El autobús es el rey del transporte público en España. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), de los 182 millones de desplazamientos que se realizaron en España en transporte colectivo durante el pasado mes de junio, más de 100 se hicieron en bus, frente a los 82 que optaron por el metro.
En un contexto en que, desde Bruselas se han fijado metas de descarbonización muy ambiciosas, los buses se presentan como una de las grandes alternativas a los vehículos privados para reducir emisiones y congestión. En concreto, los datos de ecologistas en acción señalan que el consumo de energía de los autobuses se presenta como la opción más eficiente ya que requieren una cuarta parte de la energía por pasajeros que los coches y la mitad que los servicios ferroviarios.
¿El problema? El origen de esta energía. Frente al impacto prácticamente nulo de los metros o Cercanías gracias a la electrificación, los autobuses españoles aún viven de los combustibles fósiles. Una situación que, durante la próxima década, va a revertirse gracias a la maduración de alternativas como la electrificación o el hidrógeno.
Punto de partida
Un informe de la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente (T&E) señala que actualmente el 8,5 % de los nuevos autobuses urbanos de España está libre de emisiones. Nuestro país ocupa la novena posición de una clasificación europea liderada por Dinamarca, Luxemburgo y Holanda que registran un 78 %, un 67 % y un 66 % respectivamente, de autobuses de nueva adquisición cero emisiones.
Durante el año previo a la pandemia en España se matricularon un total de 1.212 nuevos autobuses urbanos de más de ocho toneladas de peso bruto. Italia, Polonia, Alemania, Reino Unido, España y Francia acumulan el 70 % de las adquisiciones de autobuses que se realizaron en Europa, con una presencia residual de los eléctricos o los de hidrógeno.
En cambio, en países como Luxemburgo o Países Bajos, el segmento de autobuses nuevos de cero emisiones representa dos tercios de las compras. Una distancia enorme que, todo indica, comenzará a reducirse durante 2021.
La oportunidad del Plan de Recuperación
Y es que, la llegada del Fondo de Recuperación Europeo y sus 70.000 millones de euros va a suponer un punto de inflexión para la llegada de esta tecnología a las ciudades españolas. La sustitución de autobuses contaminantes por autobuses limpios de cero emisiones va a jugar un rol crucial en las ciudades de 50.000 habitantes.
La oportunidad surge de que estas urbes deberán desplegar Zonas de Bajas Emisiones una vez entre en vigor la Ley de Cambio Climático y Transición Energética. Ello, irremediablemente, les va a llevar a renovar las flotas de autobuses de combustión térmica por modelos de nueva generación.
Ciudades como Madrid, Barcelona, Zaragoza o Vitoria tienen ya en marcha ambiciosos programas que van a hacer que los modelos impulsados por combustibles fósiles vayan desapareciendo de las calles de estas ciudades. Por ejemplo, el alcalde de Madrid José Luis Martínez-Almeida, ha anunciado que a partir del 31 de diciembre de 2022 ningún autobús de gasóleo de la flota de la EMT circulará por Madrid.
Así las cosas, la era de los autobuses eléctricos parece estar a la vuelta de la esquina. De confirmarse, al actual beneficio que hoy genera esta alternativa de transporte gracias a su agilidad y su capacidad de transportar importantes volúmenes de pasajeros se sumará la ausencia de emisiones. Un requisito imprescindible para cumplir con los objetivos en materia de reducción de emisiones contaminantes.
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