Muchos son los sorteos de lotería que hay a lo largo del año. Pero ninguno como el de la Lotería de Navidad. Entre otras razones, porque sus premios son más elevados que los del resto de sorteos del año (aunque hay otros juegos, como la Primitiva, más suculentos).
También porque es el único en el que vemos las caras de felicidad de aquellas personas que han sido agraciadas por la Diosa Fortuna. Saltos, cánticos y champán (o sidra) son recurrentes cada año en las imágenes que ofrece la televisión.
Además, al estar presentes los afortunados, ellos nos dicen en primera persona a qué van a dedicar ese dinero. De entre todas las respuestas, una es muy recurrente: para tapar agujeros. ¿Es realmente así? ¿A qué dedican este dinero ‘llovido del cielo’?
¿A qué se destinan los premios de la lotería?
Para poner luz y taquígrafos a estas preguntas, los investigadores de Fedea Julio López-Laborda, Jaime Vallés y Anabel Zárate, de la Universidad de Zaragoza, han elaborado un estudio. Y el mismo versa sobre qué hacen los españoles con los premios de lotería y similares. La conclusión viene a echar por tierra algunos tópicos.
“Los premios obtenidos en el juego y la lotería se emplean para algo más que tapar agujeros, es decir, pagar deudas, en muchos casos vinculadas a la compra de la vivienda habitual de la familia”, afirman en el estudio.
En el mismo, los investigadores ponen de manifiesto que dicho dinero, en un principio, se ingresa en un depósito bancario normalmente ya existente. ¿Y para qué se emplea? Para, en los años posteriores, invertir en activos inmobiliarios y financieros. Sobre todo, vivienda habitual y fondos de inversión. “Y, en algunos casos, para cancelar deudas”, matizan.
Otros detalles: la inversión en activos financieros es bastante inmediata y, con la excepción de los fondos de inversión, se agota en los primeros años.
“Mientras que la inversión en inmuebles requiere su tiempo y sigue presente cuatro años después del premio. La excepción es la vivienda habitual, que parece una inversión más urgente y se agota en los primeros años”, aclaran.
Otro dato curioso del estudio es que el premio “parece animar a los sujetos a contraer matrimonio, pero no a poner fin al mismo, tener hijos o cambiar de municipio de residencia”.
¿Se deja de trabajar, o no?
Es el sueño, o la quimera, de quienes juegan a la lotería y similares: que les toque y dejar de trabajar (tras la correspondiente peineta al jefe). Bromas aparte, el estudio es bastante contundente en este aspecto.
Así, los premios inducen a los asalariados a dejar de trabajar por cuenta ajena si son mujeres, no tienen hijos, están más cerca de la edad de jubilación, tienen poca renta y el premio es pequeño.
En el caso de hombres, con hijos, cercanos a la edad de jubilación y con renta elevada, prefieren emprender. “Hemos comprobado también que el efecto total sobre la oferta laboral sería superior al que nosotros hemos estimado, puesto que también los cónyuges parecen reaccionar a la obtención del premio reduciendo su oferta laboral”, sostienen.