La electrificación de la movilidad es, sin duda, el mayor reto que la industria del transporte va a afrontar en décadas. En ella, la puesta en marcha de una infraestructura de carga que pueda alimentar a la nueva generación de vehículos va a desempeñar un papel crucial.
Los encargados de ponerla en marcha han emprendido un rally por el que, en los próximos años, España pasará de tener decenas de cargadores de baja potencia a una tupida red de cientos de miles de estaciones de diferentes capacidades que permitirán poner en marcha, no sólo un cambio de motorización, sino una profunda mutación de la gestión energética de los hogares y las ciudades.
Elena Bernárdez, directora general de Endesa X Way, es una de las directivas que más tiempo lleva en la primera línea de esta transformación. Desde su posición al frente de uno de los principales actores de este nuevo mercado repasa las claves y los retos que marcarán el ritmo y el éxito de la puesta en marcha de la infraestructura clave para descarbonizar la movilidad urbana e interurbana.
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¿Va a cambiar mucho la propuesta de Endesa X Way frente a la anterior etapa?
Supone una evolución. Endesa X reunió hace cuatro años todos los servicios más allá de la energía. Ahora podemos foco en la movilidad con Endesa X Way. La estrategia la tenemos totalmente definida. Queremos liderar la movilidad eléctrica desde nuestro papel. No podemos hacerlo solos. Pero sí queremos seguir siendo traccionadores.
Esta es una operación a nivel mundial, lo que implica que los recursos van a estar a este nivel. Vamos a ser más ambiciosos que nunca. Para dar el servicio que necesitan nuestros clientes tenemos que evolucionar de su mano.
Personalmente llevo en la movilidad desde 2010. En esos años nos miraban como a marcianos. No teníamos muy claro cómo había que hacer las cosas. Ahora, todo cambia para no cambiar. Y eso es algo que está presente en el conjunto del equipo. En su motivación más importante: transformar la movilidad para desplazarnos de forma más sostenible.
Trabajar como empresa independiente, ¿es más exigente?
Algo que nos caracteriza es que cuando decimos algo al mercado lo cumplimos. Esto es una presión importante. Estamos comprometidos al 100% con nuestros clientes y con las administraciones. Realmente tenemos un empeño en responder a las expectativas que hemos generado.
Hasta durante la pandemia hemos intentado seguir cumpliendo. Analizamos qué era lo que podíamos seguir haciendo en un momento de mucha complejidad. Algo tan simple como cambiar de comunidad autónoma no era fácil. Nos habíamos comprometido a tener 2.000 puntos de carga en el año 2000 y queríamos cumplirlo.
Ahora, el mercado de la movilidad eléctrica tiene que ir más rápido. Para eso tenemos que redoblar nuestra apuesta. Tenemos una visión global que parte de nuestra consejera delegada desde Italia. Tenemos la suerte de estar en un mercado que crece y eso siempre es muy motivador.
En su desarrollo las alianzas han jugado un papel muy importante, ¿van a seguir tirando de ellas en la nueva etapa?
Esto siempre va a estar en nuestro ADN. Nosotros pensamos dónde va a poder cargar el cliente. Esto quiere decir que tenemos que estar allí donde esté. En las carreteras, en los cines, en los hoteles, en los restaurantes, en el supermercado… En este mundo ya no se camina solo.
Las líneas cada vez son más difusas. En un negocio como la movilidad eléctrica esto aún se acentúa más. Todo actor que sea susceptible de tener una infraestructura de carga es susceptible de ser nuestro partner. Esto va de crear un ecosistema donde todo el mundo gane.
Estamos muy orgullosos de la gente que nos estamos encontrando en el camino. Nos encontramos muy cómodos y queremos seguir en esta decisión.
La electrificación va a suponer un cambio de mentalidad y de costumbres en los usuarios, ¿ve ya avances en este sentido?
Es una de las cosas más bonitas a las que nos tenemos que enfrentar. Es imposible que los usuarios cambien de paradigma si aún no se han bajado del coche de combustión. No es tan fácil que la gente entienda que va a poder cargar mientras está en el cine.
Llevamos 100 años con un paradigma, hace falta tiempo para que entendamos todos el nuevo. Porque estamos a las puertas de cambios aún más grandes. La gente va a poder conectar su coche para suministrar energía al sistema y podrá ser retribuido por ello. El coche va a pasar a ser una pieza más activa del ecosistema eléctrico.
Tenemos que ser capaces de poner las cosas fáciles a los usuarios. Cuando la gente entienda que tiene 600 kilómetros de autonomía, que sólo necesita 200 kilómetros y que con los otros 400 kilómetros puede, incluso, ganar dinero el cambio va a ser enorme. Pero para esto hace falta tiempo. Somos una empresa industrial y de largo plazo.
¿Por qué vamos más lentos con la electrificación en España que en otros países?
Es un conjunto de muchos factores. Hay que realizar cambios estructurales para superarlo. A día de hoy los fabricantes tienen muchas dificultades para entregar vehículos eléctricos en España. Esto es un problema a nivel mundial de escasez de componentes.
Además, los vehículos eléctricos aún son caros para el ciudadano español. Con nuestras tasas de inflación y nuestra renta per cápita es evidente que los vehículos tienen que ser más accesibles para que se popularicen en España. Nadie se va a comprar primero un cargador y luego un coche. El que tracciona es el vehículo.
Además, las ayudas que hemos tenido han sido muy complicadas. El Moves III ayuda, pero vemos como dependiendo de la comunidad autónoma los ritmos son diferentes. El sistema de ayudas regionalizado y los tiempos crean un tira y afloja entre la oferta y la demanda que no ayuda a este mercado.
¿Qué cambios podrían acelerar este proceso?
La administración ha ido escuchando, pero quedan cosas que necesitamos que se cambien. Llevamos desde 2018 desplegando el plan de carga rápida. Tenemos la capacidad de ir más rápido y no podemos. Tenemos miles de puntos en procesos administrativos.
Los tiempos de respuesta y el número de ventanillas a las que hay que acudir hace que los procesos lleguen a tardar años. Estamos trabajando. La administración lo sabe. Las competencias están divididas, pero nos consta que están trabajando en ello.
Tiene que haber carga ultrarrápida. Para esto necesitamos instalaciones de media tensión. Tienen unos permisos y unos procesos más largos. Existe voluntad para cambiar esto. Nosotros siempre vamos a poner nuestro conocimiento a quien lo necesite. Estamos todos los operadores en la misma página. Estoy segura de que estas trabas se solventarán.
Uno de los debates más importantes en su sector es la interoperabilidad entre operadores de carga. ¿La ven como un objetivo accesible a corto plazo?
Una cosa que no hemos hecho bien como sector es seguir la directiva europea. En 2014 desde Bruselas se nos dijo, y se traspuso en España, que todo usuario puede cargar en un punto de recarga sin que medie contrato previo. Esto significa que no tengas que dar tus datos para usar un cargador. Nosotros implementamos esto en 2015. Si lo hubieran hecho todos los operadores cualquier usuario podría pagar sólo con meter su tarjeta en la aplicación.
Los usuarios no están acostumbrados a esto. Van a un mostrador y les cobran o pagan. Ahora mismo muchos operadores requieren compartir mucha información.
En el medio plazo la interoperabilidad será una obligación. En Europa esto se sobreentiende. Nosotros tenemos acceso a 320.000 puntos de recarga fuera de nuestras fronteras. En España nos está costando mucho más.
Esto está dentro de nuestra estrategia. Creemos que la interoperabilidad es la base de este mercado. Llevar 500 tarjetas y llaveros no es la solución.