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Las generaciones más jóvenes cuando se les habla de pesetas les suena a chino. Sin embargo, para la gran mayoría de los españoles, la moneda que les ha acompañado a lo largo de su vida ha sido la peseta.

No en vano, la peseta estuvo en los bolsillos de los ciudadanos durante más de 130 años. El euro, por su parte, tiene una vida más corta (fue moneda oficial a partir del 28 de febrero de 2002). Tanto pesetas como euros no duran eternamente. Es más, suelen tener una segunda vida. ¿Por qué?

Porque, en el caso de la peseta, al no ser una moneda de curso legal, los españoles las cambiaron en las entidades financieras. Aun así, se quedaron en sus bolsillos billetes y monedas de pesetas. En total, el equivalente a 1.577 millones de euros, según el Banco de España (de esa cantidad, 783 millones de euros serían monedas).

Euros también tienen en sus bolsillos los ciudadanos. Monedas que pueden tener defectos de fabricación. Es lo que se conoce como una moneda defectuosa. Por tanto, no apta para la circulación.

Luego están las monedas de euro deterioradas. En este caso, y debido a su prolongado uso, o a determinadas circunstancias (deformación, corrosión, fuego…) se puede producir un deterioro que afecta a sus características y dificulta su identificación.

Tanto las monedas defectuosas como las deterioradas (ambas consideradas no aptas) deben retirarse de la circulación. De esta manera, por ejemplo, se evitan problemas en las máquinas expendedoras o de pagos.

A continuación, te mostramos cuál es el singular proceso que siguen tanto las pesetas retiradas como los euros defectuosos o deteriorados. Asimismo, cuál es el uso que se les acaba dando. Una segunda vida que a más de uno sorprenderá.

¿Qué se hace con las pesetas y los euros?

Para responder a esta pregunta hay que remitirse a la Orden ETD/647/2023, publicada en el BOE, en la que se autoriza al Banco de España a retirar ciertas monedas falsas o deterioradas de euro. También a destruirlas y desmonetizarlas (destruirlas mediante deformación física).

Esa materia prima resultante tiene una posible segunda vida: por un lado, pueden usarse para fabricar monedas legales; por otro, pueden venderse en subasta pública. Los ingresos resultantes se destinarán al Tesoro Público.

Esa venta en subasta pública es lo que también hizo el Banco de España con las pesetas durante 2023. Y no fue una cantidad baladí, ya que la misma superó los 360.000 kilos de los diferentes metales que conformaron estas monedas.

Lo curioso es que a los diez lotes en que se dividieron los kilos de pesetas acudieron tres empresas nacionales y otras tantas extranjeras. ¿Y qué hacen con tanta chatarra? Pues básicamente la acaban convirtiendo en chapa que se le da diferentes usos.

Por ejemplo, y según la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre (FNMT), el aluminio se acaba utilizando para hacer barriles de cerveza; el bronce con aluminio, para fabricar hélices de grandes barcos; el cupro-níquel, para tuberías o en la industria del automóvil; y, la plata, para circuitos electrónicos, cuberterías o medallas.