Los precios de los carburantes siguen disparados en España. En concreto, acumula ya once semanas consecutivas de subidas. Además, y según Eurostat, dicho aumento fue del 6,7% en agosto en España, casi el doble si se compara con el 3,4% de los países de la UE.

Junto a España, los países que más han visto aumentar el precio de los carburantes han sido Hungría, Francia y Alemania. En estos dos últimos, el incremento fue muy similar al de España.

Tanto Francia como Alemania también aplicaron descuentos a las gasolinas para hacer frente a la inflación. Pero acabaron poniendo fin a la medida, como España. Conviene recordar que, en el caso de España, dicho descuento fue de 20 céntimos por litro de combustible.

¿Qué medida quiere implantar Francia?

Si por algo se ha caracterizado el país vecino durante los últimos tiempos ha sido por ‘echar una mano’ a los consumidores. Fue el primero de los países que estableció descuentos directos al litro de la gasolina y el diésel.

¿Y cuál es la siguiente ficha que piensan mover? Pues el Ejecutivo de Emmanuel Macron quiere, ni más ni menos, que levantar la prohibición de vender a pérdidas. Se trata de una medida que lleva vigente en Francia desde hace seis décadas (desde 1963) y que supondrá una auténtica ‘revolución’. Será en octubre cuando, según ha anunciado su ministro de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire, presentará el oportuno proyecto de ley para levantar la prohibición.

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De aprobarse, se implantaría a partir de diciembre y durante un periodo de seis meses. Así lo ha anunciado la primera ministra del país, Élisabeth Borne, en una entrevista con el periódico Le Parisien. ¿De cuánto podría ser el ahorro? Podría estar entre los 40 y los 45 céntimos por litro (en la actualidad, el precio de la gasolina ronda los dos euros, y el del diésel, los 1,88 euros).

¿Y qué más supondría? Que los carburantes se podrían vender sin beneficios e, incluso, por debajo del precio de coste. Por tanto, de hacerlo, daría lugar a pérdidas que serían compensadas a largo plazo ya que, entre otras cosas, este hecho supone fidelizar a los consumidores. Eso viendo el vaso medio lleno. Porque, viéndolo medio vacío, y según han advertido las gasolineras más pequeñas, su supervivencia está en peligro.

¿Se puede hacer en España?

La respuesta es desalentadora para los consumidores españoles. La normativa española lo considera algo prohibido para así no fomentar la competencia desleal. Además, ahora mismo no es una cuestión que esté encima de la mesa, en pleno proceso de formación del que será el próximo Gobierno.

Sin embargo, y al igual que los franceses, podría estudiarse si sería factible o no, con la vista puesta en la subida incontrolada de los precios de los carburantes. Otra opción para el nuevo Gobierno sería la de volver a rebajar los precios, subvencionándolos, como ya hizo recientemente.