El pasado 1 de junio el Gobierno alemán lanzó una tarifa plana de 9 euros al mes que permitía a sus ciudadanos utilizar servicios ferroviarios sin límites. Una medida sin precedentes que ha sido uno de los referentes del plan de reducción de tarifas que el Gobierno de Pedro Sánchez pondrá en marcha el próximo 1 de septiembre en España.
¿Qué lecciones se pueden sacar del caso alemán? Con su barra libre ferroviaria el Gobierno alemán buscaba que los ciudadanos apostaran por el ferrocarril en lugar de optar por el automóvil. El objetivo de esta medida era doble: a la vez que lanzaba un balón de oxígeno a los bolsillos de los alemanes pretendía reducir el uso de los carburantes y de las emisiones contaminantes.
La popularización del ferrocarril fue todo un éxito. Los operadores ferroviarios han vendido 52 millones de tickets, una cifra sin precedentes para el periodo veraniego. Lo paradójico del caso es que este aumento de pasajeros no ha tenido el mismo efecto en la desincentivación del uso del vehículo privado.
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Los datos de la Oficina Federal de Estadísticas de Alemania muestran que desde mediados de julio, fin del periodo estival alemán, el nivel de desplazamientos en las carreteras ha estado en los mismos niveles que los de 2019. De este modo, la experiencia alemana ha seguido un modelo que ya adelantaban expertos del sector de la movilidad como la Unión Internacional del Transporte Público (UITP).
Más viajes en tren, los mismos en coche
Los datos del ente estadístico señalan que el número de viajes en transporte ferroviario en zonas urbanas superaron notablemente los niveles alcanzados durante 2019, año previo a la pandemia de coronavirus que se toma como referencia al no contar con la distorsión que generó en la movilidad la pandemia. En concreto, los niveles de viajes siempre fueron un 40% superiores a los del último año sin efecto de la Covid-19.
Del mismo modo, los datos muestran que los viajes en el transporte por carretera se mantuvieron siempre ligeramente por encima de los del mismo período de 2019. En definitiva, los viajes en transporte ferroviario aumentaron notablemente sin hacer descender a los realizados por carretera.
Una serie de indicadores que muestran como la puesta en marcha de la tarifa plana de 9 euros ha creado viajes que, sin esta medida, no se habrían realizado. En cambio, el efecto que ha tenido sobre los viajes tradicionales o ya planificados ha sido muy pequeño.
No se prorrogará
En este contexto, el Gobierno alemán ha decidido no prorrogar esta medida más allá del 1 de septiembre. Christian Lindner, ministro de Finanzas del país, ha calificando el plan como "demasiado costoso a largo plazo". Los cálculos señalan que estos tres meses han costado 2.500 millones de euros a las arcas germanas y que extender la tarifa plana para el transporte público durante un año podría suponer una factura de 14.000 millones adicionales.
Además, los ciudadanos alemanes se enfrentan ahora a una situación compleja política y socialmente en el actual contexto económico. La vuelta a las tarifas tradicionales ya está ocasionando quejas por parte de una base de usuarios que no entiende la razón por la que deben volver a pagarse el precio completo de los billetes si la situación económica general no ha cambiado.
Además de las cuestiones económicas, la medida también ha tenido importantes efectos operativos. Las compañías ferroviarias alemanas han visto como se tensionaban sus servicios hasta límites poco conocidos. Durante las primeras semanas de la puesta en marcha de la medida las imágenes de andenes y trenes llenos de usuarios fueron muy comunes.
Según explica Lars Feld, profesor de economía de la Universidad de Freiburg, en un artículo del Financial Times, los "trenes abarrotados causaron retrasos e impactaron en la red ferroviaria de larga distancia. El aumento en la demanda existió, pero fue casi exclusivamente adicional: no hubo cambios en el tráfico de la carretera al ferrocarril".
Efecto positivo en la inflación
Donde el Gobierno alemán sí ha visto un efecto positivo ha sido en la contención de precios. Sacar el coste del transporte ferroviario de la cesta de la compra de los alemanes ha permitido contener la inflación del país. Los cálculos del Instituto de Política Macroeconómica de la Fundación Hans Böckler señalan que la medida ayudó a reducir 0,7 puntos la inflación.
Este alivio en la escalada del coste de la vida tiene, además, un efecto multiplicador. El nivel de inflación marcará la subida tanto de salarios de funcionarios como de las pensiones de cara a 2023. Dos de los elementos con más peso en el gasto público alemán.
En este sentido, los 2.500 millones de euros invertidos en esta medida pueden verse sobradamente compensados gracias al freno en el dato de la inflación. Un cálculo que, desde el anuncio de la medida, ha sido señalado por algunos economistas como una de las razones de más peso para poner en marcha esta tarifa plana.
Así las cosas, la experiencia alemana muestra un modelo que será interesante comparar con lo que pase en España desde el 1 de septiembre. Además del respiro a las finanzas de las familias más necesitadas, será importante comprobar qué efectos secundarios tiene sobre el día a día de nuestras ciudades. En pocos días comenzaremos a tener respuestas sobre la gran cantidad de incógnitas que despierta una medida que marcará un antes y después en la historia movilidad española.