El negocio de los roboadvisors promete subir como la espuma y las entidades tradicionales corren para no perder el tren. Nuevas herramientas, más productos y hasta la entrada en el capital de firmas independientes son las estrategias que están siguiendo para apuntarse a una industria que podría quintuplicarse en los próximos cuatro años.
Los sistemas automatizados de inversión, un nombre más prosaico para referirse a los roboadvisors, gestionaban al cierre del año pasado 189,9 millones de euros en España. Una cifra muy testimonial si se tiene en cuenta que para entonces la industria española de fondos de inversión movilizaba 194.645,9 millones de euros, según datos de Inverco. Sin embargo, la consultora especializada Statista estima que para cuando termine el ejercicio 2023 esta cifra habrá crecido en un contundente 421%, hasta los 682,3 millones.
Este ritmo de expansión supone un crecimiento anual de entre el 45% y el 30%, unas tasas que hacen entendible el afán de las entidades tradicionales por no permanecer ajenas a esta industria, que ya goza de una representatividad mucho mayor en otras economías europeas. Algo que, por otra parte, no es de extrañar si se tiene en cuenta que los españoles siguen abonados a la cuenta corriente y el depósito bancario, como constatan mes tras mes los datos del Banco de España y algunas de las últimas iniciativas de estas mismas entidades para movilizar los ahorros de sus clientes.
La carrera por los roboadvisors tiene ahora para la banca el aliciente de un negocio con márgenes más abultados que la actividad clásica de prestar dinero
Una de las últimas entidades en dar un paso para potenciar su roboadvisor ha sido Andbank. La entidad de banca privada ha lanzado fondos de autor desde 10 euros y mejorado las condiciones de las hipotecas que concede a través de la herramienta MyInvestor al calor del tono ‘dovish’ que se ha instalado en el seno del Banco Central Europeo (BCE). En los dos años de vida que tiene el robot reformulado como neobanco ya cuenta con 70 millones de euros de sus clientes.
Pero el de origen andorrano no ha sido el único. Este mismo mes Bankinter ha anunciado el lanzamiento al través de Popcoin de los primeros planes de pensiones del mercado español basados en fondos cotizados (ETF). Una oferta dividida en tres perfiles de riesgo y dirigida, fundamentalmente, hacia un público joven que pretende acelerar las entradas que hasta ahora ha recibido la herramienta, unos cinco millones de euros en sus casi dos años de vida.
A comienzos de este mismo año se conoció que la firma catalana GVC Gaesco entraba con fuerza en el capital de inbestMe. Nada menos que un 5,5% de su accionariado, con la consiguiente irrupción en su consejo de administración. Dos años antes la aseguradora Caser había hecho lo propio con su inversión en Finizens, que a lo largo del año pasado logró duplicar tanto su patrimonio bajo gestión como su número de clientes.
En este sentido, Statista recoge que desde que se produjo la operación de Caser, el número de clientes de roboadvisors en España ha crecido cerca de un 65%, hasta el entorno de los 24.000 usuarios. Un ascenso vertiginoso pero que se queda en poco con los 63.330 que se esperan para dentro de cuatro años. Un incremento del 163% con respecto a las cifras actuales del mercado nacional.
Incluso después de esta exponencial expansión, su cuota de mercado seguirá anclada en el 0,1% de todo el mercado español de inversión. Para el conjunto de Europa se estima una tasa de penetración del 0,5% para dentro de cuatro años, mientras que ahora ya ronda el 0,2% de la industria. Y estos porcentajes se siguen quedando cortos si se comparan con EEUU o China, donde estos robots inversores gozan de una mayor popularidad gracias también a una más amplia trayectoria.
LA DELANTERA DE LOS NATIVOS
Desde la industria defienden que el que España esté rezagada es más una oportunidad de crecimiento que un motivo para la preocupación más allá de las ya comentadas características propias de la idiosincrasia del ahorrador español. En este sentido, el roboadvisor decano del mercado nacional, Feelcapital, acaba de anunciar que en asesoría ya han pasado por sus máquinas 13.000 usuarios con un patrimonio de 2.200 millones de euros. Unas cifras que ha cosechado desde el ejercicio 2014, cuando vio la luz.
Por su parte, Indexa Capital ha comunicado que a cierre del mes pasado alcanzó la cota de los 200 millones de euros, el doble de lo que tenía en gestión hace un año. Solo Yomoni, el líder del mercado francés, donde el uso de estos sistemas de inversión automatizado es aún más residual, ha crecido en Europa por encima de esta tasa: al 200% hasta los 100 millones.
El sector apunta hacia otro factor decisivo para echarse a la carrera a por el negocio de los roboadvisors: la continuidad de los tipos de interés en mínimos históricos. La complejidad de arañar rentabilidades en activos conservadores y las dificultades de la banca para atraer nuevos capitales hacia ellos se conjugan con la necesidad de las propias entidades financieras para conseguir márgenes más abultados para sus negocios que compensen la estrechez de su actividad básica de prestar dinero. A este objetivo puede contribuir por sus menores costes la automatización de perfiles de inversión y su asignación directa a carteras de gestión pasiva con revisiones periódicas.
Un reciente estudio de Axa IM, el brazo gestor de la aseguradora francesa, señalaba que, aunque en la actualidad solo un 4% de los inversores españoles recurre a un roboadvisor para la distribución de su cartera, en breve se podría alcanzar el 13%. Una tasa aún testimonial, pero que promete triplicar clientes. Una previsión todavía más entusiasta que la de Statista que podría hacerse realidad en función del ahínco que las nuevas gestoras y las de toda la vida pongan en la promoción y desarrollo de estos robots de inversión.