Agricultores asiáticos.

Agricultores asiáticos. Quang Nguyen Vinh, Pexels.

Fondos de inversión

El fondo agrícola más antiguo alerta de revueltas políticas y catástrofes naturales por la inflación y el cambio climático

Entrevista a Stephan Werner, gestor del DWS Invest Global Agribusiness, fondo que sube más de un 10% este año en medio de la crisis.

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Nuevas revueltas políticas, al estilo de la ‘primavera árabe’, o más catástrofes naturales es lo que nos espera como humanidad en los próximos años dada la alta inflación que existe y el cambio climático acuciante. Estas proyecciones salen del fondo de inversión agrícola más antiguo de la bolsa, el DWS Invest Global Agribusiness y, más concretamente, de su gestor, Stephan Werner.

Fundado en 2006 y con más de 1.000 millones de euros en activos bajo gestión, su voz ha de ser tenida en cuenta. No en vano, este año su rentabilidad se dispara más de un 10% cuando todo el mercado está contraído en pérdidas.

La guerra rusa en Ucrania, la sequía y los incendios, así como los bloqueos temporales en la cadena de suministro global por los nuevos brotes de la pandemia de la Covid o el propio conflicto bélico en el este de Europa son factores que han provocado el encarecimiento de las materias primas y, por tanto, de los alimentos. Un contexto del que se ha beneficiado el fondo de DWS, si bien ya lo venía haciendo desde marzo de 2020, en el primer confinamiento.

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“La inflación en las materias primas va a ser más estructural que temporal”, se teme Werner, que hace pocas semanas estuvo en España presentando el fondo a inversores. La guerra ha sido una “gran patada”.

Depende de qué materia prima, pero entre Rusia y Ucrania o entre Rusia y Bielorrusia controlaban el 25% o el 40% del mercado mundial. Sus exportaciones al resto de países se pararon en seco al inicio de la batalla y poco a poco se han ido recuperando a través de los corredores, aunque con parones temporales, como si de un efecto acordeón se tratase que aumenta la volatilidad de los materiales más básicos y no deja que los alimentos inicien una senda bajista.

“En un año normal, el resto de países deberían haber salido al mercado a rellenar esa brecha de materias primas. Pero no está pasando. En Europa, es obvio lo que ocurre: hay incendios y sequías que nunca antes se habían visto. India tiene restringida la venta de grano desde primavera y China también sufre la sequía”, contextualiza el gestor.

“Mucha gente se ha dado cuenta ahora de que el cambio climático es real, y vamos a seguir sufriendo fenómenos naturales extremos”, pronostica Werner.

Futuro aterrador

Pero, más importante aún, la ‘bomba de relojería’ se está gestando en los países emergentes o subsaharianos, donde sus ciudadanos emplean gran parte de su presupuesto en comprar comida.

“Esta gente está realmente en problemas, porque la inflación es muy alta. Necesitamos apoyo político en estas áreas del mundo, porque de otra forma, nos acercamos a un escenario similar al de hace diez años en la ‘primavera árabe’, donde muchos gobernantes fueron expulsados [además de por la evidente falta de libertad democrática] porque la gente no tenía suficiente comida y pasaba hambre”, compara el experto.

Cadena de valor

Aunque todos estos factores negativos para la economía mundial hayan influido muy positivamente en su fondo, Werner se desmarca de los especuladores. “Nosotros no invertimos directamente en el grano o en la materia prima, por lo que no formamos parte de la especulación de precios. Ponemos capital en las compañías cotizadas para que estas encuentren soluciones y apoyen la manera en cómo alimentar al mundo”, defiende el gestor de DWS.

Una creciente población mundial requiere alimentación suficiente a través de una superficie cultivable por cabeza decreciente. Esa es la premisa bajo la que opera el DWS Invest Global Agribusiness. Invierte en la cadena de valor agrícola, desde las semillas hasta el supermercado. Aunque se centra, sobre todo, en áreas como abonos, máquinas agrarias, semillas y control de plagas, logística agraria, tratamiento y distribución.

Stephan Werner, gestor de DWS.

Stephan Werner, gestor de DWS.

“Lo más básico del ser humano es que todos los días necesita comer”, y eso ya es una tesis de inversión por sí misma. Para colmo, en los últimos dos o tres años, la mayoría de fondos de renta variable enfocados en la agricultura han reorientado sus políticas de inversión hacia la nutrición sostenible, “centrándose en la parte finalista y obviando el origen de la cadena (la granja, la maquinaria, los fertilizantes)”.

La presión de la Unión Europea por motivar prácticas financieras más sostenibles es una de las causas principales de este giro, que ha dejado al fondo de DWS prácticamente casi como el único puro de su categoría y el más veterano.

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“Quizá la huella de carbono de mi fondo sea un poco más alta que la de mis competidores, pero al final necesitamos estas compañías, y ahora más que nunca. No puedes alimentar al mundo entero únicamente con comida orgánica”, critica Werner de sus rivales.

“En todo caso”, puntualiza, “las compañías en las que invertimos están introduciendo nuevas tecnologías para reducir su huella de carbono, por lo que tampoco están paradas en ese terreno”.

A pesar de que la política de la gestora es no hablar de empresas concretas, en la cartera pueden verse nombres como Nutrien, Archer Daniels Midland o Deere & Co, de origen estadounidense o canadiense, según la ficha pública del fondo.

Su popularidad ha aumentado este ejercicio con motivo de la guerra y la alta inflación en los alimentos, pero su rentabilidad ya se desbocó desde el verano de 2020. Su rendimiento anualizado a tres años es del 12,75%, y en 2021 -previo a la guerra- ganó un 26,2%.

Efecto en el dólar

El mayor coste de la energía o de las materias primas ‘blandas’ (las que se cultivan en lugar de extraerse, tales como la soja, el cacao, el café, el algodón, el azúcar, el arroz y el trigo, así como todo tipo de ganado) ya se venía notando. Un mercado que China terminó de presionar por esos años.

El aumento de población en el gigante asiático y su necesidad de alimentar tanto a las personas como a sus granjas de cerdos hizo que China -incapaz de producir tanto grano- empezara a comprar maíz de forma masiva, cuando antes solo adquiría soja a tan gran escala.

Extrapolando a medio plazo, habrá que ver qué pasa con el dólar. Normalmente, las commodities alzan su precio cuando el dólar está flojo, puesto que hay una demanda extra de materias primas. Pero ahora se está viendo un boom en las commodities a pesar de que el dólar está muy fuerte contra otras divisas.

“El dólar debería corregir siguiendo esta correlación histórica. Quizá no pronto, pero son cosas que han ocurrido en el pasado y que deberían ocurrir en el futuro. Más demanda llevaría a un dólar más barato”, confía Werner.