Francisco García Paramés, Álvaro de Guzmán, Beltrán de la Lastra, Javier Ruiz, Iván Martín, Lola Solana… No hay duda de que la industria de fondos de inversión en España cuenta con nombres con un sólido ‘track record’ que, pese a las dificultades de los últimos años, han sabido demostrar su valía en el largo plazo. 

Sin embargo, la nota media baja de forma abrupta si se tiene en cuenta al conjunto del sector. Según datos de Morningstar Direct a cierre de septiembre, España ha caído al último puesto en el ranking de países europeos según el rating medio de la firma. 

Este rating mide la rentabilidad ajustada al riesgo de un determinado fondo respecto a su categoría. Para elaborarlo, Morningstar emplea datos de rendimiento de los últimos tres años y, en función de esos criterios, otorga una calificación que se mide por ‘estrellas’. En concreto, el 10% de los mejores fondos entran en el selecto club de las cinco estrellas, el 22,5% siguiente van a parar al cajón de las cuatro estrellas, el 35% siguiente al de tres estrellas, el 22,5% al rating dos estrellas y el 10% de los peores fondos sólo conseguirán una estrella.

En este sentido, el rating medio de España se situó a cierre de septiembre en 2,54. Una nota que se queda por debajo de la obtenida por Portugal, Italia o Francia… y muy lejos del 3,08 que de media registran los países analizados.

DE ESTRELLAS... A ESTRELLADOS

Los datos de Morningstar también evidencian que España es el país con menor número de productos ‘cuatro y cinco estrellas’. En concreto, solo un 20% de los fondos forman parte de estas categorías, frente al 43% que suma Francia, el 58% en Reino Unido o el 28% en Portugal. 

La mala nota del mercado nacional queda reflejada en que algunos productos gestionados por notables profesionales del sector tampoco consiguen las ansiadas ‘cinco estrellas’. Por ejemplo, el fondo Azvalor Internacional de AzValor solo cuenta con una estrella. El Azvalor Iberia, de bolsa española y portuguesa, con dos. Por su parte, el Okavango Delta de José Ramón Iturriaga tampoco pasa de la ‘estrella única’. Por el contrario, hay productos que sí destacan en sus respectivas categorías, como el Magallanes Iberian Equity de Iván Martín, con cinco estrellas, o el Santander Small Caps de Lola Solana, también con la máxima calificación otorgada por Morningstar. 

Pero poco más. De hecho, de los 185 fondos que Moringstar engloba dentro de la categoría de renta variable española, solo 17 productos obtienen las cinco estrellas de la firma. 

En este escenario, los expertos creen que la mala nota de la industria española tiene poco que ver con que los gestores nacionales sean peores que sus competidores europeos. En un reciente informe, la firma apuntaba al impacto que el retraso en MiFID II había tenido para el sector, sobre todo en materia de costes. Las altas comisiones han provocado que, por ejemplo, los fondos de bolsa española estén entre los más caros del mundo, con el consiguiente impacto en la rentabilidad final para el inversor. 

Es cierto que la nueva normativa favorece productos más baratos con las denominadas ‘clases limpias’, libres de retrocesiones. Sin embargo, desde Morningstar insisten en que estas clases son actualmente solo accesibles entre inversores profesionales, que pueden acceder a ellas a través de asesoramientos financiero. 

EL PAPEL INSTITUCIONAL

En este sentido, la menor presencia de inversores institucionales también afecta al rating final de España, pues esta clase de fondos, simplemente por tener costes más bajos, suelen tener un mejor rating que las clases minoristas. 

Según datos de Inverco, el 62% del volumen de activos de los fondos comercializados en España proviene de las familias, incluyendo todas las IIC, tanto domésticas como extranjeras. Los fondos de pensiones y aseguradoras apenas representan un 10%, a lo que habría que sumar un 17% de otros intermediarios financieros. En Europa, la media ronda el 50%. 

En países como Francia o Alemania, las familias apenas superan el 26% del volumen que ha llegado a los fondos de inversión. En Reino Unido, el porcentaje es del 23%, mientras que los inversores institucionales ocupan un 64% del pastel. En Italia, un 46% del dinero en fondos proviene de las familias, frente al 22% institucional.

Los expertos indican que, en el cálculo del rating, también existe cierta correlación entre el porcentaje de gestión bancaria, con un modelo de distribución ‘masivo’ entre sus clientes, frente a la gestión independiente. Destacan, además, la menor presencia de ETFs –productos por lo general más baratos que los fondos de inversión- en el mercado nacional.

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