La pasada semana el Parlamento Europeo fijó el calendario que marcará el fin de los vehículos propulsados por motores de combustión en el Viejo Continente. Según la votación celebrada, en 2035 ya sólo se podrán comercializar automóviles eléctricos o de hidrógeno. Un veto que llegará incluso a los modelos híbridos.
La decisión ha sido muy bien acogida por parte de los grandes fabricantes de coches. Muchos de ellos adelantarán esta decisión al año 2030.
Por ello, la puesta en marcha de un calendario es visto como algo que ayudará a dinamizar las ventas de los vehículos de nueva generación.
Para ello, la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA) considera que es necesario tomar una medida similar de cara a desarrollar la necesaria infraestructura de carga que permita dar la misma certidumbre que hoy tienen los dueños de un coche de gasolina a los futuros propietarios de un eléctrico.
"Un rápido aumento de la infraestructura de carga y reabastecimiento de combustible es vital para descarbonizar el transporte por carretera", explica Eric-Mark Huitema, director general de ACEA. "Necesitamos una rápida adopción de este importante reglamento para enviar la señal correcta a los mercados".
Propuesta de la Comisión
La Comisión Europea presentó su propuesta como parte de su paquete climático Fit for 55 el año pasado. Esta propuesta establecía objetivos obligatorios para los puntos de carga y las estaciones de servicio de hidrógeno en los 27 estados miembros de la Unión Europea.
Como parte de su planteamiento general, el Consejo mantuvo los objetivos de infraestructura de la Comisión para vehículos ligeros y pesados. Desde ACEA consideran que los niveles de ambición están lejos de ser suficientes para respaldar una adopción masiva en el mercado de vehículos de cero emisiones.
"La posición del Consejo simplemente no garantiza los niveles mínimos de infraestructura que serán necesarios para que los fabricantes de vehículos cumplan con sus objetivos de CO2", detalla Huitema.
Por ello, desde la asociación señalan la necesidad de que las políticas que se desarrollen para la promoción del vehículo eléctrico también establezcan objetivos para la infraestructura de carga.
Sin flexibilidad
Del mismo modo, los representantes de ACEA también lamentan que el Consejo haya introducido componentes de flexibilidad para la infraestructura de carga. Estas exenciones se basan en parámetros como los volúmenes de tránsito en las carreteras y los análisis de "coste-beneficio socioeconómico".
Según los datos de la asociación, ya existe una distribución muy desigual de la infraestructura en la Unión Europea, con alrededor del 70% de todos los puntos de recarga centralizados en cuatro países. "Permitir que los estados miembros apliquen reglas diferentes sobre el despliegue de infraestructura agravaría esta situación irregular", advierte Huitema.
"Esto debe evitarse a toda costa, ya que desincentivaría a los consumidores a cambiar a sistemas de propulsión alternativos y obstaculizaría los viajes transfronterizos". Por todo esto, desde ACEA se solicita a los estados miembros, al Parlamento Europeo y a la Comisión que introduzcan medidas más ambiciosas que estén en línea con los objetivos climáticos de la Unión Europea.
Tras el importante esfuerzo puesto en marcha por parte de los fabricantes para lanzar una nueva generación de modelos cero emisiones, llega el momento de que la red esté lista para que estos vehículos circulen por ella. Un elemento clave que, en muchos casos, no está más desarrollado por problemas administrativos.