La falta de semiconductores ha sido el principal quebradero de cabeza de la industria de la automoción durante los últimos dos años. Ahora, por primera vez en muchos meses, las plantas ven como el flujo de estos componentes es constante e incluso va en aumento. Un indicador que debería ser fuente de alegría pero que, detrás de él, esconde señales negativas para el conjunto de la economía mundial.
La razón de que los semiconductores estén llegando a las plantas de montaje es, precisamente, que la demanda del resto de sectores está ya disminuyendo. Aunque en el pasado la automoción era un indicador muy fiel de la situación económica, el desajuste sufrido durante los últimos meses ha cambiado los ciclos de esta industria. La falta de componentes ha provocado que los plazos de entrega se alarguen hasta un año.
Dos de los principales fabricantes con presencia en Francia, Renault y Stellantis, han anunciado que el ritmo de producción tras el parón veraniego volverá a niveles muy similares a los previos a la falta de componentes. Gracias a ello, se espera que los niveles de producción en septiembre tengan un gran incremento.
En España también se está notando ya una mejora. Concretamente, la producción de vehículos logró alcanzar las 232.407 unidades durante el mes de junio, con un aumento del 34,6% respecto al mismo mes del año anterior. Un crecimiento muy pronunciado que se espera que continúe durante los últimos meses de 2022.
Seat, Stellantis y Renault tienen previsto aumentar turnos en sus plantas españolas durante el próximo otoño. Sindicatos y empresas mantienen conversaciones para ir acompasando estos aumentos de carga de trabajo. El objetivo, en la gran mayoría de los casos, es dar pasos adelante que sean firmes, no tener que volver a reducir jornadas poco después de aumentarlas.
Y es que, actualmente, los fabricantes de automóviles tienen en cartera muchos más pedidos de los que pueden suministrar. Pese a que las ventas de coches están lejos de sus mejores registros, las compañías no están pudiendo poner en manos de sus clientes automóviles al mismo ritmo que llegan los requerimientos.
La normalización en el flujo de semiconductores va a permitir que, durante los próximos seis meses, las compañías puedan aumentar notablemente sus capacidades productivas e incluso recortar los plazos de las actuales esperas. Una circunstancia que llega debido a que los fabricantes de semiconductores comienzan a ver como se debilita la demanda de otros sectores industriales.
Menos demanda de otros sectores
El impulso del teletrabajo durante los últimos dos años provocó que infinidad de compañías a lo largo y ancho del mundo tuvieran que actualizar el material informático de sus trabajadores. Esta ola parece que ya ha llegado a su fin. La demanda de ordenadores personales ya está bajando lo que ha provocado que primeros espadas del sector como Nvidia se vean obligados a reducir sus pedidos de semiconductores.
Una tendencia que se va a agudizar durante el último trimestre del año si se confirma que economías como la estadounidense o la alemana confirman su ralentización. Esto permitirá que la industria de la automoción pueda nutrirse de más semiconductores. Una gran noticia para el sector, pero que no despeja todos los nubarrones en su horizonte.
Dentro de esta industria existe una gran preocupación por cómo van a evolucionar los costes de producción durante el invierno. Pese a que durante los últimos meses las principales compañías con presencia en Europa han podido compensar esta situación gracias a que se han centrado en los modelos con más margen, lo que les ha permitido contar con resultados récord en la primera mitad de 2022, las previsiones para el final del ejercicio no son optimistas.
Si se confirma que los actuales disparados costes de la energía, sobre todo en Centroeuropa, siguen escalando durante el invierno la falta de componentes podría tener esta vez su origen en el Viejo Continente. Se teme que compañías claves de la cadena de suministro, cuyos componentes cuentan con márgenes muy estrechos, no puedan operar si se disparan aún más sus costes energéticos.
Así las cosas, la industria de la automoción va a tener que seguir estando en alerta durante los últimos meses del año. Además de la monitorización constante de la situación de los semiconductores, la evolución del conflicto con Rusia marcará el final de 2022. Un ejercicio en el que, a medida que avanzan los meses, más difícil está siendo pronosticar el desempeño de esta industria en el corto plazo.