Bajos costes, sencillez, transparencia, eficiencia… y buenos resultados. Esos son los cinco principales atributos de la gestión pasiva o indexada, aquella estrategia de inversión que replica el comportamiento de un índice bursátil o de bonos y que cada vez está más presente en las carteras de los ahorradores. Países como Estados Unidos o Alemania ya están muy avanzados en este terreno y España está cogiendo ritmo.
Así lo aseguraron los expertos que participaron en el debate ‘La gestión indexada vs. gestión activa’, organizado por EL ESPAÑOL-Invertia en colaboración con EVO Banco. Como puso en contexto Juan Rosas, director de Negocio de EVO Banco, en los últimos diez años, la gestión indexada ha crecido a ritmos del 15% anual mientras que el resto de gestión clásica ha crecido a ritmos del 5%. “En EEUU, ya representa más del 50% del mercado”, según el directivo del banco digital de Bankinter.
En promedio, los fondos de inversión pasivos suelen cobrar un 0,10% por su labor, mientras que los fondos perfilados de la banca, un producto semiactivo de gran calado entre los españoles, “pueden irse por encima del 1% fácilmente, una diferencia considerable”, destaca Rosas.
Y es que los inversores profesionales que gestionan carteras para los inversores minoristas ya usan los fondos indexados y los ETFs como herramientas habituales en su día a día. Por ejemplo, en los citados fondos perfilados, cuyas posiciones suelen ser ETFs de diferentes países, estilos o sectores.
En España, las dos subvariantes de la gestión pasiva no tributan igual. Los fondos indexados disponen de traspasabilidad fiscal, esto es, el pago de plusvalías puede diferirse en los traspasos hasta el reembolso final, mientras que los ETFs cotizan como una acción bursátil ordinaria y, por tanto, en cada compraventa hay que tributar por los beneficios.
Del S&P 500 a los temáticos
Los inversores institucionales en sus carteras no sufren esta diferenciación, pero los inversores finales sí. De ahí que los expertos recomienden el uso de los fondos indexados para la parte estratégica o de largo plazo del ahorro, mientras que los ETFs se circunscriben al corto plazo y las posiciones tácticas.
Vicente Varó, director de Contenidos y Comunicación de Finect, asegura que “el 80% de las solicitudes en gestión indexada suelen ir a replicar el S&P 500 o el MSCI World, es decir, la bolsa americana o la bolsa mundial”.
Aunque la innovación y la velocidad a la que se mueven las gestoras proveedoras ha provocado que haya ETFs de bitcoin, ethereum, hidrógeno, computación cuántica, oro, mineras o específicos en sostenibilidad e impacto, entre otras muchas novedades. “Ahora que se habla tanto del metaverso, ha llegado antes el ETF del metavero que el fondo”, apunta Varó.
Precisamente, la gestión pasiva o indexada es de gran utilidad ante las megatendencias de futuro. “Cuando nace una megatendencia o está en pleno boom, va a haber 100 empresas de las que 20 van a doblar o triplicar y otras 20 que van a quebrar. Pero como nadie tiene la capacidad suficiente para analizar esas empresas hasta ese nivel, lo mejor es indexarte y que el gestor te lleve por ese camino”, considera Javier Amo, director del Máster en Bolsa y Mercados Financieros del IEB.
Más allá de los bajos costes, de la comodidad y del componente innovativo, los fondos indexados y ETFs gozan de dos grandes virtudes como son la transparencia y la efectividad. “Cuando te enfrentas a un fondo de gestión activa, tienes que mirar trimestralmente en qué está invertido el gestor. Mientras que en el ETF puedes seguir al momento lo que está haciendo porque replica un índice cuya composición es pública”, defiende Rosas, de EVO Banco.
Además, “es muy difícil batir a los índices y encontrar a gestoras activas que de forma consistente en el tiempo batan a los mercados. Si uno quiere asegurarse que no se equivoca, lo mejor es seguir a los mercados. El 10% de los gestores activos son los buenos, los que baten a los índices, y el resto te hace dudar sobre si quizá sea más sencillo y barato pagar la comisión a la gestión pasiva que a ellos”, reconoce el ejecutivo.
Gestión pasiva y gestión activa
Con todo, la gestión activa no puede borrarse del todo de la cartera de un ahorrador. Varó, de Finect, hace un símil con el código de vestimenta: “La gestión pasiva es como el fondo de armario y los básicos que te pones para el día a día, y la gestión activa sería como esa prenda que te compras para ocasiones especiales o los fines de semana”.
Hay que tener claro para qué se quiere cada cosa. Por ejemplo, “en renta fija, con los movimientos de tipos de interés tan agresivos que hemos visto, indexarte a productos de renta fija en los últimos seis meses ha hecho que pierdas mucho dinero y te hayas visto claramente perjudicado en una cosa que, más o menos, era anticipable”, da cuenta Miguel Camiña, cofundador de Micappital.
De todo este panorama revolucionador, lo que puede sacarse en claro es que “el gestor activo se ve obligado a gestionar mejor, a buscar más rentabilidad y a justificar su comisión que, para colmo, la ha tenido que bajar por la competencia de los indexados”. En opinión de Camiña, “el gran ganador es el inversor final, porque hay un entorno donde todos están compitiendo por gestionar mejor y bajar las comisiones. El caldo de cultivo ahora es el idóneo para el inversor”.