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Algunas de las series turcas de más éxito que han disfrutado los televidentes este año han sido ‘Infiel’, ‘Tierra Amarga’, ‘Hermanos’ o ‘Inocentes’. El boom de las telenovelas otomanas ha copado las parrillas de Antena 3 o Divinity y el público ha seguido de cerca las andanzas de personajes como Asya, Volkan, Derin, Demir, Yilmaz o Züleyha.

Lo que no se imaginaba el gran público, o más bien los inversores, es que la explosión de los seriales turcos tuviera un paralelismo con las bolsas. En un ejercicio tan duro para las acciones y los bonos, que se han desplomado al unísono, apenas tres activos han funcionado en las carteras: petróleo, materias primas y el dólar. Aunque a estos podría añadírseles un cuarto que ha llegado de tapado: la renta variable turca.

A falta de dos sesiones bursátiles y tres días para el cierre de 2022, dos fondos de inversión han logrado desmarcarse de las pérdidas generalizadas con rentabilidades por encima del 100%. Y los dos tienen algo en común: compran títulos de las empresas cotizadas otomanas.

[Erdogan, presidente de Turquía, insinúa que en junio de 2023 será candidato por última vez]

Son el HSBC Global Investment Funds Turkey Equity, que sube casi un 150%, y el BNP Paribas Funds Turkey Equity, en el entorno del 113%, con datos de Morningstar.

Como ya adelantó EL ESPAÑOL-Invertia en septiembre, la rebaja de tipos de interés con la que el Banco Central de Turquía sorprendió a mediados de agosto -a contracorriente del Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra o la Reserva Federal estadounidense- empujó al alza a estos vehículos.

La llave de Erdogan

Un sprint donde los fondos turcos han logrado batir a los otros reyes del 2022, como son los fondos de energía, oro y materias primas, que se han beneficiado de la guerra rusa en Ucrania y fenómenos naturales como la sequía, o el hedge fund de Crispin Odey, que se ha salido del mapa gracias a sus posiciones cortas en la libra esterlina y el euro.

La gran pregunta ahora es si el boom de los fondos bursátiles turcos se quedará en espejismo temporal o se convertirá en una realidad de más largo plazo.

La Bolsa de Estambul se ha visto impulsada por los sectores más sensibles al ciclo económico, como la industria manufacturera, los bienes de consumo, las materias primas y los servicios financieros, que en conjunto pesan más del 70% de la capitalización bursátil del índice de referencia y han registrado ganancias de entre el 95% y el 118% (en euros) durante el periodo.

Mohsin Memon, gestor de mercados emergentes en Schroders, tiene la explicación para tan señalada hazaña de los parqués turcos: “El fuerte rendimiento de este año se ha visto impulsado principalmente por factores no fundamentales, como la elevada inflación interna, que ya alcanza el 86% interanual, unida a una política monetaria expansiva”.

Y añade: “En lugar de enfriar el índice de precios, el banco central recortó los tipos de interés en 3,5 puntos porcentuales, hasta el 10,5%, desde el pasado agosto. Debido a unos tipos de interés reales tan negativos y a unos rendimientos públicos [de la deuda] tan poco atractivos, los inversores locales se han visto obligados a entrar en el mercado bursátil para intentar proteger sus ahorros de la inflación galopante”. Y eso ha creado una miniburbuja en el parqué de Estambul.

“Las políticas bajo el liderazgo del presidente Erdogan llevan mucho tiempo lejos de ser ortodoxas”, critica su compañero en Schroders y estratega sénior, Andrew Rymer.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, el pasado noviembre en la cumbre del G20 en Bali. Reuters.

Para responder a la pregunta de futuro, hay que tener en cuenta varios aspectos. De un lado, un tipo de cambio competitivo y unos tipos de interés reales negativos habrían contribuido a fomentar la inversión extranjera directa y a exportar cada vez más al extranjero, variable que ha pasado del 26% al 35% sobre su PIB. Por contra, Turquía es importador neto de gas y petróleo, energías que han disparado su precio.

Y en junio de 2023 habrá elecciones presidenciales, en las que Erdogan ha insinuado que será candidato por última vez. “Si no hay grandes cambios, las fragilidades seguramente aumentarán, con repercusiones negativas también en los fundamentos empresariales”, a juicio de Rymer.