Los fondos de inversión libre se quitan el estigma de Madoff para ser ‘salvadores’ de pymes
Economía ha abierto la puerta a que puedan ser contratados por los minoristas desde 10.000 euros con dos condiciones: asesoramiento y no más del 10%.
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Durante algunos años, hablar de fondos de inversión libre en España fue tema tabú. Los hedge funds a la española, como se les conoce popularmente. Su nacimiento y adaptación a la normativa local no pudo ser más desafortunado. Su primer año completo de mercado fue 2008, cuando explotó la gran crisis financiera mundial, y la primera ‘en la frente’ se la llevaron con el mediático ‘caso Madoff’, donde muchos de estos productos financieros se quedaron pillados.
Grandes gestoras de nuestro país -de bancos, pero también independientes- pasaron años intentando devolver el dinero a los clientes atrapados con una fórmula que hoy ya es habitual para la resolución de crisis inversoras: los side pockets o, como diría el director de cualquier sucursal bancaria de provincias, compartimentos de propósito especial. Banco Santander es uno de los que nunca olvidaran esta estafa piramidal.
Con estos antecedentes, no es de extrañar que su patrimonio bajo gestión en España apenas llegara a los 900 millones de euros seis años después de su puesta en marcha. Sus muchas bondades -sobre todo, más laxitud regulatoria para explorar todas las opciones de rentabilidad- pasaron al extremo de convertirse en su talón de Aquiles.
De hecho, todavía hoy hay quienes no les gusta equiparar fondos de inversión libre y hedge funds cuando uno habla con las firmas que los gestionan, temerosas de un gafe y de una mala publicidad que eche por tierra su relanzamiento en España.
Pero el problema no es la terminología, sino el uso que se les da. Y parece que ha tenido que venir otra crisis -esta vez, sanitaria- para sacudir los miedos y empezar a mirar con optimismo hacia este tipo de fondos de inversión.
Ya antes de la Covid-19 se había dejado notar una pequeña remontada. Pasaron de los 1.000 millones por primera vez en 2014 y, a cierre de junio, sus activos se elevan hasta los casi 2.600 millones tras haber crecido en más de 300 durante los seis primeros meses, según Inverco. Siguen siendo muy pequeños, pero el tono es otro.
Los minoristas podrán invertir
Desde la pandemia, algunas entidades los están volviendo a poner en el escaparate para vehiculizar inversión privada que vaya directa en vena a las pymes. Quizá sean el paraguas perfecto para ello, cumpliendo dos objetivos.
Por un lado, sirven a la desintermediación bancaria, ofreciendo a las medianas empresas una vía urgente de financiación en mercados de capitales (por ejemplo, con venta y arrendamiento o sale & lease-back) que no obtendrían tan fácilmente de la gran banca comercial, la cual trata de apagar numerosos fuegos. Por otro, dan a los inversores el extra de rentabilidad que buscan en este entorno de tipos ultrabajos de interés.
Si no han crecido más, es porque darle la vuelta a su imagen ha sido una ardua tarea para el sector financiero. Pero también porque, por muy “libres” que sean, la regulación los limita a los inversores profesionales e institucionales. Se necesita invertir al menos 100.000 euros para entrar en un hedge fund. O, al menos, se necesitaba hasta ahora.
Porque el Gobierno ha escuchado las plegarias de las entidades y el equipo económico de Nadia Calviño ha abierto la puerta a que puedan comprarse desde 10.000 euros con dos simples requisitos: que haya asesoramiento de por medio y que no pesen más de un 10% sobre la cartera del inversor.
La CNMV ya se había mostrado favorable. Una vez se abra la compuerta de los fondos de inversión libre para los minoristas, muchos más ahorradores de a pie podrán contribuir a la recuperación económica… a la vez que rentabilizan sus carteras. Es una oportunidad de oro para toda la cadena de valor en la economía real y en la financiera.
Pese a todo, hay que hace dos posdatas. La primera: no todos los fondos de inversión libre van en esta dirección de financiar pymes, algunos siguen usando los menores corsés para hacer inversiones tradicionales en acciones o bonos concentrando las apuestas o apalancándose para ganar más o bien usando instrumentos derivados para protegerse como cobertura.
La segunda: el sector del capital riesgo también pedía bajar sus mínimos para captar a los pequeños ahorradores, un sector que también está financiando la recuperación post-Covid. Pero Economía, por ahora, ha desoído su solicitud.