Los daños colaterales de la invasión de Rusia a Ucrania ya se notan en la industria de la automoción española. El conflicto bélico se ha convertido ya en la tercera plaga en dos años, en forma de aumento de los costes energéticos y de materias primas, para uno de los sectores claves de la economía española que ha visto como durante el pasado mes de marzo se han esfumado el 25% de sus exportaciones.
Durante el tercer mes de 2022, la exportación de vehículos se quedó en las 149.229 unidades, según los datos de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac). En el conjunto de lo que va año la exportación ha caído un 18% respecto al mismo periodo de 2021, con 465.029 vehículos enviados fuera de nuestras fronteras.
El actual entorno de incertidumbre internacional junto a los paros temporales provocados por las huelgas de transportistas han sido aspectos claves que se han unido a la lenta recuperación de los principales mercados europeos que marcan el ritmo de las exportaciones de vehículos. En el mes de marzo, los envíos a los mercados europeos han representado el 71,9% de las exportaciones, pero sufren una caída del 22,3% en el volumen de entregas respecto al año anterior.
En este sentido, los principales destinos en Europa han experimentado importantes caídas de entre un 20% y un 40% en la compra de vehículos made in Spain. Del Top 10 de destinos de exportación ninguno logra crecer respecto a 2021. Países como Alemania, Francia, Italia o Reino Unido que encabezan este ranking reducen sus pedidos, pero destaca la caída de Turquía, del 37,8%, que en los últimos meses había mantenido un ritmo positivo.
La producción se resiente
La producción de vehículos en España cayó un 20,1% en marzo con respecto al mismo mes de 2021, con un total de 181.401 unidades fabricadas. La crisis de los semiconductores se vuelve a agravar como consecuencia de la escasez de materias primas, a lo que se la ha unido también la guerra en Ucrania y el encarecimiento energético, acumulando para el primer trimestre del año una caída del 16,9%, con 550.454 unidades.
En este contexto de incertidumbre internacional y escasez de materiales, se debe tener en consideración también la conflictividad en el transporte de mercancías como consecuencia de la huelga de transportistas que tuvo un impacto significativo en el ritmo de las fábricas, limitando en cierta medida la capacidad de producción y exportación de estas.
Debido a estos factores, la producción de vehículos se aleja de su ritmo de producción natural y se sitúa un 25% por debajo de los valores previos a la pandemia, con 200.000 unidades menos fabricadas en este primer trimestre.
Por tipo de vehículo, durante el mes de marzo, los turismos han registrado una menor reducción de la producción en comparación con los vehículos comerciales e industriales. En el caso de los turismos, la producción ha sufrido una caída del 10,6% con 152.705 unidades, mientras que la fabricación de comerciales e industriales ha tenido una significativa reducción del 48,8%, con 28.696 unidades.
Los electrificados aguantan el tirón
La producción de vehículos de motorizaciones alternativas (vehículos eléctricos, híbridos enchufables, híbridos no enchufables, GLP y gas natural) en el mes de marzo alcanzó las 23.081 unidades fabricadas, que supone un aumento del 15,6% respecto al año anterior. Los vehículos alternativos aumentan cerca de cuatro puntos su cuota de producción, lo que representa el 12,7% de la producción total nacional.
Durante el último mes, dentro de los vehículos alternativos, los electrificados son los únicos que registran un crecimiento, con un aumento del 36,3% y 21.543 unidades fabricadas, de los cuales 20.750 son turismos. La fabricación de vehículos híbridos enchufables alcanza las 13.411 unidades, un crecimiento del 59,3%, y los eléctricos puros suman 8.042 unidades producidas, un aumento del 9,8%.
Solamente, en el mes de marzo la producción de electrificados ha supuesto el 11,8% de la producción total, 5 puntos más que el mismo mes del año anterior. Dato que llega en un entorno muy complejo para el conjunto de la industria y que muestra algo de luz al final del túnel de la mano de las tecnologías que deben de liderar la próxima década.
Así las cosas, la industria de la automoción se enfrenta a un corto y medio plazo con un horizonte lleno de nubarrones. La incertidumbre sobre las consecuencias que la guerra tendrá sobre el conjunto de la economía y la industria del motor pronostica un 2022 muy complejo. La galopante inflación promete afectar tanto a las ventas como a los márgenes de una industria que sólo tiene en el futuro electrificado el clavo al que agarrarse.