la entidad quería competir, además, con la incursión de las Fintech en el negocio de fondos de inversión. Desde 500 euros y una comisión de 3,63 euros anuales, CaixaBank da acceso a cestas formadas por entre siete y diez fondos de inversión de gestión pasiva.

BAJO EL PARAGUAS DE LOS FONDOS

Bajo el lema de “limitar el riesgo y ganar más en los momentos de subidas” muchas gestoras también han apostado por los llamados fondos consolidados. Productos compuestos de complicados algoritmos matemáticos que establecen límites para la pérdida máxima día a día. 

Abante y Morgan Stanley fueron pioneros en este segmento con un producto que ‘protege’ el 80% del valor máximo liquidativo diario (el precio que marca cada participación en un momento determinado, que se calcula dividiendo el patrimonio total del fondo entre el número de participaciones en circulación en ese momento). Es decir, si la estrategia no falla, el producto solo podría perder como máximo y de forma diaria un 20% de su valor liquidativo. 

Con una comisión de gestión del 1,35% para inversiones a partir de 10 euros, el fondo invierte actualmente un 50% de su cartera en renta variable, un 40% en renta fija y un 10% en activos monetarios. 

Liberbank también oferta, de la mano de JP Morgan, el Liberbank Protección, con el que la entidad eleva esa ‘protección’ al 90% del patrimonio (sólo se podría perder como máximo y de forma diaria un 10% del valor liquidativo).

Entre las grandes entidades, destaca la Gama Consolidación de la gestora de BBVA o el Santander PB Consolida 90, que también alcanza ese 90% de protección aunque, en este caso, el producto está destinado a clientes de banca privada. 

También para los altos patrimonios más ‘temerosos’ Deutsche Bank comercializa en España el DP PWM I A3. Se trata de un fondo multiactivo que incluye un método de coberturas que también limita la potencial pérdida máxima al 10%. En concreto, los complejos algoritmos que rigen al producto permiten que, en solo una de cada 100 sesiones, la pérdida máxima pueda superar ese 10%.

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