La crisis económica de 2008 generó el cambio socioeconómico más profundo que España ha sufrido como país en la historia moderna. Un impacto que causó importantes heridas que, aún hoy, no han terminado de sanar. Un ejemplo de esto lo encontramos en el parque automovilístico español.
El pasado año la edad media de los vehículos en España alcanzó los 13,49 años. En 2007, el año previo al estallido de la crisis, este indicador no superaba los ocho años. En 14 años nuestro país ha visto cómo la antigüedad de sus vehículos se ha disparado y, lo que es peor, no parece que esta tendencia se vaya a revertir a corto plazo.
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¿La razón? Cada vez se venden menos coches nuevos. En 2021 por cada turismo nuevo matriculado, se han vendido cerca de 1,4 turismos de más de 10 años. Una tendencia que alarga la vida de los vehículos más contaminantes frente al lento crecimiento de las flotas más sostenibles.
La marca coloca a nuestro país como uno de los parques automovilísticos más envejecidos y contaminantes de toda Europa. La edad media de los coches en el Viejo Continente es de 11,5 años. Dos años menos que la española.
El impacto de la pandemia
El último Informe Anual elaborado por la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac) destaca cómo la evolución del mercado automovilístico español no muestra signos para la esperanza. Desde la asociación señalan a la crisis de los microchips y a la incertidumbre económica y social derivada de la pandemia como los elementos que han condicionado el ritmo de recuperación del mercado.
El aumento de la edad media refleja la baja renovación que tiene el parque nacional de automóviles. Durante 2021 se vendieron 1.257.787 unidades de turismos de más de 10 años de antigüedad. Una cifra muy superior a las 859.476 unidades de turismos nuevos registrados durante el año pasado. De estas unidades antiguas, una de cada cuatro ventas correspondió a turismos de más de 20 años de antigüedad, con 306.129 registros, un 32% más que el año anterior.
Esto implica que se mantienen en circulación vehículos que no incorporan los últimos avances tecnológicos tanto en materia de sostenibilidad y reducción de emisiones como de seguridad. En este sentido, en materia de achatarramiento, en el 2021 se dieron de baja 765.064 vehículos de más de 10 años de antigüedad sobre un parque de cerca de 19 millones de unidades.
Los eléctricos, aún minoritarios
Respecto a las matriculaciones de vehículos con etiqueta 0 o ECO, el informe indica que aumentaron en un 55,2% en comparación con 2020, con un total de 312.295 unidades. Este tipo de vehículos representa un 30% de la cuota total de mercado del pasado año.
En relación con el mercado nacional de vehículos electrificados, que incluye tanto los 100% eléctricos como los híbridos enchufables, el informe destaca que en 2021 han aumentado sus ventas un 62% respecto a 2020, alcanzando 70.221 unidades vendidas, de las que 66.901 fueron turismos.
Estos datos representan el 7% del mercado total de automóviles en España, pero dentro del parque móvil nacional suponen únicamente el 0,54% del total. En este sentido, el sector avanza en su compromiso por lograr las cero emisiones en 2050 y cumplir los objetivos marcados y aprobados en España en el PNIEC (Plan Nacional Integrado de Energía y Clima) y la Ley de Cambio Climático.
Según los datos recogidos en el Informe Anual 2021 de la asociación, durante el año pasado en España las emisiones de CO2 derivadas de las matriculaciones de turismos nuevos disminuyeron un 6% con respeto del año anterior.
Necesaria mejora de la infraestructura de carga
En este contexto Anfac reclama la puesta en marcha en el corto plazo de herramientas como es el grupo de trabajo de Infraestructuras de Recarga para el Vehículo Eléctrico coordinado por el Ministerio para la Transición Ecológica y el IDAE. La asociación ha presentado a este ente 22 medidas agrupadas en 10 propuestas para acelerar la implantación del vehículo electrificado e impulsar el necesario desarrollo de la infraestructura de recarga pública.
Y es que en el sector creen que la falta de una red de carga a nivel nacional lo suficientemente tupida cuantitativa y cualitativamente es uno de los grandes lastres que está teniendo la popularización de la movilidad eléctrica en España. En este sentido, se cree que aún no contamos con la infraestructura necesaria para que los usuarios de vehículos eléctricos circulen con la misma confianza y predictibilidad que los de combustión.
Así las cosas, cuando el mercado aún no se ha terminado de recuperar del zarpazo que supuso la crisis de 2008 tiene que enfrentarse a la ralentización que está ocasionando la Covid-19 y sus diferentes daños colaterales. Con estos datos todo hace suponer que 2022 volverá a ser un año en el que el parque automovilístico envejecerá aún más. Una tendencia que, por el momento, nada idica que vaya a cambiar en el futuro próximo.