Lo primero que piensa uno cuando pasea por los alrededores de los canales de Ámsterdam es que las bicicletas en Países Bajos brotan en los árboles o que las regalan. Para un español es complicado entender cómo en un lugar con una climatología que invita tan poco a pedalear los vehículos de dos ruedas son tan populares.
Y es que, se podría decir que cada habitante de Países Bajos viene al mundo con una bicicleta debajo del brazo. El país cuenta con algo más de 16,5 millones de bicis para sus 17 millones de ciudadanos. Un ratio inalcanzable para ningún otro país del mundo.
Lo interesante de esta historia es que Países Bajos no siempre fue así. Como muchas de las potencias europeas, tras la II Guerra Mundial, sus ciudadanos abrazaron al automóvil como uno de sus mayores signos identitarios. Entonces, ¿qué pasó para que en 2022 la bicicleta sea el eje de su movilidad.
Pues algo muy parecido a lo que estamos viviendo hoy: una guerra y una crisis energética. En este caso, el conflicto bélico que desató la furia por las bicicletas fue el de Yom Kippur.
El 'Autoloze zondag'
Corría 1973 cuando los ejércitos de Egipto y Siria entraron en la península del Sinaí y los Altos del Golán en el día más sagrado para el judaísmo para recuperar los territorios controlados por Israel desde la guerra de los Seis Días. La acción bélica desencadenó en un conflicto diplomático a escala mundial en el que Países Bajos se alineó con el grupo de naciones que apoyaron al Estado judío.
En respuesta a la posición del país europeo, Arabia Saudí y otros exportadores de petróleo árabes impusieron un embargo que cuadriplicó el precio del petróleo en un breve lapso de tiempo. La consecuencia de esta medida también recuerda a los momentos que vivimos actualmente: a la subida de precios le acompañó el miedo a un desabastecimiento que pusiera en jaque el conjunto de la economía.
La situación fue tan dramática que el primer ministro del país de aquel momento, Den Uyl, puso en marcha una serie de medidas dirigida a reducir drásticamente el consumo de carburantes. Entre ellas, destacó la prohibición a los ciudadanos de usar sus automóviles los domingos, lo que se denominó Autoloze zondag.
Al igual que sucedió en muchas ciudades durante los meses de confinamiento ocasionados por el coronavirus, la ausencia de vehículos provocó que muchos ciudadanos tomaran sus bicicletas para desplazarse por la ciudad. Al poco de comenzar esta tendencia, se empezaron a consolidar los primeros carriles bici. Primero mediante señalización y luego separándolos del resto de la carretera.
La segunda edad dorada de la bicicleta
Un trabajo constante de casi 50 años ha provocado que hoy Ámsterdam cuente con 858 kilómetros de carriles bici para sus 821.000 habitantes. Cifra a años luz de los 240 kilómetros que Barcelona ofrece a sus 1,6 millones de ciudadanos o los 130 kilómetros que tiene la capital de España a disposición de los madrileños.
Pese a la distancia que separa a Ámsterdam de las ciudades españolas, algo está cambiando. La pandemia ha provocado una nueva furia de la bicicleta en España. Durante 2020 y 2021, se han batido todos los récords de ventas de vehículos de dos ruedas superando los 1,5 millones anuales.
Tanto es así que el aumento de la demanda ha roto todos los stocks, lo que ha producido que la demanda supere a la oferta. En rangos por debajo de los 1.000 euros es muy complejo encontrar bicicletas. Una situación que se está trasladando al mercado de segunda mano y que está lejos de cambiar a corto plazo.
De la mano de las ventas de bicicletas, el negocio del reacondicionamiento de estos vehículos está creciendo a gran ritmo. La facturación de empresas como Bike Ocasión ha sufrido un incremento del 30% anual y ya supera los 8,1 millones de euros facturados.
Apoyo comunitario
Al igual que pasó en el caso del coronavirus, la crisis energética ha provocado que se aceleren aún más las políticas destinadas a la reducción de emisiones. Un objetivo en el que la bicicleta también tiene su papel a nivel europeo. El Plan Director Paneuropeo para el Fomento de la Bicicleta pretende que el uso de las dos ruedas se dispare en el Viejo Continente basándose en los Objetivos de Desarrollo Sostenible fijados en la Agenda 2030.
Esta medida se ha traducido en España en la Estrategia Estatal por la Bicicleta. El Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana va a invertir 500 millones de euros que tendrán su origen en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Estas inversiones buscan sumar en España 1.000 kilómetros de carriles bici y más de 4.100 aparcamientos seguros.
Los próximos meses serán importantes para consolidar las tendencias que arrancaron con los confinamientos provocados por el coronavirus. Se espera que la escalada de precios de los carburantes funcione como un nuevo empuje para el impulso actual por la bicicleta.
Un movimiento que, como en el caso de Ámsterdam, dependerá de la continuidad en el tiempo. Si como en los Países Bajos las actuales estrategias se consolidan en la agenda política y social, las bicicletas dejarán de ser solo para el verano o, incluso, para las crisis sanitarias y energéticas y pasarán a formar parte del día a día de millones de ciudadanos.