Las tarjetas revolving se han convertido en punto caliente de la litigiosidad para el sector bancario, con múltiples reclamaciones por los elevados intereses que generan este tipo de producto. Más allá de los casos más conocidos como el de las revolving de WiZink, existen otro tipo de plásticos que también participan de esta ‘bola de nieve’ de deudas, que muchos clientes ni siquiera saben que las tienen.
Desde la plataforma de abogados Reclama Por Mí denuncian que de los 14.000 millones de euros que, según datos del Banco de España, mueve este tipo de tarjetas en España, muchas corresponden a productos comercializados en lugares como gasolineras, centros comerciales o tiendas de ropa que dificultan su identificación por parte del cliente.
“Junto a las de entidades financieras conocidas como Santander, BBVA, Wizink, EVO, Cofidis, Creditea, Caixabank o Bankinter, existen tarjetas revolving comercializadas por otro tipo de empresas con un nombre comercial más adaptado al tipo de compra realizada”. Así, desde Reclama Por Mí apuntan a tarjetas revolving comercializadas por marcas como Alcampo, Cepsa, Carrefour, Fnac, Iberia, Eroski, Inditex, Ikea, Leroy Merlín, Renfe o Vodafone, entre muchas otras.
Elevados intereses
“Todas encierran los mismos peligros: intereses muy elevados, desinformación y deudas que se alargan en el tiempo”, aseguran. “Son tarjetas revolving, aunque no lo sepamos. Se comercializan bajo el nombre de empresas conocidas pero están asociadas a entidades o bancos. Y con ello, encierran los mismos peligros que cualquier crédito de este tipo”, explican desde la plataforma de abogados Reclama Por Mí.
“Centros comerciales, hipermercados, agencias de viajes, tiendas de muebles, tiendas de ropa o grandes almacenes… existen numerosas empresas que ofrecen este método de financiación”, continúan.
Según indican desde la plataforma, “estas tarjetas presentan una TAE superior al 20% en prácticamente todos los casos, lo que hace que la deuda nunca acabe de saldarse por mucho que se pague mes a mes”.
La firma pone tres ejemplos de casos reales llegados a su plataforma. Uno de los afectados contrató una tarjeta Carrefour Pass bajo la premisa de que no tenía comisión de apertura ni de mantenimiento, “aunque nunca le mencionaron la TAE que le iban a aplicar”. Según explican, de los 120 euros al mes que pagaba, únicamente 40 se destinaban a cancelar deuda.
En el segundo caso, la afectada contrató la tarjeta Affinity Card de Inditex en 2002. En 2019, seguía teniendo una deuda pendiente de más de 5.000 euros. El último de los casos se refiere a un usuario que contrató una tarjeta visa Cepsa y, tras 10 años pagando, la deuda no bajaba. Los tres decidieron reclamar y consiguieron cancelar la deuda y recuperar el dinero pagado de más en concepto de intereses.
Desde Reclama Por Mí indican que ya han recibido unas de 20.000 consultas de reclamación de tarjetas revolving y microcréditos. Del mismo modo, la asociación de consumidores Asufin ha presentado la primera contra las tarjetas Visa Classic, Go y Gold de CaixaBank para expulsar del mercado las cláusulas abusivas que contienen estos contratos: no sólo el interés desproporcionado que alcanzan (por encima del 20%) sino también la falta de transparencia con las que se comercializan.
Asufin defiende que estas tarjetas "se convierten en una auténtica trampa de deuda para el consumidor por el mecanismo de amortización que contienen: combina el pago de cuotas mensuales muy reducidas, plazo indefinido y recapitalización de intereses".
El problema reside en que esto no se explica al detalle en el momento de la contratación usando para ello, por ejemplo, un cuadro de amortización con escenarios de pagos a futuro o simulaciones que permitan comprender al consumidor cuánto le va a costar el préstamo.